Capítulo 5

Otra vez estoy en la enorme casa, el señor mayor que me recibió la vez anterior me guía hasta la sala de la gran chimenea, unos pasos se sienten en el piso de arriba y siento como una lengua lametea mi mano. Lebrun me coquetea para que lo acaricie pasando una y otra vez por mi lado rozando su cálido pelaje contra mis piernas, su dueño aparece pidiendo que lo siga obedeciendo en el acto.

Recorremos un largo pasillo con varias puertas, toda la arquitectura es lujosa y deslumbrante a la vista. Subimos unas escaleras y nos adentramos a lo que parece un espacio separado de la casa principal y la que también tiene varias puertas. Arden entra a la última la cual está llena de armas de todo tipo y usadas en todos los tiempos. Desde Ballesta, mazos antiguos, arcos, pistolas, escopetas, interminable variedad de cuchillos y todo el armamento inimaginable para surtir a un ejército entero.

El chico elige una escopeta que lanza hacia mi y antes de que caiga la atrapo en el aire posicionandome en forma de ataque con el cañón enfocado en él, la cara de sorpresa que me brinda no la borra nadie.

— Va a resultar que no eres tan inútil como pensé —musita en tono sarcástico —pero si no la sabes usar, podrías hacerte mucho daño antes de hacértelo yo

— Sé manipularla, mi padre era aficionado a las armas y desde pequeña me enseñó a usarlas —respondo reparando el arma en mi mano

— Perfecto, menos trabajo para mi

Sigue recorriendo la habitación y puedo notar como los ojos le brillan por la euforia que siente estar entre armas.

— Nos hacemos llamar Loups —comienza a hablar mientras sigue caminando —somos una especie, vamos a llamarlo "justicieros"

— Justicieros?? —levanto una ceja —Justicieros que matan, creo que no tienes bien definido el concepto

— No estás aquí para eso —exhala mientras me distraigo con su camisa negra con algunos botones sueltos que deja descubierto su pecho —estás aquí porque se te dio una oportunidad para luchar por tu vida —sostiene un cuchillo con la punta más afilada que he visto  —dentro de dos días será tu iniciación

Su mirada retorcida sigue recorriendo el cuchillo y logra que trague en seco, la blancura de su pelo brilla en la poca iluminación de la habitación.

— Hay dos reglas fundamentales para ese día, primero tendrás que jurar tu lealtad con sangre —su voz son espadas atacando mi subconsciente —y la otra tendrás que hacer justicia a alguien

—E.e.e... eso que significa? —tartamudeo un poco

—Que tendrás que matar

Mi mente no quiere procesar lo que acaba de escuchar, salgo de la habitación, no quiero estar aquí, no quiero respirar este ambiente, no quiero saber en qué momento mi vida se convirtió en un desastre, más de lo que ya lo era. El aire no me es suficiente y empiezo a respirar aceleradamente, siento como me ahogo, mis pulmones exigen más oxígeno, sudo desesperada y estoy teniendo un ataque de ansiedad.

— Entre más lo pienses, más difícil será —Even aparece frente a mí junto a Cronos

Su mano alcanza mi rostro apartando las hebras de pelo empapadas de sudor, colocándolos detrás de mi oreja y quedando sus manos apoyadas a cada lado de mi cara, el gris de sus ojos conecta con los míos

— Shhh... —mueve la cabeza a los lados —ya pasará, las personas pierden mucho tiempo de la vida pensando —su aliento agradable a fresa toca la piel de mi nariz —pensando, fabricando películas en su cabeza, suponiendo, creando espectativas y es entonces que el choque con la realidad le tuerce las emociones

Inexplicablemente mi ansiedad se va calmando y mi respiración vuelve a su ritmo natural.

— No estoy hecha para esto, mátame de una vez, de todas formas lo harás, sólo lo estás retrasando

— Nunca te subestimes cannier, te puede sorprender tu propia oscuridad —se adentra en una de las misteriosas puertas antes de que Cronos se lance sobre mi haciendo que me tambalee un poco por su exagerado tamaño, para luego seguir a su dueño.

Despues de respirar un poco regreso a la habitación junto con Arden, más tarde llegan Gibran y Shelley uniéndose a la práctica con armas. Se la pasan explicando todo lo referido a los Loups, las veces que se reúnen en la semana, la comunicación entre los miembros, el intervalo que dura tomar justicia, un sinfín de información que mi cabeza no logra comprender.

— Esto será muy divertido  —dice la pelirroja mientras dispara a un cuerpo de práctica al que le vuela la cabeza

— Ya lo creo —afirma el moreno que sostiene un revólver

— Mañana vamos a terminar tu encomienda Gibran

— Ustedes no son siameses Arden, Gibran puede perfectamente terminar su trabajo —pronuncia Shelley un poco molesta

— No te preocupes cariño, sólo le daré una lección a este estúpido creído —asegura el chico de los rizos mientras rodea el cuello de Shelley

El día termina entre armas y prácticas que me aturden los sentidos, Lebrun se queda  dormido en mis piernas y su dueño me mira mal. Finalmente el arma que Arden escoge para mi es una escopeta de caza que usa perdigones, por suerte se manipularla y no es demasiado pesada.

Regreso a mi casa con un montón de dudas, más de la que mi cabeza ya albergaba, mi madre me ignora como siempre y Roald se mantiene callado como de costumbre.

Las palabras de Even calmando mi ansiedad se quedaron grabadas en repetición:

Nunca te subestimes cannier, te puede sorprender tu propia oscuridad

No sale de mi mente cada palabra, es tanto el impacto que al día siguiente las sigo recordando una y otra vez, se ha hecho de noche y pensar que mañana será mi iniciación en un grupo de asesinos de lo cual es posible que no salga viva me aterra.

El día fijado llega y ya estamos todos reunidos alrededor de la fogata a orilla de la playa, la luna está invisible en el cielo y el clima no es de mucha ayuda que digamos. James me mira fijamente queriendo sacarme el corazón con sus manos, tiene aún el vendaje en su antebrazo producto del ataque de Cronos.