Capítulo ocho:
Catalina:
Había pasado dos días, desde que encontré el cuerpo de Sofía.
La gente no paraba de hablar, había rumores de todos lados. Sofía no era muy santa y la gente lo sabía, hasta su propia madre lo sabía.
Sofía era una chica de casa, buena, estudiosa, pero todo eso cambio desde que empezó a juntarse con Teresa y Jazmín.
Ella empezó a salir a fiestas, tener aventuras con los chicos, ella misma decía que por fin era un alma en libertad.
Era lunes en la mañana, estaba en mi habitación, la escuela se había suspendido una semana, por lo ocurrido con Sofía. Todos los estudiantes que habíamos ido a la fogata estaban en investigación, incluyéndome a mí.
El funeral de Sofía era mañana, aún no habían podido entregar el cuerpo, por las extrañas maneras que murió. Lo más raro de todo esto, era que Sofía no tenía tatuajes, la policía le encontró uno en el brazo.
Yo que fui la que encontró su cuerpo, ya había dado mi testimonio. No había encontrado nada y además era de noche, no le pude ver nada, esa misma noche entre en pánico y bloque mi mente.
Estaba en mis pensamientos, cuando escuche el timbre y bajé.
-Hola, amiga, ¿Cómo estás? –Me dice Rubí, dándome un abrazo.
-Hasta que te apareces, Rubí. – le dije sonando molesta, y terminando el abrazo.
-Perdóname Catalina, no quería dejarte sola. – Me respondió, entrando a la casa.
-¿Dónde estabas?, te desapareciste. Le pregunté, dándole una taza de café.
-Si lo sé, estaba con un viejo amigo. – Me respondió, dándole un trago a su café.
-¿Un amigo?, ¿Qué amigo? – Le pregunté, aún seguía molesta por dejarme y lo peor por un chico.
-Uno por ahí, viejo amigo de la familia.- Me respondió.
-Sí, ya sé qué tipo de amigo.- Le respondí, levantando una ceja.
Rubí, siempre ha sido la chica que le gusta tener sexo por diversión, no le importa clases sociales. Siempre en cuando estén guapos, nunca se ha dejado llevar por los sentimientos.
La primera vez que se dejó llevar por sentimientos, le fue un poco mal aún no sé si todavía lo recuerda, es incómodo tanto para Aurora y para mí preguntarle.
-No me juzgues Catalina, me encanta divertirme.- Me respondió, conun suspiro.
-¡wow!, ¿Y ese suspiro Rubí?-Le pregunté, sorprendida.
-¿Qué suspiro Catalina?-Me respondió, sonrojándose.
Ese suspiro era muy malo, significaba que Rubí ya había mezclado sus sentimientos con un chico. Aunque ella siempre esquiva las preguntás, siempre lo sabíamos cuando ella suspira y se pone roja.
-¿Vistes lo que le paso a Sofía?-Me preguntó, cambiando de tema.
-Por si no lo sabes, yo encontré el cuerpo semienterrado.-Le respondí.
-¿En serio?, eso no me contaron. .-Me respondió sorprendida.
-¿Fue horrible verla?, dicen que tenía marcas extrañas.- Me preguntó, sonando terrorífica.
-No, era de noche y además estaba medio enterrada.-Le respondí levantándome del sillón.
-¿Quién te dijo que tenía marcas extrañas?-Le pregunté curiosa.
-Me lo dijo Teresa.- Me respondió.
-¿Teresa?...-Le respondí completamente sorprendida.
-sí, ella me contó todo acerca de lo de Sofía.- Me respondió.
-¿Cómo sabe ella todo eso?-le pregunté más interesada.
-Ella me contó que vio el cuerpo de Sofía, antes de que los de la policía se llevarán el cuerpo.-Me respondió.
-Qué valor el de Teresa.-le respondí.
No podía creer que Teresa tuviera más valor que yo, yo apenas la vi y me asusté como gallina. Además mientras ella revisaba el cuerpo, yo tenía un ataque de miedo.
Qué valor el mío.
-Sí, que feo ver a una amiga así.-Me dijo.
-¿Y vas a ir al funeral? –le pregunté.
-Claro que voy a ir, aunque Sofía me caía mal, es nuestra compañera.-Me respondió.
-Sí, tienes razón.-Le respondí.
-Bueno, amiga, ya me tengo que ir.-Me dijo, dirigiéndose hacia la puerta.
-Nos vemos.-le respondí, acompañándola a la salida.
-Nos vemos mañana en el funeral.-Me respondió.
-Claro, adiós.-le respondí, viéndola subir a su carro e irse.
Estaba a punto de cerrar la puerta, cuándo veo salir de su casa a Adrián Ferrer. Él estaba con unos shorts color gris, y sin camisa donde obviamente se le notaba su cuerpo bien definido, colgaba de su mano izquierda una bolsa negra.
Él colocó la bolsa negra en la basura, cuándo entró a su casa y estaba a punto de cerrarla él me nota.
Se me queda viendo y sonríe, me guiña el ojo y cierra su puerta.
Entré a la casa y cierro la puerta, no lo podía creer que él me guiño el ojo.
Que arrogante es.
No había visto a los hermanos Ferrer desde la fogata, aún no sabía por qué se fueron y sin avisar.
Hasta el día de hoy, pude ver a uno de ellos y no fue al correcto. No sabía si Aarón me estaba evitando, desde que nos besamos era un poco incómodo para mí ir a su casa.
Deje esos malos pensamientos y subí a mi habitación, me recosté en mi cama a relajarme un poco.
El día paso sin novedades, todo paso tranquilo. Pero tenía un mal presentimiento, todo esto de la muerte de Sofía no salía de mi mente.
