Lorena caminó hacia Julia a contarle las muertes accidentales que ocurrieron en el edificio, estaba aterrada, de vez en cuando morían empleados accidentalmente.
— ¡ Julia ! — exclamó Lorena mientras Julia conversaba con los demás compañeros afuera.
Lorena se acercó a Julia. Julia se despidió de sus compañeros, fue con Lorena a tomar el autobús.
— Ay Julia si supieras lo que me han contado de este edificio ¡ Estoy aterrada ! — exclamó Lorena.
— ¡ Ya ni deseos tengo de estar en esta empresa ! — gritó. Julia la miró extrañada. Puso su mano en la espada de Lorena.
— Tranquila Lorena, tranquila. Puede ser que te hayan dicho eso para infundirte terror, no hagas caso a los comentarios — le respondió Julia.
— Además recuerda que somos nuevas — le recordó.
— Ese no es el hecho. El hecho es lo que ha ocurrido y no es una sola persona que me lo dice sino varias ¿ Te parece poco ? — le preguntó Lorena.
— Para mí no son pruebas suficientes, así que; déjate de tonterías — respondió Julia.
— Eres una cobarde — añadió Julia.
Lorena se enojó, prefirió callar. Julia se encontraba muy renuente a creer. Lorena se quedó en una parada y se despidió de Julia.
Al llegar a su casa le contó a su hija las historias que le habían contado de aquel edificio donde trabajaba actualmente.
— No tomaré horas extras en las noches, trabajaré mi horario normal, no quiero que me salga una de esas cosas que han dicho — comentó Lorena a su hija.
— Sabes... Hace dos días me senté en la parte trasera debajo del árbol y sentí unos escalofríos, me engranojé, los pelos de mi piel se erizaron, siento que hay algo extraño en el patio — añadió.
— No te sientas ahí mamá — le dijo su hija.
— No — respondió.
— Cuando algo me dice que sucede algo extraño es porque sucede algo, lo sé — añadió.
— Bien no te visitaré en tu trabajo — comentó Adele su hija.
— ¡ Uy qué miedo ! — exclamó Adele.