Los Demonios Mentales (libro 1)

Capítulo 19

Capítulo 19

 

“Casa de la abuela”

 

No vi más a Melody desde que hablamos en mi habitación.

Ahora estaba sentado en el auto de mi abuela, esperando a que ella solucionara las cosas dentro de la casa.

Cuando sonó el timbre yo fui quien bajó corriendo y me adelante para atender porque sabía que era ella, porque casi nunca teníamos visitas en casa, entonces ¿Quién podría ser? Ella me recibió con una sonrisa en su rostro y luego abrió los brazos para que le diera un abrazo y así lo hice.

Luego de abrazarme unos segundos con ella, pude notar la vista clavada y fría de mi madre. Esos ojos bien abiertos, salpicando un color amargo, y cruzada de brazos, esperando para poder hablar.

Y lo único que dijo fue:

—Ya puedes ir al auto de la abuela, déjanos que tenemos que hablar.

Quería decirle, no. Quería escuchar lo que le decía de mí, pero ya con lo que había hecho era suficiente para mi madre, así que dije adiós y me fui al auto de la abuela.

Miraba la casa y todo estaba como lo había dejado. Me imaginaba a la abuela con ellos teniendo una charla tranquila en el sofá, pero intensa porque hablaban de mí y le dirían:

“Yannick se ha estado portando muy mal. Se ha quedado encerrado unas semanas en el cuarto, no ha comido y cuando le preguntábamos algo se quedaba callado, no sabes lo angustiados y lo preocupados que estábamos por él.”

Quizás era eso más un agregado de:

“Además está enfermo, enfermo de la cabeza.”

Esto es una mierda.

Sabía que estaba enfermo mental pero mi miedo era básico… Le tenía miedo al futuro, entonces tenía miedo de defraudar a mi abuela y que me terminen llevando a un psiquiátrico. A uno de esos que tienen a las personas encerradas, sedadas, que les pegan, que abusan de ellas en todos los sentidos.

No quería terminar de esa forma, nadie lo quiere, pero es que trato de decir ¿Por qué no dejas tu vida como realmente se encuentra y tratas de hacer lo que te ofrece en verdad? Y no puedo.

Tendré poca fuerza de voluntad como cree Melody, pero no puedo, no puedo dejarla como esta, porque no es lo que quiero.

¿Por qué tienes que renunciar a todos tus sueños solamente porque la otra gente te dice que nos vas a poder lograrlos?

Suspiré y apoyé mi espalda en el asiento.

Cuando estaba mirando la ventana del auto limpio, bien ordenado, pude ver a una persona… Pero no era una persona normal, como cualquiera, por eso me llamo la atención.

Resulta que esta persona era igual a mí.

Creí que era mi reflejo pero parpadeé varias veces para aclarar mi vista y lo primero que pensé que no podía ser mi reflejo porque yo estaba dentro del auto y lo que estaba viendo estaba fuera del auto.

Estaba en la puerta de mi casa, con una leve sonrisa. Me dio un vuelco el corazón porque podría decir que era un clon mío, era igual a mí, era yo.

Me acerqué al vidrio para ver mejor, y apoye mi mano en el vidrio, notando que estaba helado.

Esa persona que estaba afuera estaba tratando de escuchar los sonidos que había en casa, pero no sabía que reacción podría tener porque solo tenía una pequeña sonrisa, que mirándola bien se podía decir que tenía una pequeña mueca.

Su pelo era negro como el mío, su piel blanca como la mía, tenía la misma ropa que tenía exactamente yo en estos momentos y negué con la cabeza.

¿Qué estoy viendo?

¿Qué es lo que está pasando?

¿Quién es esa persona? ¿Es de verdad?

Miré varias veces mi atuendo para compararlo con el de esa persona que estaba afuera.

Era igual, ninguna diferencia.

Luego de pasar varios segundos mirando a esa persona idéntica a mí, pude percibir que venía hacia al auto.

Mi corazón estaba latiendo increíblemente fuerte, estaba temblando, y mi mente estaba dando millones de vueltas porque no podía creer lo que estaba viendo. No podía reaccionar ante esa situación extraña.

Caminaba igual a mí, y era como estar observando un espejo o un video de mí.

Mordí mi labio inferior por los nervios y pude verlo de cerca.

 Luego apoyó las manos pálidas en el auto y pude ver que sus manos estaban llenas de sangre.

Pegué un grito y me fui hacia atrás, golpeándome la cabeza con la ventana del vidrio izquierdo.

“No te asuntes” sentí una voz en mi mente.

Mi reflejo estaba mirándome a través del vidrio, sonrió, se remangó y me mostro su brazo lleno de cicatrices espantosas.  Estaba más lastimado que yo.

Tenía en su piel cicatrices pequeñas, grandes, medianas, y no se podía observar ni siquiera una parte sana de esa piel porque estaba lastimada. Totalmente.

Mis ojos en esa figura estaban brillosos, tenía hasta en el rostro cicatrices, y no podía creer lo que estaba viendo.



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En el texto hay: depresion, drama, juvenil adulto

Editado: 02.12.2024

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