—¿Que haces?— Di un salto en el asiento que me encontraba y alcé la mirada encontrándome con unos profundos ojos negros.
Joshua parecía divertido, yo por otro lado estaba aterrorizada.
La última vez que se me había acercado un chico había sido para mentirme y luego meterse con mi hermana.
—Estamos en una biblioteca... ¿Tu que crees?— Le pregunté con la ceja elevada y él sonrió de costado.
—Naturalmente, se supone que estarías leyendo— Se cruzó de brazos con la misma sonrisa— Pero desde mi perspectiva estabas dormida.
Lo miré.
—Primero que nada ¿Por qué estás hablándome?— Directa, precisa y al grano. Como siempre.
—¿Uno no puede hacer amigos en su nueva escuela?— Elevó una ceja— Eres muy grosera ¿Te lo han dicho?
—Efectivamente, pero no me importa ¿Te lo he dicho?— Elevé una ceja también— Por supuesto que no.
Me levanté del sillón frente a la ventana de cristal dispuesta a alejarme de él.
Josh es una mala persona.
—Oye, oye... Espera— Me cogió del antebrazo— ¿Como te llamas?
Me quedé congelada.
¿No me recordaba?
No, ¿Como va a recordar a alguien a quien maltrataba?
Lo miré con desagrado.
—¿Que te importa?— Me solté de su agarre, y comencé a caminar y entonces me percaté de otra presencia.
Alex se encontraba igual en la biblioteca, sentado en uno de los muebles color negro que había. Ajeno a mi conversación con Josh y con la cara completamente seria. Como al parecer se le había vuelto una costumbre.
—Oye, pero que bienvenida tan agradable dan en esta escuela— Mencionó Josh sarcástico a mis espaldas llamando mi atención y rodé los ojos.
—¿Desde cuando te gusta leer?— Pregunté en cambio.
—No me conoces, y nunca dije que no me gustara— Frunció el ceño.
—De hecho, si me conoces. Joshua Bustamente.
—Sabes eso porque lo dije al llegar a la clase— Sonrió de costado— ¿Intentas hacerte la interesante o algo por estilo? Eso conmigo no funciona nena.
Ahora fue mi turno de reír.
—¿Hacerme la interesante?— Rodé los ojos— Antes de intentar eso con alguien como tú me arranco la lengua y los ojos, y me desangro hasta morir.
—Solo tengo cinco minutos hablando contigo y ya entendí porque siempre me enamoro de chicas que conozco en bibliotecas.
Me reí.
Quise evitarlo, pero no lo conseguí.
—Tu no eres un tipo de bibliotecas— Elevé ambas cejas.
—No, pero eso en mi mente sonó romántico.
—Creeme, no quieres enamorarte de mí— Él continuó con su sonrisa de macho alfa súper empoderado. Y eso solo hacía que quisiera volverme a reír.
—¿Me dirás tu nombre o qué?— Insistió.
—Biangelis Collings— Sonreí sarcástica con ambas cejas elevadas— Un placer.
Su cara se desfiguró.
—Tú...
—Si... Yo.
—Uno sale corriendo a otra ciudad huyendo del pasado y al parecer éste siempre te persigue— Sonrió, y al parecer fue con tristeza.
—Eso debería decirlo yo.
Frunció el ceño.
—Alguien estará encantado de verte— Murmuró— O bueno... Escucharte.
Observé a Josh. ¿No iba a hacer alguna burla sobre mí? ¿O decir algo? Este tipo no se parece en nada al que había dejado en San Diego.
—¿Que le pasó?— Cambié de tema dirigiendo mi mirada a Alex.
Era difícil prestarle atención a Josh teniendo tan cerca a alguien como Axel Alexander Blowell.
—Es una larga historia... Y no es mi historia.
—Eres su mejor amigo.
—Eso no me da derecho, si quieres saber ¿Por qué no le hablas y le preguntas tu misma?— Elevó una ceja y comenzó a caminar hacia su amigo— Ven.
—No— Susurré.
En la biblioteca solo nos encontrábamos nosotros tres, una chica que parecía de cuarto año alejada en una de las mesas con un libro de ciencia ficción frente a sus narices y la bibliotecaria.
Era tiempo de receso, y todos estaban comiendo.
Yo había venido a refugiarme aquí para no tener que enfrentar a Jazmín y Eidan, pero aparentemente me quedé dormida.
—¿Que? ¿A que le temes?— Frunció el ceño.
—¿A ti?— Dije obvia.
—Yo ya no soy esa persona, y tu tampoco— Rascó su cabello— Es más, comencemos de nuevo, tomemos en serio este nuevo comienzo Biangelis.
—De acuerdo— Tomé una larga respiración.
De igual manera no iba a confiarme de Josh, nunca podías creerle nada a Josh.
—¡Alex!— Llamó con fuerza.
—Estás en una biblioteca— Le recordé— ¿Podrías bajar tu tono? Hay personas que quieren leer.
Josh chasqueó mientras juntos caminábamos hasta Alex.
—No me vas a creer a quien tengo aquí.
Alex ladeó la cabeza.
—¿Nicole?— Sus manos jugaban distraídamente con su bastón de hierro.
—No... ¿Recuerdas a Biangelis? De la escuela— Él se quedó callado y sus manos detuvieron el jugueteo.
Josh me miró y luego a Alex.
—Hola...— Saludé.
—Hola...
Su ceño estaba fruncido, no parecía emocionado por reencontrarse conmigo, digo, yo tampoco lo estaría luego de como habían terminado las cosas.
Josh no parecía notar la tensión que de repente había crecido en la biblioteca y se sentó en uno de los individuales pegados contra la pared invitándome a sentarme a su lado.
Lo hice.
No entendía que estaba haciendo.
Sabía que no debía estar ahí.
—¿Como has estado?— Preguntó él...
—Bien... ¿Y ustedes?— No quería dar detalles de mi vida— ¿Pasaron muchas cosas luego que me mudé?
—¡Oh, pero claro que si!— Burló Josh con seguridad— Vacacionamos en islas del caribe, allá éste muchachote conoció a su novia y por dos años fuimos los campeones de San Diego en fútbol Americano y baloncesto. Allá está tu capitán.
Señaló a Alex.
El pelinegro intentó sonreír a lo que dijo su amigo, mientras que yo me había quedado frizada en la palabra novia.
—¿Como estuvieron las islas?— Dije en cambio.
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Editado: 09.10.2020