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– ¿Dónde están ahora? – dije mientras me acercaba a la salida de la oficina.
– En el piso 6, en los suministros – salí de la oficina y corrí hacia el ascensor y apreté el número 6, antes de que se cerrara el ascensor Catherine entro y se quedó al lado mío hasta que llegamos abajo, apenas se abrió la puerta los vi sacando las cajas que se encontraban dentro del conteiner, salí hecha un rayo hacía dónde estaba Matilde que les estaba gritando, ella también estaba bastante enojada.
–¿Por qué mierda robaron eso? – ella estaba igual de enojada que yo –¡Son unos idiotas, dejen de sacar cajas par de bestias inútiles! – apenas dijo eso y todos se dieron vuelta a verla enojados.
– No nos trates de bestias Matilde porque no lo somos – dijo un chico que no logro reconocer, aunque su voz me parecía bastante conocida.
– ¿Cómo quieres que les digamos? – dije haciendo que todos me empiecen a observar – Ladrones les quedaría mejor.
– Lydia... – dijo Matilde – yo... – estaba nerviosa al verme, no entendía porque estaba nerviosa, con su actitud anterior sé que ella no tiene nada que ver con esto.
– Tranquila sé que no tienes nada que ver con esto, pero me gustaría saber algo ¿A quién se le ocurrió la idea de robar un conteiner a plena luz de día? – pregunte viendo a todos los que estaban cerca del conteiner sacando cajas del interior de este.
– A mí – salió Zenda de adentro del conteiner mirándome nerviosa.
– ¿Por qué? – pregunte haciendo notar mi claro enojo contra ella y los demás.
– Nos faltan suministros, no vamos a poder vivir, es la única forma de seguir viviendo en este infierno – me acerqué a ella y vi miedo en sus ojos.
– Y no se te ocurrió avisarme – le dije, yo tal vez pudiera ser varios centímetros más baja que Zenda, pero eso no era impedimento para intimidar a la gente, aunque claro la altura sirve bastante, pero es algo que no tengo, pero si la cara, aunque era como si siempre estaba enojada, pero solo soy muy seria.
– Yo... – empezó a decir temblorosa por los nervios.
– Claro que no se te ocurrió – le dije bruscamente logrando que se asustara – pero si se te ocurre robar un conteiner a plena luz de día sin decirle a nadie, ¿Y si les hubiera pasado algo?
– Si les dije a ellos... – ella apunto a los que estaban ahí excepto a Matilde y Catherine, las cuales estaban una cada lado de mí.
– Ellos no cuentan – me aleje un poco y grite –¡A ningún idiota se le ocurrió decirme su gran idea! – estando en el piso 6 gritando hacía que se escuchara un eco.
– Pero... – empezó hablar el mismo chico de hace un rato atrás.
– ¡¿Alguien los vio?! – interrumpí al chico a propósito.
– Nadie se dio cuenta – hablo Zenda haciendo que me girara a verla exclusivamente a ella.
– ¡Nadie se dio cuenta! – estaba súper enojada – ¡¿Cómo nadie se da cuenta que le acaban de robar un conteiner?! – ciertamente me parecía insólito que nadie se diera cuenta que se acaban de robar un conteiner de un barco, esas cosas son enormes no pueden pasar desapercibidas, lo más probable es que no tuvieron forma de atacarlos.
– Pero no se dieron cuenta – hablo una chica que tampoco sabía quién era.
– ¿De qué era el barco? ¿De qué país era? – pregunte queriendo saber, algo que había aprendido de mi padre es que los barcos cuando están en aguas internacionales tienen que llevar una bandera para saber de dónde son, pero estas al estar en aguas nacionales como las chilenas deben cambiar su bandera a esta y alguien de nuestro país toma el control del barco y así funciona en todos los países del mundo, según lo que me había dicho mi padre.
– No tenía bandera, no sabemos que exactamente trae el conteiner – dijo Zenda asustándome, si el barco no tenía bandera entonces podría ser un barco de contrabando, claro no estaba tanto el riesgo de que alguien avisara de que personas, de la nada, se robaron un container, pero la verdad no sabía que era mejor4 o peor.
– Abran una caja – les dije fuerte y claro para que hicieran lo que les pedía de inmediato.
– ¿Qué? – el mismo chico de antes volvió hablar.
– Que abras la maldita caja – le dije lentamente, abrieron una caja que la habían sacado hace poco, la abrieron y lo que había adentro nos sorprendió a todos.
– Armas...esto no nos sirve – dijo Zenda, desesperada empezó abrir las otras y en todas había lo mismo, me acerque a una caja donde se encontraba un arma que siempre me llamo mucho la atención, había una katana, la tome y saqué de la caja, la observe ya que nunca había tenido una en mis manos, era impresionante – Esto no es lo que espere – dijo Zenda.
– Todos los involucrados en el robo vayan a mi oficina ahora – dije todo sin quitar la vista de la katana, esta era bastante ligera, pero sin dejar de ser espectacular.
– Lydia... – dijo Matilde haciéndome volver a la realidad.
– Vamos, hay que arreglar esto – dije dejando la katana de vuelta a su caja. Subimos de vuelta al ascensor y apreté el 1. Cuando llegamos entré de inmediato a mi oficina y los vi a todos parados con cara de susto, pasé a su lado y me senté en mi silla y empecé hablar.
– ¿En qué estaban pensando? – hable lo más tranquila que podía, aunque aún estaba bastante molesta.
– Nosotros solo la seguíamos a ella – dijo el mismo chico de hace rato, la verdad es que este chico no me agradaba para nada.
– Pero fue su decisión seguirla, nadie los obligo – le dije al chico y a los demás – asiqué no me digan que ella tiene la culpa, porque ustedes piensan por ustedes mismos – yo sabía que el chico se estaba tratando de salvar, pero era inútil si lo intentaba conmigo.
– Pero... – volvió hablar el chico, pero lo interrumpí de inmediato.
– Pero nada, Zenda ¿Por qué? – esta vez me dirigí a ella para saber sus razones, aunque ya me las había planteado cuando estábamos en el piso 6, en el fondo de mí quería entenderla, pero aun así no podía entenderlo por completo.