Los Destellos De Aurora

EL ÚLTIMO DÍA

Los días en París iban llegando a su fin y Aurorita deseaba mucho en verdad terminar con broche de oro su visita a aquella maravillosa ciudad. Las actividades referentes a su posparticipación en la CIBCC no habían culminado del todo, sin embargo, intentó a como diera lugar que las mismas no interfirieran en sus planes.

En la tarde tuvo que asistir a la Academia Nacional de Ballet de París para formar parte de un seminario al cual había sido invitada como la gran ganadora de la Competencia Internacional de Ballet Clásico y Contemporáneo 2019. Allí estuvieron también como invitadas principales Anna Wieber, Gina Alicia y la maestra Jennifer, al igual que los compañeros de Aurora, Henning Sadler, Amalie Majewski y participantes de otras academias.

Aurora reflejaba ya algo de cansancio y fastidio. Sentía que luego de culminar la competencia seguir esos protocolos no tenía mucho sentido. Todo lo que ocupaba sus pensamientos era salir de allí e ir a pasear con Karîm por las calles de París. Quedaban pocos minutos para que se encontraran con su excompañera Violette en un café ubicado muy cerca de la plaza Concordia, y por ello Aurora le pidió como un gran favor a sus compañeros que la cubrieran para que pudiera salir sin inconvenientes

— Al menos dime a donde irás, primita —le susurró Amalie—

— Iré a pasear con Karîm —le contestó—

— Ahh... eso quiere decir que hiciste las paces con él.

— Algo así. ¿Henning, tú también me cubres? ¡Por favor!

— Sería un poco difícil cubrirte a ti, pero puedes ir tranquila que no pasará nada malo, Aurora. Ya has cumplido con todo.

— ¡De acuerdo! Nos vemos luego.

La jovencita se despidió y con raudos pasos se dirigió hasta el pasillo de la entrada del salón. Allí se pegó a Karîm enganchando su brazo al de él.

— ¿Nos vamos Karîm?

— ¿Ya terminó el seminario?

— Nein.

— ¿Entonces por qué saliste?

— Por qué ya me aburrí de estar allí. Quiero ir a pasear.

— ¿Al menos le avisaste a tus maestros o a tu hermana?

— Solo a Henning y a Amalie.

— Aurora...

— ¿Qué? No sucederá nada malo. Mejor vámonos.

Al abandonar el lugar, tomaron un taxi y partieron rumbo a la plaza Concordia para encontrarse con Violette.

— Aurora

— Dime

— Cuando nos encontremos con Violette, no quiero que le sigas la corriente con el malentendido de hace rato. ¿De acuerdo?

— ¿Por qué? No tiene nada de malo que piense que tú y yo somos novios.

— ¿Cómo que no tiene nada de malo? Tiene todo de malo.

— ¿Todo de malo? Cítame al menos una muy mala, a ver si me convences —le pidió siempre sujeta a su brazo—

— Voy a perder mi trabajo por una mentira, por ejemplo. Y ya no podré estar cerca de ti.

— No vas a perder tu trabajo porque nadie sabrá sobre esa pequeña mentira. —le aseguró la jovencita lanzando un gran suspiro—

Cuando finalmente llegaron a destino y descendieron del taxi, caminaron un poco desde la plaza hasta llegar a café, y debido a la persistencia del joven con el mismo tema, Aurora nuevamente entristeció. Ambos se detuvieron junto a la maravillosa Fuente de los Mares y la jovencita, a orillas de la misma se sentó. Ella ya no deseaba ir a ninguna parte y ya no deseaba oír sus absurdos sobre desmentir aquello que sabía perfectamente qué se trataba tan solo de una bonita ilusión.

— No lo hagas de nuevo, Aurora. ¿Dime por qué debes complicarlo todo?

— ¿Dime tú porque te empeñas en hacerle daño a mi corazón? Ni tú ni yo le hacemos daño a nadie, ni lo haremos tampoco. Ya sé que para todo el mundo soy tan solo una niña. Para ti soy una niña. Para toda mi familia soy una niña. Para toda París soy la niña prodigio que ganó la CIBCC ¿Pero sabes qué? No voy a tener 14 años para siempre ¿A eso le temes, Karîm Hafez? ¿A qué un día crezca y ya no me veas como lo que soy ahora? —le reprochó vociferando, invadida de lágrimas de tristeza— Si es así entonces sí tendrás que renunciar para no volver a verme jamás.

Abrazando con amargo desconsuelo una de las figuras de la fuente, se rehusó del lugar a moverse.

— Aurora no llores de ese modo. La fuente ya tiene agua suficiente. No necesita de tus lágrimas. Camina... Deja de llorar y vámonos.

Aurora secó sus lágrimas y se puso de pie, pero no porque el chico se lo había pedido, sino porque en verdad no quería gastar sus últimos días en París, triste y llorando por una ilusión que ya la había convencido de ser imposible. Con raudos pasos tomó la delantera y se dirigió rumbo a aquel café.

Durante su trayecto, le escribió a su hermana Gina Alicia para decirle dónde se encontraba y pedirle que por favor la buscara.

— Hola... Pensé que ya no vendrían —dijo Violette saludando a Karîm y a Aurora—

— Perdón por la demora es que me invitaron a un seminario en la escuela de Ballet al cual no podía faltar.

— Ok, no te preocupes. Entiendo perfectamente. Siéntense por favor.




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