Néstor se pasó todo el día rondando a Yuri y recordándole lo sucedido. Esta estaba muy emocionada.
—Creo que tu respuesta está noche será un sí —afirmó Néstor.
—¡Néstor ya párale, por favor! —exclamó Yuri.
Néstor se rió y se marchó.
En la salida Alex estaba conversando con Néstor cerca del basurero. De la nada vieron un lobo y se estremecieron.
—Alex pégale un tiro —demandó Néstor.
—Pero... —pausó.
—Pero nada carbrón —espetó Néstor —. No pareces que tienes huevos.
Alex temblaba.
Néstor se desesperó, le quitó el arma.
—¡No! ¡Con mi arma no! —protestó Alex.
—¡Al diablo tus mariconadas! —rechazó Néstor lo que Alex había dicho.
Néstor le disparó al lobo.
—¿Ves lo fácil qué es? —inquirió Néstor.
Alex se pasó las manos por su cara antes de hablar.
—La verdad es que iba a defecar —respondió Alex —. Y ya párale deja tus juicios de valores que cualquiera en una situación como esta le pudo haber sucedido lo mismo que a mí.
—No Alex —se negó Néstor a creer —. Cualquier persona no. Sólo a ti.
Alex arrugó su cara y se marchó. Néstor sólo se reia. Luego Néstor se retiró y vio Marcos.
—Marcos no me vas a creer lo que vi por el basurero de la empresa —guardó silencio.
Marcos lo mira a extrañado y sorprendido.
—No me cuentes más cosas de terror —contestó Marcos.
—Ah no, mejor no te digo nada —dijo Néstor después que rodó los ojos.
Le dio la espalda.
—Tengo cosas que hacer —se despidió Néstor.