Rebeca
Alexa aprieta mi mano mientras el consultorio se llena con el sonido de los latidos del corazón de mi hijo, la imagen que muestra la pantalla no es mas que un grupo de manchas en negro y blanco de las que poco distingo.
Estoy conmovida, no puedo negarlo, pero aun así el miedo me atenaza, la idea de enfrentrar mis padres sobretodo a papá, me paraliza, sé que soy una mujer de 28 años, profesional e independiente desde los 22, incluso cuento con una buena cuenta de ahorros, pero siempre he sido la hija modelo, la más aplicada en el colegio y la universidad, la que no dio a sus padres ni un solo dolor de cabeza de cabeza y era colocada como ejemplo.
Yo deseaba ser madre pero al lado de un hombre amoroso, encarar la crianza de un niño sin la ayuda de su padre no será fácil y la habladuría que mi embarazo ocasionara en el trabajo no es poca, ni las consecuencias tampoco, estaba sumando puntos para lograr un ascenso, pero debo ser realista, si decido seguir con el embarazo seré descartada.
Las dudas me asaltan, tengo poca claridad en lo que debo hacer, Alexa y Miranda me alientan a tener al bebé, pero no sé si estoy preparada para ser madre y peor aún madre soltera.
La revisión finaliza y el doctor me da un grupo de indicaciones que debo seguir. Bajo de la camilla para luego dirigirme a mi oficina, las chicas se van a la clínica donde papá las espera para dar una vuelta por su trabajo.
Los días pasan y luego de una semana y media después de ingresar a la clinica mamá regresa a casa, Alexa dimitió de su trabajo para cuidar de ella, hecho que nos tranquiliza a papá y a mí al saberla segura y no en manos de una desconocida, debe asistir a terapia todas las semanas y aunque está muy sensible por todo lo que está viviendo, Alexa no deja que su ánimo decaiga, ni tampoco del resto de la familia.
Se ha convertido en nuestro pilar, especialmente cuando papá sufre a la par que mamá, en ellos se plasma la frase de tu dolor es mi dolor.
El calor en la oficina me golpea, el aire acondicionado se dañó desde la primera hora lo que empeora las nauseas y el dolor de cabeza que me aqueja las 24 horas del día, dicen que el embarazo no es una enfermedad y que es la mejor época de una mujer pero realmente lo dudo, me levanto a vomitar desde la madrugada, no soporto los olores fuertes y toda la comida me das asco, realmente no se cuanto más lo pueda ocultar en la casa y en el trabajo donde ya empiezan los cuchicheos.
Unas fuertes nauseas me hacen levantarme e ir de prisa al baño donde vacío el estómago, respiro lentamente tratando de calmar el malestar cuando escucho que la puerta se abre y opto por guardar silencio.
—¿No se por cuanto más tiempo guardará silencio?
—Le pesará decirle a todos que cayó como cualquier mujer en las mentiras de un hombre, ese Jackson si que la ha sabido hacer, ahora entiendo porque renunció con tanta premura.
—Si, no es ningún tonto, no quiso cargar con Santa Rebeca y el mocoso.
—¿Estás segura que Jackson es el padre?, quien sabe con cuántos más andaría la santurrona de Rebeca capaz y no sabe quién es el padre del bastarían.
—¿A quién le dijiste mocoso y bastardo? —reclamo con enojo, porque una cosa es lo que estas arpias hablen de mí y otro lo que digan de mi bebé.
Siento que la sangre bulle en mis venas y las ganas de tomarlas por el pelo no me falta, jamas he sido amiga de la violencia, pero de repente un instinto protector me ha tomado y me siento como una leona dispuesta a todo con tal que de proteger a su cría.
—A nadie.
—¿Segura?, porque sé bien lo que oí y si estoy embarazada o no, no es problema de ustedes y no les permito referirse a mi bebé con esos términos, les quedó claro. O debo ir a quejarme con el señor Ferguson.
—No es necesario.
Salgo del baño dispuesta a tomar el toro por los cuernos por lo que me dirijo a la oficina de mi jefe y le pregunto a su secretaria si esposible hablar con él, ella le marca y después de colgar me dejar pasar.
—Buenas tardes, Señor Fergunson.
—Buenas tardes, Rebeca. Sientate por favor, ¿qué necesitas?
—Gracias. Señor Fergunson, sé la confianza que usted ha puesto en mi gestion al postularme para el cargo de vicepresidencia comercial por lo que no he querido que se entere por otra persona aparte de mí, estoy embarazada.
—Felicidades, Rebeca, en hora buena, pero eres consciente que tu embarazo te puede perjudicar frente a los otros candidatos.
》La presidencia quiere a alguien 100% comprometido con el área, que este dispuesto a asumir largas jornadas laborales para sacar adelante los nuevos lanzamientos que prevé la compañía y pueda lidiar con el estrés y las exigencias del presupuesto de venta. Tendré que informarle inmediatamente a la central de tu estado.
—Lo sé, no ignoro las consecuencias pero estoy dispuesta a asumirlas.
—En ese caso, no me queda más que felicitarte nuevamente por tu embarazo, me imagino que el padre estará dichoso, ¿hay campañas de boda a la vista?
—No las hay, señor, este bebé será solo mío.
—Cuanto lo siento.
—Estaremos bien.
—Estoy seguro, ser madre soltera no es fácil pero tampoco imposible, mi hermana pasó por una experiencia igual hace unos años, pero ella supo salir adelante y hoy es una madre y profesional exitosa. Así que no dejes que esto te detenga.
—Gracias por sus palabras, Señor.
—De nada, Rebeca. Tienes listo el informe que te pedí elaborar.
—Si, acabó de terminarlo.
—Perfecto, necesito revisar las cifras del último mes.
—Ya se lo envió, señor.
Al salir de la oficina de mi jefe respiro profundo y suelto parte de la tensión que he acumulado estos días, todavía falta por contarle a papá.
Escribo un rápido mensaje a Alexa contandole que decidí continuar con mi embarazo y quedarme con el bebé, por lo que es necesario hablar con papá lo más pronto, si es posible hoy mismo.