Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 1

Kháli corría lo más rápido que podía entre la espesura de lo que se podrían llamar árboles, aunque estos tenían un color rojizo; incluso los troncos eran corintos. Finalmente salió del “bosque” y se detuvo jadeando. Correr siempre le había hecho experimentar una sensación de libertad aun cuando huía de algo; por unos segundos sentía ganas de reír. Pero no ahora. Ahora, corría hacia el peligro, lo cual solo le hacía sentir una adrenalina negativa. 

Examinó el panorama frente a ella, Rochelle ya había sido derribada. Diana, seguía en pie, Kháli debía protegerla a toda costa mientras vencía al enemigo. Estaba completamente sola; en su mente solo estaba él y ella. La Torre caminaba sin prisa en su dirección; pero Kháli no bajó la guardia pues sabía que en cualquier momento él aumentaría su paso a una velocidad increíble y atacaría. Él era enorme, su constitución musculosa; su ceño estaba permanentemente fruncido, su piel y escaso pelo eran albinos, hasta sus ojos y labios tenían una palidez poco vista. Por su expresión, no parecía disfrutar del momento, solo mantenía una mirada fija llena de determinación; su boca creaba una línea haciéndolo ver serio y feroz al mismo tiempo. Kháli esperó unos segundos, las pausas entre los latidos de su corazón eran demasiado breves, su respiración estaba agitada y sudor recorría su rostro y cuello. 

La Torre se precipitó hacia Diana. “Esto es todo”, pensó Kháli, “perdimos”. Ella se interpuso en el camino de él para evitar que llegara a su compañera, éste no la esquivó, pues vencer a cualquier Peón le daba igual y arremetió contra ella. 

Todo sucedió rápido, Kháli llegó en defensa de su amiga ,pero tuvo tiempo de atacar a la Torre quien se preparó para agredirla. Sin embargo, en ese momento unos fuertes brazos sujetaron a Kháli, quitándola del camino e impidiendo que fuera lastimada. “¡Ahora!”, pensó ella; sin vacilar se liberó de los brazos y avanzó ignorando la lucha entre la Torre y el nuevo amigo que acababa de llegar para salvarla. Corrió hasta llegar a una estatua la cual se mantenía en el centro del espacio rodeado por árboles, estaba solo a unos cuantos pasos de ella, extendió su mano, necesitaba la corona encima de la estatua, solo debía tomar la corona en sus manos y todo estaría bien, sus amigos se encontrarían a salvo. Solo faltaban segundos para tomarla, sintió el grito de victoria alzándose desde sus pulmones hasta su garganta, pero en lugar de ello, salió un grito ahogado cuando fue arrastrada hacia atrás. La Torre sostenía su pie derecho; la levantó haciendo que ella quedara de cabeza.

-Perdieron, – dijo con su tono de voz grave.

-¡No! – gritó Kháli enojada y frustrada agitándose desesperadamente para soltarse. -¡No!

La Torre la liberó y ella cayó haciendo que una nube de polvo se alzara en torno a ella, lo cual solo la enojó más. Cai, quien había sido el que la protegió, se levantó del suelo y se sacudió el polvo al igual que Rochelle.

-¡No! ¡¿Por qué siempre perdemos?! – preguntó Kháli aún tirada en el suelo y golpeándolo con su puño.

-Tres horas y cincuenta y ocho minutos, – dijo la sonora voz de la Torre sin mirar a ninguno de ellos. Sus ojos blancos estaban observando el bosque rojizo, – media hora menos que la última vez, su estrategia está mejorando un poco, pero no lo suficiente. – Sin otra palabra se alejó lentamente; su piel y cabello albino resaltaban mientras se internaba entre los árboles.

Diana se acercó a Kháli y le ofreció una mano, ella la tomó a regañadientes y se puso de pie. - ¡¿Por qué siempre perdemos?! – preguntó de nuevo.

-Es una Pieza Mayor ¿Qué esperabas? – dijo Rochelle acercándose. 

-¡Esperaba que mejoráramos después de tres años! ¡No importa lo que hagamos, jamás los logramos vencer!

-Creo que el hecho de que seamos Peones significa que siempre seremos inferiores a ellos, – repuso Diana con su dulce vocecita en tono pensativo. – De todos modos, no creo que lo estemos haciendo tan mal. Ronnman es cinco veces más grande que nosotras y aun con esa desventaja casi logramos llegar a la estatua. 

-¡Odio los “casi”! – exclamó Kháli y lanzando un gruñido, pateó la estatua. – Además éramos cuatro contra uno…

-Será mejor que nos vayamos, – dijo Cai impasible a la rabieta de su compañera, se había acercado a ellas y estaba al lado de Diana. – Las lecciones comenzarán pronto y aún debemos desayunar.

Kháli suspiró. – Está bien, partamos.

En ese momento, los cuatro Peones sintieron que la tierra temblaba bajo sus pies. Al principio era casi imperceptible pero pronto las sacudidas se hicieron más violentas.

-¡¿Qué está pasando?! – preguntó Rochelle alarmada.

Los cuatro estaban en guardia contemplando el suelo.

-¡Estampida! – vociferó Diana señalando al bosque detrás de Kháli y Rochelle quienes giraron a ver justo en la dirección donde la Torre, Ronnman había desaparecido.

Efectivamente, precipitándose hacia ellos se acercaba una manada de criaturas que nunca antes habían visto. Parecían rinocerontes blancos, solo que eran dos veces más grandes y tenían cinco cuernos a lo largo de su nariz; sus patas tenían vello grueso y negro, y sus pezuñas eran grises. Espuma salía de la boca de cada uno mientras corrían entre los árboles.

Sin pensarlo, Cai tomó a Diana entre sus brazos, los tres peones giraron sobre sus talones y comenzaron a correr lo más rápido que podían.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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