La ciudad de Laodicea se ubicaba al suroeste de Frigia, en la provincia romana de Asia, al oeste de la actual Turquía asiática. Fue fundada por Antíoco II en el siglo III antes de la era cristiana, en honor a su esposa Laodice. Su territorio era muy fértil por lo cual mantuvo una estrecha relación con la ciudad de Hierápolis y Colosas. Su ubicación también le favorecía mucho, ya que se situaba en un importante cruce de caminos del Asia Menor, que conducía al oeste hasta los puertos de Mileto y Éfeso que eran famosos por ser puntos claves de importación y exportación, a unos 160 Kms.
Esta posición estratégica convirtió a Laodicea un centro comercial extraordinariamente próspero, especialmente bajo el dominio de los romanos, luego de que estos tomaran la ciudad que en un principio era gobernada por Pérgamo. Dicha prosperidad se basó principalmente en la producción de telas de lana negra y su comercio, especialmente la banca. Tenía, además, una escuela de medicina muy famosa por su énfasis en oftalmología, algo muy avanzado en aquellos tiempos.
Al principio del segundo siglo Laodicea acuñó sus propias monedas, lo que la llevo a una reforma en su economía, ya que su población incluía a sirios de habla griega, romanos, nativos romanizados y judíos. El nombre de la ciudad significa, gente gobernando o juicio del pueblo, ya que también era reconocida como un importante distrito judicial romano, lo que indica que sus habitantes poseían una categoría la cual demostraban con el poder.
Cuando un desastroso terremoto la destruyó en 60 después de la era cristiana (Tácito, An. 14.27) pudo permitirse el lujo de recuperarse sin ayuda de Nerón.
Para el siglo IV, Laodicea era el obispado más prominente en Frigia y la capital secular del occidente de Frigia. Bajo Seljuks y los turcos la ciudad sufrió, e inmediatamente después del siglo XIII fue abandonada. La moderna ciudad de Denizili fue construida cerca de las ruinas de Laodicea, conocida en turco como Eski Hissar. Las líneas de las murallas de la antigua ciudad pueden aún ser trazadas y una inscripción afirma que la puerta oriental triple estaba dedicada a Vespasiano. El estadio, también dedicado a Vespasiano (construida en el año 79 d.C.) fue testigo de combates de gladiadores que fueron exhibidos en Laodicea ya para el primer siglo de la era cristiana. Cerca del estadio hay un gran edificio con arcos, pilares y columnas que han sido afectados terriblemente por el tiempo. Pudo haber servido como un gimnasio o baños y se piensa que data del tiempo de Adriano. Dos teatros están mejor preservados.
Uno de los mayores problemas que tenía esta ciudad, era que no disponía de agua potable, la cual era traída por medio de tuberías desde fuentes termales de Hierápolis, específicamente de un manantial cerca de Denizili, que al final llegaba tibia, porque antes de ser recogida, eta tenia contacto con el agua fría procedente de la ciudad de Colosas.
La ciudad se consideraba a sí misma tan rica que cuando un terremoto la destruyó en el año 60 d.C., sus habitantes, a diferencia de los de otras ciudades, rechazaron la ayuda de Roma que en aquel entonces tenía como emperador a Nerón y la reconstruyeron con sus propios recursos. La ciudad cambió de manos varias veces en los siglos siguientes, y fue finalmente destruida por los turcos en el siglo XIII. Desde ese tiempo permaneció en ruinas, y ha hervido de cantera para obtener materiales de construcción para la vecina ciudad de Denizli. Aunque los visitantes han descrito frecuentemente las ruinas de Laodicea, el sitio no ha sido científicamente excavado y la identificación final de muchos de estos edificios no puede darse todavía.
Adentrándonos a las escrituras, notaremos que a la iglesia en Laodicea se le menciona en varias ocasiones; se sabe que esa iglesia mantenía una estrecha relación con la iglesia de Colosas, de donde era Epafras, quien ejercía su ministerio en ese lugar (Colosenses 1:7). El apóstol Pablo ya era consiente en aquel entonces de los problemas doctrinales que padecía esta iglesia;
Quiero que sepan cuánta angustia he sufrido por ustedes y por la iglesia en Laodicea y por muchos otros creyentes que nunca me conocieron personalmente.
Colosenses 2:1 NTV
Con relación a estos problemas, el apóstol Pablo le pide a los colosenses que al terminar de leer la carta que les envió, la manden a la iglesia en Laodicea para que los laodicenses también la leyeran (Colosenses 4:16). El Señor también les envía un mensaje a los creyentes en Laodicea que desde un principio adoptaron las características de la ciudad y las introdujeron en congregación, en forma de doctrina por lo cual el Señor describe el estado espiritual de esta iglesia de la siguiente manera;
Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Laodicea. Éste es el mensaje de aquél que es el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio* de la nueva creación de Dios: Yo sé todo lo que haces, que no eres ni frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras lo uno o lo otro! Pero, ya que eres tibio, ni frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca! Tú dices: “Soy rico, tengo todo lo que quiero, ¡no necesito nada!”. Y no te das cuenta que eres un infeliz y eres un miserable; eres pobre, ciego y estás desnudo. Así que, te aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego —y entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez y compra ungüento para tus ojos, para que así puedas ver. Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia. ¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos. Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono. Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.
Apocalipsis 3:14-22 NTV