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Paula sintió un escalofrío mortal al leerlo, pero aun así siguió caminando; queriendo descubrir la verdad de por qué su difunta vecina y otras más decían ver a su esposo por estas zonas.

Al llegar donde pensó que era, había un bar con una melodía musical muy extraña, la cual ella nunca en su vida había escuchado. Habló con unos señores que se miraban súper agobiados del sueño para saber si conocían de su pareja, pero al ellos escuchar ese nombre, solo se miraron súper incomodos y prefirieron no pronunciar una sola palabra.

Una persona a la cual no se le notaba el rostro por su gigantesco sombrero de guano, la llamó. Estando sentado en una silla de campo con sus piernas hacia dentro, tapándolas con un inmenso saco.

—¿Dígame? —Se acercó ella.

—Usted… —Percató que era un señor por su voz. —Usted viene en busca de Mark, ¿verdad?

—Sí, ¿usted quién es? ¿Nos conocemos? —Preguntó con su ceño fruncido.

El señor procreó una risa seca. Ella desconocía…