Julia y Lorena estaban conversando sobre algo importante. De repente vieron a un hombre ensangrentado arrastrando a una joven, luego la tiró por las escaleras. Ambas se asustaron.
—¡Oh por Dios! —gritó Lorena.
—Lorena vámonos de este piso no vaya a ser que nos involucren —Julia agarró a Lorena llevándola hacia el ascensor.
Cuando salieron vieron a Marcos.
—¿Qué les sucede a ustedes? —cuestionó Marcos.
—Nada —respondió Julia.
Jaló consigo a Lorena.
—Pero. ¿No van conversar conmigo? —preguntó Marcos.
No dijeron nada y continuaron caminando. Y se marcharon para sus casas.
Luego Alex se puso en su lugar de trabajo en lo que llegaba Leo. Al rato Marcos se despidió de él.
—Te deseo suerte —felicitó Marcos a Alex.
Leo llegó con una cara que lo llevaba el diablo. Se le veía que no había tenido un buen día.
—Hey amigo no todos tenemos la culpa de que hayas tenido un mal día. ¿De acuerdo? —inquirió Alex.
Se sintió incómodo porque lo había atropellado y no siquiera se disculpó.
—No estoy para bromas —espetó Leo.
—Pero mira aunque sea a tu alrededor —mencionó Alex.
Escucharon el sonido de un ambulancia viendo que se aproximaba hacia el edificio. Ambos se tensaron.
—¿Y qué diablos habrá pasado ahora ? —cuestionó Alex.
—Ay no, ya esto no me está gustando. Aquí mueren personas constantemente. Este edificio tiene serios problemas —comentó Leo.
Los paramédicos salieron y entraron luego salieron con un cuerpo cubierto. Otra muerte más.
Leo y Alex se miraron.
—Yo como que estoy meditando dejar de trabajar aquí —sentenció Leo.