En el bajo mundo astral las leyes eran impuestas por el gran y desalmado Samuel, todas las criaturas oscuras desde los demonios menores hasta los espíritus malignos obedecían a sus órdenes sin dudar, solo los demonios que compartían el mismo rango que Samuel pero que se encontraban bajo la escalera de mandato se movían a su antojo sin necesitar que su rey les indicara que hacer.
Sus vasallos de confianza, como los llamaba el rey de los demonios. Aquellos que al igual que él bebieron el veneno de la espada del inframundo y les convirtió en los dioses del Caos. Su crueldad y oscuridad se había extendido sobre la tierra hasta el día en que el creador de Adán decidió correrlos con su luz y sus ángeles a los confines del submundo.
Le odio desde ese día y se propuso ir contra toda su creación hasta que consiguiera alcanzarlo con su venganza. Disfruto cada golpe que le propino a los Hijos de Adán, se divirtió con su sufrimiento y gozo cada golpe certero a su amor, su fe y su esperanza.
Uno de los golpes que más disfruto fue el de corromper sus sangres, había festejado el logro de Guaxa cuando consiguió con sus juegos convertir a dos simples humanos en criaturas de la oscuridad, inmortales con almas condenadas. Disfruto aún más cuando los otros demonios decidieron hacer lo mismo y le dieron vida a los temibles Ancestrales.
Los Dearg-Due fueron los primeros, los hijos de Guaxa, criaturas hermosas con apariencias humanas pero caminantes de la noche y sedientas de sangre. Luego los Wulver, creaciones de Agra, magníficos seres oscuros que se despojaban de su apariencia humana para convertirse en criaturas mitad hombre, mitad lobo. Los W'rêumlr provenientes de Belfegor; criaturas destructivas capaces de convertirse en reptiles con la peculiar característica de poseer un veneno capaz de paralizar a cualquier ser con alma pura. Los Goblins sin duda eran el orgullo de Origi, bajo sus rostros infantiles se encontraban ocultas miradas felinas, filosas y letales garras, podían engañar a cualquiera, pero resultaban ser despiadados. Los Kirin fueron los hijos de Qónvru y adquirieron de su padre la capacidad de adquirir la forma de un ser mitad hombre mitad cabra. Finalmente los Phateng, en su mayoría mujeres hermosas, las hijas predilectas de Addanc.
Todas esas criaturas se alimentan de la sangre de los Hijos de Adán y tenían la posibilidad de convertirlos con una mordida que les permitiera liberar su veneno en su sangre. Samuel se divertía controlándoles, manejándolos a su antojo y utilizándolos para cimentar su venganza. Solo existió un ser capaz de hacerle retroceder, solo existía una piedra en su zapato que sus apreciados Ancestrales respetaban más que a él.
Si fuera capaz, Samuel acabaría con la vida de Metatron con sus propias manos, pero su poder de Arcángel jamás desapareció, a pesar de ser expulsado del cielo su misericordiosa Fuente no lo desamparo, permitió que conservara su fuerza y quizás incluso un poco de su gracia. Estaba harto de vivir bajo la sombra de aquellos ángeles, de esconderse en el submundo. Esa era su principal razón para aprovechar la ausencia de su enemigo, para actuar a su antojo y finalmente poner sus codiciosas manos sobre el fruto del árbol de la sabiduría.
_ Se acaba el tiempo, Samuel._ Agra se deslizaba por las paredes sin hacer ruido y expectante de la reacción de su rey._ Tic, toc, Tic, Toc, hace el reloj.
_ Cierra la boca, Agra, no eres quien para opinar…
La mirada lasciva de Agra viajo por todo el exuberante cuerpo de Lilith, detestaba a la mujer pero su cuerpo le parecía lo más suculento que jamás habito su mundo. Si tan solo pudiera cerrarle la boca, seria perfecta.
_ Quien no es nadie aquí, eres tu mí querida Lilith._ Agra paso la lengua por sus labios provocando la ira de la mujer._ Te recuerdo que solo sigues viva porque a Samuel le encanta jugar contigo, el día que encuentre otro juguete más llamativo te desechara.
Samuel se carcajeo con el comentario, no estaba tan lejos de la verdad y aunque no le gustaba que se pregonara por todas partes la verdad de sus inclinaciones en ese momento le divertía ver la rabia burbujeando en los ojos de Lilith y el pecado aflorando en Agra de manera desmedida.
Lilith avanzo a paso lento hasta quedar frente a Agra, paso una de sus afiladas uñas por la garganta del demonio mientras este la observaba fijamente. Una gota de sangre resbalo por su dedo y corrió por su piel blanca y limpia.
_ Cuida tu lengua, demonio.
Agra rio y la agarró del brazo con fuerza, su otra mano la enrollo en su cabello y la jalo hacia su cuerpo obligándola a besarlo. El beso fue brutal, tanto que rompió el labio inferior de Lilith. La sangre tiño de carmesí los carnosos labios de la mujer y Agra como para aumentar su diversión paso su lengua lamiendo su sangre, Lilith le escupió sintiendo asco por el demonio.
_ Ten cuidado, mujer._ Le advirtió Samuel desde su silla._ No juegues con un demonio que no sabrás controlar.