🎵Deja vú.
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Conocer Disney.
𝑨𝒅𝒆𝒍𝒊𝒏.
Sujeto con fuerza mi maleta sobre mi pecho. Tessa está feliz y me provoca sacarle los ojos. Al llegar debo pasar saliva intentando alivianar la rabia, que se me atora en la garganta como una pelota de beisbol.
Tomo aire, inhalo hondo y luego me hago detrás de mi hermana cuando toca el timbre de la casa. Es grande, cuenta con tres pisos. La pared luce como roca blanca, con techos en un color marrón oscuro que me resulta intimidante. El segundo piso lo que luce como una habitación que tiene las luces prendidas, las cortinas están recogidas así que puedo observar las terminaciones blancas. Y el tercer piso, tiene un balcón pequeño con varias flores alrededor, junto con dos ventanales de habitaciones separadas que le dan el toque misterioso y rustico.
Wallace nos abre la puerta observando a Tessa antes de darle un asentimiento.
—Hola.
—¿Cómo están? —cuestiona buscando tras ella y luego enarca su ceja.
Me muevo para no verme como una idiota, coloco la tira de mi maleta sobre mi hombro carraspeando.
—Bien ¿y tú? —intento sonar casual, claramente fallando en el intento ya que, sueno como idiota.
—Bien, gracias— abre más la puerta— pasen.
Tessa sigue y noto como repasa mi atuendo cuando entro a su casa. Los pisos blancos lucen como espejos en los que puedo caer en cualquier momento. Miles cierra la puerta mientras me quedo embobada observando el lugar, amplio y pulcro.
—¿Quieren algo de beber?
—Tinto— responde mi hermana— por favor.
—¡Miles! —la señora Lucía grita desde el segundo piso— cariño, creo que ya llegaron...
—Si, hace cuatro horas están aquí—comenta él viéndola bajar. Tiene un vestido morado de tiras, que la cubre hasta los tobillos.
—No es gracioso—lo reprocha antes de pasar la mirada a nosotras— me alegro de que no se hubieran arrepentido. ¿Ya les ofreció algo de beber mi hijo?
—Mamá— sisea él, pellizcándose el puente de la nariz.
—¿Qué? Te pones nervioso cuando...
—Iré a traerles las bebidas—la interrumpe— un momento.
Ella se ríe, acercándose a nosotras antes de señalarnos el sofá gigante delante del televisor. Pasamos y veo que tienen una película de terror en pantalla.
—¿Quieres poner otra cosa? —me pregunta la madre de Miles y asiento.
Busco Piratas del Caribe y coloco la primera depositando mi maleta sobre mis piernas. Miles vuelve con una bandeja con tazas y le entrega a su madre, a mi hermana y miro a Tessa, quién ya ha empezado a tomar. ¿Cómo le digo?
Sus piernas se plantan delante de mí y extiende la bandeja.
—Yo...
—No es tinto— aclara— es chocolate, caliente.
Cierro la boca asintiendo, tomo la taza y bebo.
—Cuando termines de tomar, sube al segundo piso— le indica a mi hermana— ¿trajiste el modelo impreso?
—Si.
—Vale.
—¿Entonces estás haciendo clases de yoga?
—Si—responde mi hermana— intento no caerme en la colcha cada que levanto las piernas.
La señora Lucía se ríe escuchando las historias de mi hermana hasta que acaba de beber y entonces pide excusas para subir a hacerse el tatuaje. La madre de Miles me repara varias veces y dejo el vaso de cristal sobre la mesa que tengo cerca mi derecha.
—Entonces... ¿cómo va todo? ¿En la escuela?
—Bien, creo que pasaré con calificaciones sobresalientes este trimestre.
Ella me felicita otro par de veces y luego me comenta del viaje que tuvo con su hijo, por el que está feliz, hasta que se sienta a mi lado y me muestra las fotografías. Fueron a Australia por un tiempo, para luego volver a Phoenix.
—... así que cuando volvimos, obligué a este muchacho a terminar aquí— termina y alzo ambas cejas— es una joya aún. ¿Y tu qué hiciste durante estas vacaciones?
—En realidad no mucho, mi vida no es muy interesante.
—No digas esas cosas—replica—eres joven y hermosa. ¿Vas a fiestas?
—Algo, sí.
Entrecierra sus ojos y luego mira mi bolso. —¿Y tú novio? Supongo que sales con él seguido.
Sacudo la cabeza.
—No salía tanto con él a fiestas.
—Entiendo, querida— me sonríe—me alegro de que, tengas una persona, con la que puedas compartir tus experiencias. Mi marido y yo tuvimos la oportunidad de quedarnos hasta el último instante y te aseguro, que cuando partió, solo me quedo paz.
Trago apretando el cuero de mi mochila.
—Aunque, espero que no se hayan hecho un tatuaje—bromea.
—De hecho... él y yo ya no estamos juntos.
Ella abre la boca para decirme algo más, pero el sonido en el pasillo nos hace girar la cara a ambas. Tessa viene y noto que el tatuaje de mariposa está en su hombro. ¿No habíamos dicho que sería en la espalda?
—¿Qué te parece? —pregunta señalándose la clavícula y parpadeo.
—Esta... —no termino, solo lo detallo. Elegimos una monarca, aunque decidimos no usar color, mucho menos naranja, ya que prefiero el negro en mi piel, es un tatuaje pequeño y malditamente hermoso — es muy bonita.
—Ven— indica Miles con la cabeza— tu turno.
Dejo la maleta a un lado, me levanto y lo sigo algo nerviosa. ¡Cálmate Adelín! Subo las escaleras, enderezo mi espalda cuando veo el segundo piso, abre una de las puertas. La luz está apagada, hay una lampara con varias luces y música de fondo.