— ¡Niños de mierda! — David se levantó asustado, su primer pensamiento fue que Loren estuviera herida o asustada.
Rápidamente salió de la habitación que compartía con su novia y bajo las escaleras casi corriendo a cuatro patas. Los acontecimientos de los últimos días lo tenían en un estado de alerta constante, puede que le hubieran dado una semana de descanso a todos los miembros de su departamento, pero David simplemente no podía descansar, no con el temor constante de que El Bombardero atacará de nuevo, despertar cada día era una tortura, no saber si ese psicópata pirómano terminaría con la vida de más inocentes era jodidamente angustiante.
David cayó en cuclillas al final de las escaleras y corrió a la sala de manualidades de Loren, allí su novia preparaba las clases y demás cosas que necesitarían los niños en la guardería. David abrió la puerta de una patada, esperaba encontrar a Loren en un charco de su propia sangre o con una bomba atada en el cuello, siendo amenazada con una pistola por algún desquiciado o directamente...El Bombardero.
En vez de encontrar a su bella y creativa novia dando sus últimos respiros la encontró cubierta de pegamento, y con papel de colores pegado por todo el cuerpo, pequeños rastros de purpurina quedaban en sus regordetas mejillas. Loren miraba su teléfono inteligente enojada, sentada de piernas cruzadas en una silla frente a una maqueta a medio armar y cientos de dibujos, pliegues de papel, plastilina y cualquier cosa con que niños de dos hasta seis años pudieran jugar.
— ¿Qué? ¿Qué paso? ¿Estas bien? — David corrió hasta Loren revisándola, instintivamente se sentó y examino los pies de su novia, no era la primera vez que dejaba caer alguna aguja o un trozo de alambre en el suelo, el cual posteriormente se clavaba en sus pies, al no ver nada la tomó de las manos, haciéndola soltar su teléfono, Loren también solía lastimarse las manos, cuando empezó a hacer la maqueta un trozo de alambre termino por hacerle una enorme cortada en la palma de su mano, dejando una cicatriz terrible, pero por más que buscaba no encontraba ninguna herida o algo similar que ameritará semejante grito —. Amor, ¿Qué sucede?
— ¡Esto! ¡Esto sucede! — Loren colocó su teléfono tan cerca del rostro de David que el muchacho sintió como el calor del aparato le quemaba las pestañas.
David tomó el teléfono y lo reviso, allí se encontraban varias capturas de pantalla del grupo de padres de familia de la guardería, los mensajes eran todos de quejas sobre el aspecto de Loren, al principio David creyó que se debía a esposas inseguras que habían cachado a sus maridos observando de forma inapropiada a su novia cuando iban a recoger a sus hijos de la guardería, pero al leer los mensajes se dio cuenta que las múltiples quejas de las madres hogareñas de la alta sociedad de la ciudad se debía a una simple cosa: los piercings; Loren era una chica hermosa, pálida y de cabello negro largo hasta la cintura y un par de ojos verde agua que enamoraría a cualquiera, pero también Loren poseía una gran colección de piercings que decoraban todo su cuerpo; un piercing en la ceja izquierda, una variedad de piercings para la nariz; uno en el centro del labio y las orejas completamente llenas de aretes, en la oreja izquierda tenía hasta cinco agujeros, en la derecha solo dos; Loren había manifestado su deseo de perforarse los pezones para navidad, pero David la convenció de que terminaría por arrancarle los pechos por accidente, ya que en la intimidad eran un poco...agresivos y sinceramente David no quería tocar los enormes y hermosos pechos de Loren con una cosa metálica de por medio, además de que en sí nunca se sana la herida y Loren tendría que tener mucho cuidado con sus pezones, y si algo sabía David era que Loren no era alguien en lo más mínimo cuidadosa.
Los habían echado de su último departamento en la ciudad después de que Loren rompiera una ventana y el inodoro. Hasta el día de hoy David no comprendía como una delgada chica pudo destruir un inodoro de mármol sólido, era como si algo hubiera explotado dentro de el, más tarde, cuando reemplazó el antiguo inodoro Loren volvió a romperlo, el departamento en la ciudad tenía cámaras de seguridad debido a que era una zona muy prestigiosa, revisando las cámaras descubrió que en esta segunda ocasión Loren caminaba con una nueva escultura para adornar su cuarto de danza, donde ensayaba religiosamente todos los días, la distribución de aquel departamento era un caos, tanto que literalmente el inodoro quedaba a la mitad del pasillo, en un punto mientras Loren caminaba con la escultura se tropezó y calló, después de lloriquear un poco se puso de pie y descargo la escultura sobre el retrete, inspeccionando una pequeña herida en su pierna, ¿El resultado? La escultura de metal sólido no solo provocó un bache en el suelo de madera, sino también el peso hizo que el inodoro cediera rompiéndose en un millón de pedazos. Por ello, sin ninguna alternativa y con la mala fama de Loren siendo conocida por todos los arrendadores de la ciudad tuvieron que comprar una mansión abandonada en medio de la nada.
Los mensajes de texto continuaron en un millón de insultos y exigencias por parte de los padres quienes de una forma poco amable exigían que Loren se quitará sus piercings, ya que según ellos "Corrompía a sus hijo", David frunció el ceño, sabía que los padres de aquella guardería eran un motón de puritanos y extremistas religiosos, pero ¿enserió? ¿Enserio estaban dictando como una mujer joven y caliente podía verse?
— Aparentemente alguno de esos mocosos le dijo a la religiosa de su madre que quería hacerse alguna perforación similar a la mía, pero demonios, ¡Tendré que quitarme mis adornos a partir del lunes para ir a la guardería! ¿Acaso no es suficiente con que literalmente este criando a sus hijos? ¿Ahora ellas exigen como puedo o no verme? — David suspiró tranquilo de saber que Loren no estaba lastimada.
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Editado: 27.02.2022