Era normal ir por la calle y encontrarse personas con sus enredaderas hasta el cuello, bastante común era ver sujetos morir por aquel sentimiento llamado AMOR.
No obstante, para Júpiter una cosa era ver a aquellos individuos con sus miradas depresivas andar a su lado, y otra muy distinta era pasar a ser uno de ellos. Él no quería eso, pero ahí estaba.
No quería contarle a nadie todavía, en su trabajo todo iba normal, pues sus enredaderas aún no se habían expandido lo suficiente para que se pudieran notar. A los días apenas llegaban a las rodillas por lo que podía ocultarlas a la perfección, pero olvido lo bien que lo conocía el amor y su martirio apareció, fue la primera en notarlo, enojada lo había hecho regresar a su hogar, donde ninguna otra persona pudiera verlos, encerrados los dos en la habitación, se dispuso a levantarle el pantalón desde su parte superior y le señalo lo que para él era hasta entonces un secreto, pidiéndole una explicación. En ese momento Júpiter simplemente se encogió de hombros y le susurro en suaves palabras un…
“Me enamoré”
Con los ojos cristalizados decidió llorar, él no quería perderla, Saturno era esa persona a quien más apreciaba, quien le daba sentido al absurdo mundo en el cual vivía y que lo observara muriendo, no era lo que deseaba.
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Editado: 13.10.2020