Ya era otro día, Julia y Lorena discutían sobre si quedarse o no a trabajar, Marcos se aproximó y escuchó parte de la conversación, después que dejaron de hablar él se acercó a ellas.
—Lorena si quieres yo te puedo acompañar —se ofreció Marcos.
Lorena le sonrió y respiró profundamente.
—¡Ay gracias! Eres muy amable. Por lo menos me consuela al escuchar eso —contestó Lorena.
—Claro, sabes que siempre te he ayudado —dijo Marcos.
—¿Dónde está Néstor? —cuestionó Julia.
—Creo que está en parte trasera —respondió Marco —. Vamos.
Los tres caminaron y llegaron hacia Néstor. Lo vieron que buscaba algo.
—¿Qué es lo que buscas? —cuestionó Lorena.
—¡Unas malditas culebras! —gritó Néstor.
—¡¿Qué estás loco?! —se alteró Julia —. Es mejor huir.
Pues justo en ese momento Néstor la vio pero se le escapó iéndose adentro del edificio. Cosa que los alteró. Marcos y Néstor entraron y avisaron. Seguridad cerró la puerta de esa área. Julia y Lorena se quedaron en recepción.
—¡¿Qué?! —gritó Yuri cuando Lorena le comentó lo sucedido.
Yuri recogió sus cosas para irse.
—¡No pienso quedarme un segundo más aquí! —gritó —. ¿Y ustedes que piensan para retirarse hacia sus casas?
Se marchó.
—¡Vámonos! —exclamó Lorena.
Ambos abondaron el lugar ignorando los llamados de Marcos y Néstor. Que de seguro por dentro se estaban riendo.
—¡Vengan aquí, no se vayan!
—¡Julia! ¡Lorena!
De nada les sirvió porque más dos estaban decididas a irse. Yuri ya había alcanzado un bus. Julia y Lorena cuando pudieron tomaron un bus también.