Todo el día Serena había estado entre nubes, y con una nueva energía dio sus clases, tan amena como siempre, los otros maestros no creían lo que veían, pues los chicos de las diferentes clases siempre era muy ruidosos y distraídos, y con ella estaban callados y atentos.
Lo que no había notado nadie, mucho menos Serena, es que todos los alumnos habían hecho correr la voz, de que un hombre grande y de apariencia peligrosa vigilaba a su joven maestra y no queriendo que le pasara nada malo, esa tarde un numeroso grupo de chicos la acompaño a la parada del autobús; mientras esto sucedía, unos metros más atrás un grupo aún más grande rodeaba a Max, todos ellos con cara de pocos amigos y peores intenciones; por lo que él con voz dura les exigía:
-Déjenme pasar, que demonios les pasa a todos ustedes?- Lo que provocó que los chicos cerraran filas inmediatamente.
-Que quieres con la Srta. Maxwell- Dijo una voz seria y potente dentro del grupo, y un chico alto, del tipo latino se abrió paso hasta quedar frente a Max, enfrentándolo como si fueran de la misma estatura y fuerza.
-Quien eres tú para interrogarme? hazte a un lado y déjame pasar.
Y diciendo esto trato de quitar al chico que se interponía en su camino, pero en respuesta solo recibió un fuerte golpe al estómago que lo tomo por sorpresa y lo doblo hacia adelante, tras lo cual comenzó a recibir todo tipo de golpes y solo alcanzo a escuchar
-Yo soy Diego García y todos estos son mis amigos, y te aseguro que esta será la última vez que sigas a nuestra maestra, pues te ira mucho peor si intentas hacerle daño.
Max, tratando de defenderse sin lastimar a los chicos trato de alcanzar su placa de identificación para que dejaran de agredirlo, por lo que cuando pudo identificarse, les explico.
-Miren chicos yo no intento dañar a la srita. Maxwell, soy su guardaespaldas, pero no puedo estar dentro de la escuela así que la vigilo desde una distancia prudente, no tienen por qué alterarse, más les agradeceré su ayuda si alguna vez notan algo sospechoso, solo llámenme a cualquiera de estos números, el primero es mi celular, los otros son de mi oficina, solo pregunten por mí, ahí está mi nombre.- Dijo entregándole al chico que se Identificara como Diego una tarjeta con varios números telefónico
-Pues como íbamos a saber quién es usted, en fin solo podemos disculparnos por los golpes que le hemos dado, y en cuanto a la Srita. Maxwell puede estar seguro de que le llamaremos si vemos algo que no nos guste; verdad muchachos?
A lo que todos los chicos detrás de Diego asintieron con la cabeza y a murmullos; Max a pesar del dolor que sentía pues a pesar de ser solo adolecentes sabían pegar y duro, solo pudo sonreír, al ver que Serena en poco tiempo no solo se había robado su corazón, sino el de todos sus alumnos, y dirigiéndose a su auto se fue seguro de que todo estaría bien, por lo menos dentro de la escuela secundaria.
Serena al no darse cuenta de lo que pasaba con Max, simplemente siguió con la rutina de subir al autobús, viajar en este hasta su parada habitual y al bajar esperaba encontrar a Max ahí esperándola pero al no verlo esperándola como era costumbre, se dirigió al departamento; y tomando todas las precauciones tal y como le enseñara Max, abrió la puerta y prendió la luz, al ver todo tal y como lo dejara por la mañana entro y se dirigió a la mesa a dejar sus cosas, para después ir a su habitación a quitarse los zapatos y ponerse una sandalias de casa, cuando llamaron a la puerta.
- quién es?
- abre querida, soy yo
La voz de Max se escuchaba cansada y cuando abrió la puerta se sorprendió, ante lo que encontró; del hombre alto y orgullosos que viera a lo lejos al salir de la escuela, con un traje que hacía poco por ocultar su musculatura, ahora el que estaba frente a ella estaba despeinado, con el traje roto en algunas partes y varios magullones en el rostro
-Max, pero qué diablos te paso? Mira cómo vienes? Quien te golpeo de esa manera? O es que acaso te peleaste con un tren?
-Cállate y deja que me siente.- Su tono era serio, cansado y dolorido, pues se veía a las claras que le dolía todo el cuerpo.
-Pero dime que te paso
-Querida, lo que paso es que un grupo de poco más de treinta chicos de secundaria, alumnos de una hermosa y joven maestra se me echaron encima, pues creían que yo te había hacer daño, hasta que no pude identificarme, dejaron a golpearme
-Hay, Max lo siento tanto
-Yo no mi amor, ahora sé que dentro de la escuela estarás más que segura, con semejante grupo de defensores.
-Max, cuanto falta para que todo esto termine?
-Que es lo que pasa? Acaso es que te quieres librar de mí?