La oscuridad se
expande a medida
que el sol muere
con la tarde,
en el silencio de esta
habitación el abanico parece
lluvia cayendo fuera
de mi ventana...
Verlo, escucharlo sólo
acrecenta mi dolor,
mis piernas pesadas y mi
cuerpo acalambrado
provocan que el mar salado
de mis agujeros negros se
desborde creando tsunamis
por las calles de mi piel.
No entiendo, ni siquiera
logro tener una pizca de
conocimiento... ¿Qué pasa en
mi corazón? Sin ninguna
razón aparente, solo llora y
llora desconsolado, se
ensucia y llena el estómago
al igual que el plástico
contamina los océanos.
Sólo puedo saborear el
vinagre ácido que se cuela
entre mis labios, por breves
instantes mis montañas
sucumben ante los
terremotos, ni yo se vuelve
irracional e inexpressivo.
Me abrazo entre las cobijas
de recuerdos imaginarios,
de situaciones ficticias a través
de la pantalla de mi
computador, ahí en el brillo
artificial provocador de mi
miopía veo las cuchillas
disparar directo en el blanco,
directo al dolor sin intención,
directo a la amargueza sin
mención, directo al nudo de
mi garganta, ahí justo en el interior.