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𝑨𝒅𝒆𝒍𝒊𝒏.
Mi maldición es que se vea demasiado bien con el uniforme.
Trae la camisa manga larga blanca, con la insignia de la institución y la corbata azul oscuro, color que pega de maravilla con su tez semi oscura.
—Claro que no— digo en respuesta.
—¿Qué haces metida aquí? —ladea el rostro con curiosidad hacía un lado, mirándome la boca.
¿Por qué diablos hace eso? Me siento atrapada por un hechizo que me impide alejarme cuando quiero.
—Viendo... viendo algo— tartamudeo cuando entrecierra los ojos.
—¿Qué cosa?
—No es importante, para ti—tomo el mouse en mi mano y cierro la página.
—Lo es.
—¿Te gustan los doramas? —pregunto, algo incrédula.
—No, me gustas tú.
Que alguien me tenga que me voy a ir de culo. Mi cuerpo se queda quieto, como si una descarga eléctrica me atravesara la espina dorsal. ¿Qué? ¿Acaba de decir que...? Él no parece aturdido, no parece cómo si algo se hubiera escapado de su boca, más bien, es como si fuera muy natural decirlo.
Estoy delirando.
Si lo hubiera dicho estaría diferente. Sus ojos me escanean el rostro y miro a ambos lados sin saber cómo demonios reaccionar.
—¿Qué? —se sale de mi boca.
—Lo escuchaste bien.
Mi cara se gira, automáticamente. No, no, escuché mal. No dijo que yo le gustaba ¿o sí? Siento que me quedo paralizada y él chasquea los dedos en frente de mi rostro.
—Adi... ¿tierra llamando a Adelín?
Parpadeo arrugando las cejas.
—Has querido decir otra cosa.
—He querido decir que me gustas— se lo piensa por un momento—Según yo, lo he dicho así.
—Yo no te gusto—murmuro— ¿Cómo te voy a gustar?
—Pasó, no lo sé, como cuando pruebas el chocolate por primera vez y el sabor te gusta— me vuelve a mirar la boca— y quieres probarlo otra y otra vez.
No y no. No dejaré que mi enamoramiento infantil me lleve a la desgracia. Intento levantarme y él hace un movimiento rápido, donde quedo sobre la mesa, delante de la pantalla del computador y Miles inclinado.
—Obviaré la advertencia.
—¿Qué advertencia?
—No huyas de mí—aclara— Quiero una respuesta y si es no, prometo que quedaremos como amigos y listo. Tú por tu lado y yo por el mío.
—Un cambio drástico— intento bromear.
—Adelín—sisea y alzo las cejas.
—¿Sí?
—¿Estás... tú sigues... enamorada de tu ex? —pregunta con cautela y hundo las cejas.
—¿Enamorada?
—¿Podrías dejar de repetir todo lo que digo? Sí, Adi, sentimientos románticos hacía él.
—Lo quiero sí, pero no estoy enamorada de él.
—Lo quieres—repite relamiéndose los labios rosados.
—Si, como a un amigo.
—Bien— carraspea, apoyando las manos a los lados de mi cuerpo—. Me gustas.
Se me encienden las mejillas.
—Ya lo dijiste.
—¿Puedo seguir? Es decir... ¿vale la pena que yo esté aquí? —se señala— si no es así, solo dímelo y me alejaré, lo prometo.
Me quedo en silencio, sin saber como reaccionar ante la situación que parece tan irreal.
—¿Es por lo del viernes pasado?
Sacude la cabeza arrugando las cejas. —No.
—¿Entonces?
—¿Qué?
—Es que... me cuesta creer porque... yo no me siento muy popular que digamos.
—¿Y?
—Y tú si eres relevante para todos.
—¿Soy relevante para ti? —indaga alejándose un poco y de repente siento ganas de atraerlo hacía mí.
—Si, supongo.
—Bueno, tu eres relevante para mí, eso es lo que me importa, no me interesa lo que los demás digan, me interesa lo que tu pienses.
—Miles... lo que menos quiero es que te sientas comprometido a hacer algo porque te intenté besar, si es por lástima, juro por Dios que...
—Esto no lo hago por compromiso— repite— lo hago porque me gustas.
—Pero ¿cómo? —parpadeo confundida— es que... no entiendo, ¿Cuándo pasó?
—Tuve un pequeño enamoramiento infantil, llamémoslo gusto o atracción hacía ti. Me fui, estuve con otra persona, acabamos bien, y luego volví y siento que no está bien seguirle huyendo a esto que esta pasando dentro.
—¿Qué pasa?
—Me gustas, no me atraes, me gustas— sigue— no sé, quizá las conversaciones por chat, tus chistes malos, tu manera confusa de entablar relaciones humanas y argumentarme. No lo sé, Adi, solo pasó. Y yo...
Exhala cerrando los ojos por un momento.
—Se que estoy quedando como un idiota.
—No.
—Yo estoy diciéndote esto porque no quiero que sigas corriendo de mí, no quiero que te sientas incomoda solo porque yo estoy cerca. Si quieres evitarme está bien, pero necesito que sepas que nada lo hago con intención de hacerte sentir tensa o nerviosa en mal sentido.
—Miles...
—Escucha—parpadea, poniéndome el índice sobre los labios, continua— si te parece muy inesperado, aunque según yo no lo era, no me debes responder ahora mismo, me puedes mandar a la zona de amigos está noche vía WhatsApp y mañana no seré diferente.
—Es que si es inesperado—musito.
Me están temblando las malditas manos, ni siquiera puedo describir está sensación tan horrible que se me acumula en el abdomen.
—Puedes dejarme en la zona de amigos o en la de hermanos si quieres, prometo que no sucederá nada extraño. Si estoy siendo acosador te daré espacio.
—¿No te pondrías raro si te rechazo?
Niega, sin cambiar la expresión.
—¿Por qué?
—Porque eres tú, Adi. No podría jugar a ser cruel cuando eso no me nace, no contigo.