Los misterios de Brett

Capítulo 1: ¡No quiero ir mamá!

                                       KELLY

Doblaba mis sudaderas sin ninguna expresión en el rostro. No quería doblar mis sudaderas, no quería arreglar mi maleta y mucho menos quería ir a ese horrible campamento juvenil. Prefería una y mil veces acompañar a mi madre a ver su novela de romance todos los días, aún y aunque eso signifique tener náuseas desde que comienza hasta que acaba. Y es que cuando no eres demasiado sociable de seguro la primera opción que escogerías no sería irte a un campamento lleno de chicos y chicas, bromas y otras tantas cosas que no quiero mencionar, eso realmente no era lo mío. Por eso en cuando terminé por fin de arreglar mi maleta decidí ir a la habitación de mamá a rogarle una vez más, no perdía nada con intentarlo, o sí, tal vez mi dignidad.

Toqué dos veces antes de escuchar a mi madre murmurar que entrara. Al verme puso los ojos en blanco y continúo con lo que estaba haciendo. Se que ella sabe que he venido a pedirle que no me mande a ese lugar, pero aún así lo intento.

—Mamá por favor, en serio no quiero ir a ese lugar, ya déjame quedarme plis— le pedí con un puchero intentando hacer que cambie de opinión. Es muy difícil hacer a Caterine Robinson cambiar de opinión, por algo era abogada, y una de las mejores.

—Kelly, tienes 17 años y aún no he visto ni uno solo de tus amigos y mucho menos he visto que tengas un novio— comentó mientras seguía pendiente a los documentos en sus manos, no pude evitar hacer una mueca de desagrado— En el campamento tendrás la oportunidad de conocer a otros chicos de tu edad, talvez y encuentres hasta tu alma gemela— sonrío esperanzada. Es demasiado raro que tu madre te ande diciendo que encuentres a un novio y aún más cuando es una abogada "seria", pero, eso es lo único que toca soportar cuando en realidad se la pasa viendo teleseries. Tiene demasiada imaginación, ¿cómo voy a conocer a alguien en 20 días?, no lo creo. 

—Ya te lo dije, si he tenido novio antes— miento mirando a otro lado— solo... no había tenido tiempo de decírtelo.

—Si claro, y yo soy cheff de cocina—Vuelve a voltearse de cara a su escritorio. Sé que cuando hace eso significa que ha terminado la conversación— Soy tu madre y es mi última palabra, te recogen a las 9:00 de la mañana y punto. Vete a preparar.— concluye para quedar en silencio. No puedo evitar resoplar mirando el techo para salir de hay pisando fuerte, ¡Que molestia!

En mi habitación recojo alguno de los libros de mi estante que aún no he leído y los hecho en mi mochila, recojo mi MP3 y también lo hecho, no creo que halla muchas cosas interesantes que hacer allí, al menos podré escuchar mi música. Tomo mi iPad y lo enciendo, eran las 8:34, aún me quedaba media hora para poder vestirme. Tomé un chort vaquero ajustado  y una blusa de tirantes y me fuí al baño para vestirme. Me alegro por el hecho de haberme dado una ducha en cuanto me levanté esta mañana, ya ahora no tenía ninguna necesidad de volver a ducharme. Me puse la ropa que había elegido y me peiné el cabello, dejé que me cayera por la espalda hasta el trasero, salí del baño y me detuve frente al tocador para pasar un ligero color rosa sobre mis labios y delinearme los ojos. Pasé una mano por mi cabello rubio y sonreí con satisfacción.

Me coloqué el iPad en el bolsillo trasero de los vaqueros y me puse la mochila en la espalda, pesaba un poco pero no lo suficiente como para que sea insoportable. Tomé mi maleta y salí directamente al salón, miré el reloj de la pared, eran las 8:56, eso quería decir que en cualquier momento el bus llegaría por mí. Mi madre que había estado en la cocina se acercó a mí y en mi mochila echó lo que creo y era un bolso con una cuantiosa variedad de botanas. ¡Genial!

—Es para que comas cuando quieras, no las acabes el primer día, recuerda llamarme de ves en cuando— murmuró mientras se sentaba en el sofá, me miró por un momento con una pequeña sonrisa para continuar mirando sus papeles— Te extrañaré muchísimo, recuérdalo. Tu padre de seguro estaría muy orgulloso de tí— comentó aún mirando sus papeles aunque pude notar aquel tono nostálgico que usaba cuando recordaba a mi padre, a mi también me dolía muchísimo. Iba a decirle algo pero en ese momento se escuchó el claxon del bus sonar frente a la casa.

—Yo también te quiero mucho mamá, regresaré más pronto de lo que piensas— murmuré antes de tomar mi maleta para salir de la casa y subirme a aquel bus lleno de adolescentes, aveces olvidaba que yo era una adolescente más. Subí al bus notando caras conocidas y otras desconocidas entre los presentes, siempre odié el sentimiento de incomodidad que se siente al subir a un bus y ser el centro de atención. En el primer asiento noté a un chico que me pareció totalmente guapo, su cabello negro era muy lindo, no había nadie junto a él pero no me gustó para nada la idea de sentarme a su lado, no me parecía muy amigable que digamos. Pasé una mano por mi cabello intentando apartarlo de mi cara luego seguí caminando y ví a una chica que conocía solo de vista, era de mi instituto y bueno de lo poco que conocía de ella no me parecía mala persona, talvez sí y un poco sabelotodo pero no mala.
Me senté junto a ella acomodé mi maleta frente a mí de modo que no molestara a nadie más y recargué mi espalda en el asiento, espero que el viaje a ese campamento no sea tan largo.

—Valla, pero si Kelly la australiana se ha sentado conmigo, ¿Quieres ser mi amiga?— comentó sonriendo ampliamente. En mi opinión era un poco rara, pero era muy cómica también, no pude evitar sonreír. Iba a preguntar cómo conocía mi nombre pero recordé que era la sabelotodo del insti, así que me lo guardé.

—¿Estas tan desesperada por tener algún amigo que ahora literalmente le preguntas al primero que se te pone al frente? además, no soy australiana, mi padre lo era. De Australia solo tengo la apariencia, nací acá.— comenté sonriéndole con sorna. Noto como ella frunce ligeramente el ceño pero luego se vuelve a relajar, como si nada hubiera pasado.




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