Violeta
Al terminar de vestirme después de la ducha vuelvo al baño para revisar por centésima vez el desastre que había sucedido sin razón.
Crack. Se escuchó un crujido del piso de madera detrás de mi.
Sentí como todo los vellos de mi piel se erizaban. Rápidamente miro hacia el espejo roto del baño y noto una sombra blanca pasando en dirección hacia mi habitación.
Trato de no entrar en pánico y antes de seguir esa sombra voy rápidamente hacia la cocina buscando un cuchillo de un cajón. Al tomarlo voy hacia mi habitación pero noto que hay una chica de espaldas llorando en la esquina de mi cama.
Era una muchacha de unos 18 o 19 años como yo; estaba con la cabeza agachada, su cabello negro azabache cubría por completo su rostro, solo podía ver como sus hombros temblaban a pesar de tener sus codos apoyados en sus rodillas. Tenía una blusa negra de manga larga con un short del mismo color. Pero eso no ocultaba su mano izquierda vendada, también tenía con gasas sus rodillas, y las espinillas.
Estaba en shock, no sabía que hacer y más con una chica desconocida en mi casa.
-¿Quién eres?-Digo tratando de hacer mi mayor esfuerzo para sonar amenazante.
Pero solo logré hacerla sollozar más.
Algo despertó en mi, una presión en mi pecho, tenía el impulso de hacerle daño. Pero no entiendo por qué.
Mátala... Me dice algo dentro de mi. Se lo merece.
Mi cuerpo cedía a la voz, tenía una gran tentación de clavarle el cuchillo en pecho. Era como si estuviera dormida, sentía como si todo mi cuerpo estuviera completamente anestesiado. No podía hablar, solo podía agarrar más fuerte el cuchillo.
Desde mi ventana los rayos de la luna traspasaban y podía ver con claridad todo su delgado cuerpo; pero noté algo nuevo.
Había una mano en su hombro, una mano grande con los nudillos marcados de color blanco.
Apuñala su corazón. Me dice. Levanta ese cuchillo y mátala.
Sin dudarlo, alzo el cuchillo sobre mi cabeza y trato de ver dónde lo clavaré.
La chica con miedo me mira a los ojos. Era yo.
Con el cabello negro sobre sus hombros, su cara golpeada de la parte de las mejillas; pero lo más me inquietaba era que me estaba sonriendo.
-M...Mátame...-Me dijo, dejando caer sangre espesa de su boca.-Tienes que estar lista.
Con el corazón acelerado tomé impulso y la apuñalé en el corazón, fue tan fácil atravesar su pecho; me aterré al ver lo que había hecho.
Mi otra yo estaba quieta acostada en la cama, con los ojos viendo el techo, de su garganta borboteaba palabras sin sentido. Pero lo único que pudo lograr fue gritar. Fue un grito completamente desgarrador, sentía cada parte de mi cuerpo vibrar. Me tapé con todas mis fuerzas mis oídos con mis manos, quería que parara.
Cierro los ojos con la esperanza de que todo desapareciera.
De un segundo a otro se quedó callado y abrí mis ojos. Estaba en mi cama acostada y arropada. ¿Todo fue un sueño? ¿En qué momento me metí a la cama a dormir?
Al mirar a mi ventana noté que ya era de día. Sentía mis ojos irritados y cansados. No había descansado en absoluto.
Tomé el celular para revisar la hora; eran las 7:45. Si me apuraba podía llegar a mi clases y desayunar con Isis.
Así que con un suspiro, me arreglo para llegar pronto a la universidad.
————————————————————————
Después de dos clases sobre sociología, ya eran las 10 A.M. Así que me dirijo a cafetería para buscar si Isis estaba por ahí. No la había visto desde ayer por la tarde, antes de que sucediera ese sueño tan extraño...
Mientras hacía fila para comprar una sopa de vegetales, alguien detrás de mi me empujó el hombro.
Al mirar hacia esa persona noté que era una chica joven, de unos 18 años aproximadamente. Era unos 5 cm más baja que yo, en sus grandes ojos color miel tenía marcadas una ojeras prominentes.
-Por favor, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte después-. Me implora.Tiene una voz melodiosa.
-¿De qué hablas?-. Le pregunto incómoda quitando su mano de mi hombro.
-Ten cuidado...-Murmura. En su mirada notaba que realmente estaba preocupada de algo.
Asustada comienzo caminar hacia atrás para alejarme de ella, a lo mejor estaba bajo alguna droga y me estaba confundiendo con alguien más.
Al dar unos cuantos pasos sin mirar atrás choco con una persona.
-Uy, ten cuidado.- Dijo un chico riéndose.
-Lo siento...-Digo dando media vuelta para verlo.
Al mirarlo a los ojos me quedé completamente paralizada, era John. No podía creer que por fin lo tenía frente a mi, ¿sabe quién soy yo?
-Tranquila no pasa nada, te vi el otro día en el estacionamiento. Parecías asustada por la sangre ¿estás bien?-. Pregunto con una sonrisa perfecta que resaltaba lo blanco de sus dientes.
Yo no podía abrir ni un centímetro de mi boca, no podía dejar de mirar sus ojos y pensando en si esto no era más que otro sueño extraño.
Incómodo se acercó más a mi y me tomo del brazo.
-¿Te sientes bien? Parece que estás a punto de desmayarte.- Dijo preocupado.
Al sentir el contacto de su piel con la mía me hizo estremecerme. Podía recordar perfectamente cómo se sentía cuando me abrazaba, o cuando me agarraba así para encerrarme contra mi voluntad en nuestra habitación. Todos estos sentimientos revueltos hacían que todo a mi alrededor diera vueltas, y que el piso temblara.
¡Mátalo, mátalo, mátalo! Volvía a escuchar esa voz masculina dentro de mi cabeza. ¡Se lo merece!