Los silencios incómodos no tardaron en atacarnos. Nos sentamos los tres juntos en la tercera fila a la derecha. Clear no tardó en levantarse e ir al baño a retocar su maquillaje. Al regresar, Bárbara fue quien se levantó y fue a buscar algo de comer. Decidí quedarme allí para cuando volviera, si las dejaba solas siquiera un segundo... supongo que habría otro accidente en Química.
Aproveché a charlar un poco con Clear acerca de fútbol. Sabía más de lo que podría esperarse de ella. Rápidamente nos internamos en el tema, la conversación iba de maravilla, por alguna razón parecía menos... ella que durante las clases. Cuando Bárbara regresó a su asiento y nos vio hablando... bueno, no hace falta aclarar quién terminó con la ropa llena de ketchup.
Me levanté para ir a limpiarme y Bárbara se levantó detrás de mí, siguiéndome hasta el baño. Cuando salí se disculpó por lo ocurrido, sonaba sincera, así que le expresé que no había rencores, era comprensible... supongo.
Volvimos a nuestros asientos y nos percatamos de que Clear ya no estaba allí. La buscamos de un lado al otro con la mirada, no tardamos en encontrarla hablando alegremente con Luca, buen momento para hacerlo. Me recordó lo tonto que había sido considerar la idea de que fuese una cita y deseché rápidamente todo pensamiento al respecto. Volví a acomodarme en mi lugar y ataqué una de las hamburguesas traídas por Bárbara. Instintivamente dirigí la vista al cielo, estaba nublándose a la vez que oscurecía y a lo lejos se notaban las grandes nubes negras y los relámpagos amenazantes.
El partido comenzó. A los 20 minutos de haber empezado, la otra escuela ya había anotado dos puntos. Pude notar algunas de las fallas de nuestra defensa, el muchacho que estaba en el arco no llevaba puesto los lentes que siempre usaba y se veía en mal estado físico, peor que yo quiero decir.
Recuerdo haber pensado: ¡¿Quién rayos lo puso ahí?! Pero eso fue antes de verlo evitar algunos goles. Jamás vi a alguien moverse tan rápido ni tener reflejos tan... felinos. La comparación me dio escalofríos instantáneamente. El resto de nuestro equipo, a grandes rasgos, se defendía bastante bien. Luca era rápido, Trend era calculador, pero sin duda el otro equipo tenía más experiencia en el juego que todos ellos juntos.
Al finalizar el primer tiempo fuimos a felicitar al equipo por anotar dos puntos seguidos.
Clear corrió a los brazos de Luca.
–¡Estuvieron geniales! –exclamó ella abrazándolo.
–Gracias, hermosa. Pero ellos nos están ganando –expresó Luca entre la frustración.
–Ustedes son muy buenos, seguro los pasan en el segundo tiempo –agregué.
–Sí, además noté que su portero no ve bien o algo. Sin contar que tiene una cicatriz de operación en la pierna derecha, cerca de la rodilla –comentó Bárbara, despertando la curiosidad de todo el equipo.
–¿De qué hablas? –quiso saber Luca mientras aun abrazaba a Clear. Todos voltearon hacia ella.
–Eso, cuando ustedes metieron el primer gol, él no pareció ver que venían por la derecha. Se dio cuenta cuando ya estaban sobre él y no alcanzó a reaccionar, trastabilló ligeramente –explicó Bárbara, parecía haber estudiado a los jugadores más que yo.
–¡Pueden idear algún plan ahora que saben eso! ¡Pueden ganar! –dijo Clear especialmente a su novio con animosidad, él estaba muy pensativo.
–¿Tú qué piensas Trend? –preguntó Luca.
–Puede funcionar... Aprovecharemos eso, iremos por la derecha a toda velocidad tras unos pases a la izquierda para confundirlo –contestó Trend ya ideando un plan.
–Ahora lo discutimos –dijo el entrenador metiéndose entre nosotros– Vayan a refrescarse, charlen luego –agregó, echándonos de manera indirecta.
–Hasta luego –dije dándome la vuelta. Bárbara y Clear también se despidieron.
Fuimos por algunos bocadillos más y volvimos a nuestros asientos. En eso, divisé a un chico con la cara irritada y el pelo chamuscado. Max. Rogué porque no me viera, pero, ¿Adivinen dónde se sentó? Sí, detrás de mí. Nunca me había sentido tan inseguro en mi vida como en aquel momento. No dejaba de pensar en todo lo que podría hacerme desde allí, patearme, empujarme, ensuciarme con su refresco, prender fuego mi ropa para que termine como él... (No, no soy paranoico... Usualmente)
Cuando Bárbara lo vio pensé que no lo haría... pero lo hizo. Se giró y saludó a Max, luego del accidente de esa misma mañana, ¡Accidente sospechoso en el que claramente estaba implicada!
–¡Hola! ¿Cómo has estado? –le preguntó con tanta naturalidad que daba miedo, sobre todo a mí, no sabía cuál sería su reacción. Aguardé en silencio, clavando mis uñas ne la palma de mis manos.