Kael asintió enérgico varias veces esperando la señal, percibiendo como sus terminaciones refugian con calor. Las líneas marcadas de su piel en la mano desprendían un tenue brillo a penas perceptible para cualquier ojo humano.
Pero para quienes le rodeaban, incluso para él mismo, una misteriosa aura fría en contraste con su temperatura corporal resurgía alrededor igual de tenue.
Un resplandor rodeó al completo su pequeño cuerpo en el momento donde aquel cachorro frío lanzaba sus fauces hacia él.
El afilado borde de los colmillos rasgó su fina piel recubierta por barro fresco. Pero estos no tuvieron tiempo de hacerle sangrar; sus terminaciones desde la profundidad provocada por la herida fueron invadidas en cuestión de milésimas. Una fina escarcha le recubrió el antebrazo. De no ser por apartarse instintivamente dado el sobresalto que sufrió nada más ser mordido y a causa del estallido que provocó hacer retroceder a la bestia Kael temió haber perdido un brazo.
Aunque lo había salvado por muy poco.
Sin desprenderse de su mueca adolorida tras el aterrizaje forzoso sobre la hierba igualmente fría, apretó la zona afectada con rabia. Se sintió avergonzado y humillado a partes iguales. Kael decidió incorporarse con una rabia renovada, directa hacia quien ahora tenía aún más en su punto de mira.
El lobo, muy al contrario, semejaba igualmente sereno que antes sin apartar tampoco su atención del niño.
En posición amenazadora, Kael lo imitó, satisfecho en parte por su ataque no tan fallido. Le había provocado daño. Podía verlo sobre aquel pelaje ahora recubierto por tierra y algunas gotas sangrientas deslizándose entre los mechones blancos.
Y aún habiendo sufrido las consecuencias de sus ansias, seguía acalorado en su interior. Sentía brillar un extraño y pequeño furgor.
-Kael, espera. Lo que a ocurrido ahora...
Pero él no prestaba atención.
Volvió a lanzarse sin dudar nuevamente concentrado en general el mismo ataque de energía lumínica directo hacia el lobo ahora saltando tambien a por él.
Un nuevo estallido interrumpió liberando cierto calor más palpable. Kael recibió otro mordisco helado directo al hombro, pues su ataque había sido desviado por pocos centímetros. Aún así, la cría había gruñido gravemente en protesta al haber sido extrañamente quemada en el lomo.
Muy poco, pero ahí estaba.
Su pequeña distracción le salió cara, pues acabó casi hasta el cuello recubierto nuevamente por aquella escarcha. Los nervios parecían estar paralizados, pero no por ello se sentía más frío.
Al contrario. Kael gritó enfurecido dado el dolor y se forzó aún más por darle un puñetazo directo en la mandíbula aprovechando que esta aún se clavaba con insistencia.
Comenzaba a verse enrojecido. El puño impactó con tal fuerza que hizo retroceder al animal hasta soltarle. Los colmillos de este desgarraron nuevamente su piel con el movimiento brusco, aumentando dicha escarcha creciente a cada segundo.
Kael no pensaba detenerse ahí. Ambos empezaron a respirar trabajosamente, especialmente él dado tanto acaloramiento acumulado dentro suya. Incluso notaba los nudillos ardiendo.
Quería aprovechar haberle echo caer para asegurarse la victoria. Tenía euforia incluso, un aura pesada que gritaba querer más. Pero cuando corrió hacia la cría unos finos y pálidos brazos le alzaron por las axilas empapadas en sudor del suelo con un grácil movimiento en compás con el viento que traspasó el lugar.
A decir verdad, todo él se encontraba recubierto de este.
-¡Basta! Jovencito, tienes un espíritu digno del diminuto guerrero que eres. Pero te saltaste la norma, ¿no es así? ¡Tramposo!
Reprochó Aidana juguetonamente, mas con marcada firmeza.
-¿¡Qué es?! ¿¡Qué se supone que es esa... Esa bestia!?
Exigió con su carrasposa voz plagada por cansancio e interrumpida por constantes jadeos.