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Al día siguiente.
Estaba en mi habitación, preparándome para el funeral de Sofía. Ya estaba lista, solo estaba esperando a las chicas e irnos juntas.
Yo llevo un vestido negro, me llega hasta el muslo y mi cabello suelto.
Tocaron el timbre y bajé, abrí la puerta y eran las chicas.
-Hola, chicas.- les dije abrazándolas a ambas.
-Hola, Catalina.-dijo Aurora.
-Hola otra vez. Respondió Rubí, sonriendo.
-¿Rubí no creés, que vas a un funeral y no a una fiesta con ese vestido?-Le pregunté.
-Eso mismo le dije yo. Añadió Aurora.
Rubí llevaba puesto un vestido, color negro muy corto con escote. A ella siempre le gusta lucir bien, además de sentirse el centro de atención.
-Ya lo sé chicas, pero ya estoy aquí, ni modo de irme y cambiarme.-Nos respondió, frunciendo el ceño un poco.
-Está bien, vámonos o si no llegaremos tarde.-dijo Aurora, apresurándonos un poco.
Salimos de mi casa y nos dirigimos al funeral.
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-Sofía era una chica brillante, con un futuro increíble por delante, hoy la despedimos con tristeza.
Así empezó la ceremonia de Sofía, con palabras del ministro.
Sofía Sanz, de 17 años, fue encontrada sin vida en una fiesta estudiantil y tras estar semienterrada en el bosque.
Era la primera vez que algo así pasaba en el pueblo, nadie podía creerlo.
Al terminar la ceremonia, fuimos al cementerio para el entierro, nubes negras oscurecían el cielo.
Permanecí de pie a un lado de la madre de Aurora y de las chicas, mientras observábamos al ministro.
La familia Sanz lloraban desconsolados por su hija, su ataúd listo para ser enterrado, rodeado por todos de negro. Mis ojos cayeron en la familia, aún no podía creer que esto de verdad estaba pasando, la muerte de Sofía fue muy triste y misteriosa.
De pronto, el silencio reino por todo el lugar, todo el mundo observaba a alguien. Yo giró para observar lo que estaba pasando.
Los Ferrer.
El trío de hombres, caminaban hacia nosotros. El padre llevaba puesto un traje negro con corbata, su cabello está peinado perfectamente, lucia completamente serio.
El rostro de Aarón no mostraba ninguna expresión, su mirada se encuentra con la mía y sonrió, y su lindo rostro se iluminó al verme, su cabello café completamente ordenado, llevaba puesto también un traje negro.
Y Adrián…
No sabía qué era lo que tenía ese chico que llamaba un poco mi atención, era misterioso, arrogante.
Adrián tenía puesto un traje oscuro con corbata, combinando como su padre y hermano. Su cabello rubio estaba bien peinado hacia atrás.
Se acercan hacia nosotros, dónde Aarón pone un ramo de flores en el ataúd y les da el pésame a la familia.
Que hacían ellos aquí, la gente no para de murmurar que ellos eran nuevos y no conocían a Sofía.
Pero en la forma en que el padre de ellos, hablaba con los Sanz parecía que se conocían y muy bien.
Comenzó a llover y las docenas de personas empezaron a irse, otras sacando sus paraguas, la lluvia llevándose la atención de todos.
Oh no, me acordé que no había traído paraguas, y es en ese momento que me di cuenta de que llovía, pero yo no me estaba mojando.
Alce la mirada para ver un paraguas sobre mí, me di la vuelta y quedé frente a Adrián quién lo sostenía, con una expresión arrogante y sonriente sobre mí.
-Hola, Catalina.
-Tengo que irme.-Le contesté, dando un paso para alejarme.
Pero Adrián me bloqueo el camino, aun cubriéndome con el paraguas.
-Estoy siendo amable al no dejarte en la lluvia.- Añadió,- ¿Por qué no me dejas llevarte allá.-Él señalo el salón de refacción
Estaba lloviendo a lo fuete, el agua que golpeaba el suelo chispeaba en mis zapatos y piernas.
En silencio caminamos, caminé lo más rápido que podía Adrián me ponía nerviosa e insegura.
-No hablas mucho, Catalina.-Me dijo con esa sonrisa de sarcasmo.
-No mucho, menos con desconocidos.-Le respondí, sonando lo más normal.
-Aarón no es un desconocido, ¿verdad?-Me preguntó con esa misma sonrisa.
Silencio…
Sinceramente no sabía que responderle, con Aarón era diferente, aunque era serio, misterioso y tal vez guarda secretos, él me daba un poco de seguridad y eso lo supe cuando lo bese.
-¿Besa bien, Aarón?- me volvió a preguntar.
-¡muy… bien!-le respondí, con toda la satisfacción y con una gran sonrisa.
Desde de que dije esas palabras, el cambio de repente, su rostro se puso serio. No le gusto mucho tal vez mi respuesta, pero se lo merecía por arrogante.
El camino fue silencioso, más bien incómodo.
Me detuve, estábamos a un poco de llegar, pero ya no había nadie a nuestro alrededor, solo tumbas.
Afortunadamente dejo de llover, llegamos al salón, pero había un gran alboroto ahí.
Adrián y yo cruzamos miradas, y le devolví el paraguas y me dirijo hacia adentro, sintiendo solamente su mirada en mí.
-¿Qué paso Rubí?-le pregunté, acercándome a ella.
-Es Teresa.-Me respondió.
-¿Qué pasa con Teresa?-Le pregunté, un poco tensa.
-Desapareció.
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Editado: 17.12.2022