El cuerpo me duele, siento que si muevo aunque sea un dedo me moriré del dolor, pero de todas formas quería moverme, estar paralizada no era una de mis cosas favoritas; abrí los ojos y me di cuenta que estaba en una habitación de hospital sola, cuando trate de sentarme sentí como una restricción en mi mano izquierda me impedía moverme libremente, me habían esposado, era más que obvio que esto iba a pasar, yo era la persona más buscada en el mundo no solamente en mi país.
Cuando deje de preocuparme de que estaba esposada trate de empezar a recordar todo lo que pasó en el edificio, recordé la pelea, también como Mario hizo explotar una bomba que estaba atada a él y como dos cuerpos saltaban delante mío, traté de pensar quienes habían sido, pero al recordar después que algunos trozos de algo sólido y frío pensé en que podría ser Zigor para protegerme ya que estaba cerca de Mario, en medio de mi debate mental un hombre entró en la habitación, el cual era un policía y entró junto a una mujer que podría decirse que era una enfermera, ambos se acercaron a mi, pero cuando intenté moverme ambos pararon, supe en ese momento que me tenían miedo a que les hiciera algo y se los iba a dejar en claro.
– No les voy hacer nada – dije cuando terminé de acomodarme – pueden estar tranquilos.
– ¿Tranquilos? – dijo el policía con el ceño fruncido – cómo vamos a estar tranquilos con gente como tú sueltas por la calle, eres un monstruo y quieres que estemos tranquilos
– No soy un monstruo – dije tranquila, no deseaba hacer la situación más difícil de lo que era – solo me convertí en algo que gente como usted no puede entender, fue mi decisión al igual que mucha otra gente lo hizo – cuando termine de hablar vi a las dos personas, la enfermera parecía "orgullosa" y me pareció raro, en contrario el policía me seguía mirando con el ceño fruncido – me gustaría saber algo, claro si no es molestia.
– ¿Qué quiere saber? – me habló muy amable la enfermera.
– ¿Cómo están mis compañeros? – dije – las personas que estaban en el edificio conmigo.
– Bueno ellos...-- empezó a decir la enfermera, pero el policía la interrumpió.
– No tienes derecho a saber eso – dijo enojado – solo voy a decir una cosa, tu y tus amigos o compañeros, o como les digas, todos van a ir a la cárcel cuando se recuperen – cuando terminó de hablar se giró y salió de la habitación dejándome con la enfermera.
– Tus compañeros están bien – dijo mirándome fijamente – claro ahí algunos más graves que otros, pero están bien.
– ¿Hay algún muerto? – pregunte en un tono bajo.
– Lamentablemente sí – dijo también en un tono bajo – murieron 23 personas.
– Me podría decir los nombres – pedí aunque dentro de mí sabía que no me los daría.
– No sé los nombres – dijo y supe que mi esperanza de saber quién había muerto y la incertidumbre tarde o temprano me pasaría la cuenta – pero me los podría conseguir para que usted los sepa.
– Harías eso ¿De verdad? – dije sin creer lo que estaba escuchando.
– Si – dijo con una sonrisa – ahora voy a conseguirlos.
– Espera – la llamé antes de que se fuera – ¿Cuál es tu nombre?
– Me llamo Marta – dijo antes de salir.
Pasaban los días y la enfermera no volvía, creía que ella me había engañado, pero algo dentro de mi decía que confiará en su palabra, que confiará en que llegaría y me daría la información que le pedí aunque ella no tenía por qué dármela necesariamente ya que yo era una "fugitiva" y eso le podía afectar en su carrera, de todas formas yo no quería ser la causa de sus problemas. Yo solo podía pensar en que no quería ver el nombre de Zigor ya que una visión borrosa me venía a la mente, él saltando delante mío, pero también veía otra figura que no podría decir quién es, el miedo me consumía más y más y yo solo podía quedarme a esperar.
Después de varios días apareció la misma enfermera con otro policía, este se veía un poco más agradable que el de antes.
– ¿Tu eres Yael? – dijo apenas llegó, yo solo asentí en afirmación a su pregunta – Mi nombre es Juan y vengo ayudarte.
– ¿Qué? – pregunte sin creer lo que había escuchado.
– Voy a sacarte de este lugar – dijo con voz clara, pero amable – pero tengo una condición.
– ¿Cuál sería? – pregunte mientras me acomodaba por séptima vez en el día, podía estar acostada, pero es bastante incómodo.
– Que tu y tus amigos me enseñen las kinesis – ahora si no podía hablar, lo que menos esperaba era que un hombre se interesara en algo como las kinesis, claro me hacía en cierta parte feliz ya que era un a persona que quería cambiar su vida, pero igual era extraño que alguien como un policía se interesara en algo como lo que yo hago – ¿Pasa algo con mi condición?
– No para nada, solo que me sorprende bastante lo que me pide – dije aún sorprendida – pero claro que lo ayudaré hacer todo lo que yo hago si me saca de aquí.
– Muy bien – dijo dándome una sonrisa
– Yo le conseguí los nombres – habló Marta – me costó que me los dieran por eso no vine antes.
– No te preocupes – dije amable y regalándole una sonrisa – me los pasas por favor – asintió y me entregó una hoja con varios nombres, me encontraba nerviosa tenía miedo, pero por fin sabría quién había fallecido. Cuando empecé a leer los nombres al principio no se me hacía ningún conocido hasta que leí en nombre de Nadezhda, me paralice, no lo podía creer ella estaba muerta – Esta mujer – pregunté mostrándole el nombre a Marta – ¿Cómo murió?