Después de que Néstor, Marcos, Lorena y Julia habían terminado de comer se retiraron a la parte trasera del edificio, ellos iban caminando mientras conversaban sobre lo sucedido el sábado, fue algo aterrador que atemorizó a muchas personas. Se sentaron cerca de una mata de manzana.
—Pero por aquí aparecen culebras —recordó Lorena —. Ay no. Yo me sentaré en otro lado.
—¡¿Qué?! —chilló Julia.
Lorena se levantó y Julia la siguió.
Néstor y Marcos se rieron.
—Cobardes —dijo Néstor.
Luego se levantó y se sentaron junto a ellas.
—Hasta que un día vean las culebras van a creerme —comentó Lorena.
—Eso lo sabemos —contestó Néstor —. Además recuerden que yo llevo mucho tiempo aquí. Tanto yo como Marcos hemos sido testigo de muchas cosas sucedidas por estos alrededores.
—Por lo tanto —reprochó Julia.
Se rieron otra vez.
—¿Y van a seguir burlándose de nosotros? —espetó Julia —. Ustedes no son más que unos cuervos.
Así continuaron en dimes y diretes hasta que Néstor vio una culebra alrededor de Marcos. Todos se asustaron.
—¡Marcos! —gritó Lorena.
—Oh por Dios —Lorena después de aclamar a Dios se tapó los ojos.
—Vengo ahora esperenme aquí —pronunció Néstor.
Néstor salió corriendo. Mientras el panorama seguía en su ruta luego apareció Néstor con un hacha y en lo que canta un gallo quitó la culebra procediendo a devorarla.
—Pensé que iba a morir —mencionó Marcos.
Lorena mantenía su mano en su pecho.
—Cobarde —comentó Néstor.
—Yo me voy de aquí —dijo Lorena.
Lorena se retiró y Julia la siguió.
Lorena partió y Julia la siguió.