Los portales cósmicos

Legeremancia

No tenían idea de cómo entrar en la mente de la gente para entenderlos, pero Shouta y Citlalli tenían una teoría. En las películas de Harry Potter habían visto de algo llamado “legeremancia”, que consistía en una especie de lectura mental que les permitía ver los recuerdos de la gente. Buscaron entre libros y pergaminos hasta que hallaron la combinación de hechizos necesarios para emular ese hechizo y, para ello, encontraron que necesitaban tener a la gente en momentos vulnerables.

Los magos adultos dieron a los adolescentes y jóvenes la tarea de practicar entre ellos para después buscar en las mentes de las personas corruptas de San Basilio.

Tras varios días de práctica, Atziri fue a desayunar a una cafetería cercana a la escuela normal. Mientras tomaba su café, una sonrisa se dibujó en su rostro. Josué se había sentado en la misma mesa que ella.

―Perdona, no pude evitarlo. Eres como la brillante flama que atrae a esta pobre y confundida polilla con su encanto y belleza.

―¡Pero qué romántico! ―Atziri le sonrió―. No sabía que fueras un poeta.

―No lo soy, sólo dejo que mi corazón deje salir las palabras que nacen de él.

Atziri aprovechó ese momento de vulnerabilidad en el mitómano para lanzar un hechizo que le permitió adentrarse en su mente, sus pensamientos, su pasado, todo fue completamente transparente para ella y, en cierto punto, al fin lo vio, un diidza, uno de esos seres de engaño y embuste vivía en su corazón, alimentándose de él. El pasado de él quedó revelado para la bruja en cuestión de segundos, así que buscó un motivo para deshacerse de él e ir a contar todo a los demás.

―Pues creo que tu tía no está muy contenta que digamos de que tu corazón quiera hacerse el poeta conmigo.

Atziri, con un gesto burlón, señaló a espaldas de Josué, en donde Celia los observaba con los ojos inyectados en sangre. Celia salió de la fonda a grandes trancos y Josué volteó a ver a Atziri, moviendo sus ojos de un lado a otros.

―Es que… ella quiere mucho a Beatriz, y yo le prometí que iba a intentar arreglar las cosas con ella y…

―Sí, claro. ―Atziri rio―. Supongo que ahora tienes que alcanzarla para explicarle que me prefieres a mí.

―Sí, claro que se lo voy a decir, pero no creo que entienda tan fácil porque…

―Cariño, no quieras insultarme creyendo que soy tan idiota como para creer mentiras tan poco inteligentes.

Con fingida indignación, Josué salió corriendo tras Celia.

Afuera, Soledad caminaba por los jardines cuando Celia se topó con ella. Era evidente que estaba de mal humor y buscó desquitarse con ella.

―¡Soledad! ¡No puedo creerlo! Con razón tus trabajos son tan mediocres, prefieres estar aquí en los jardines luciéndote con los hombres en lugar de…

―¿Por dónde se supone que voy a caminar? Estos jardines hay que cruzarlos para entrar al colegio.

En ese momento llegó Josué corriendo, quizá buscando reconciliar con Celia, pero al ver el cuerpo voluptuoso de Soledad, pareció olvidar todo.

―¿No me presentas a tu amiga? ―dijo él con una sonrisa galante.

―¡No te voy a presentar a nadie! ―chilló Celia―. Esta mujercita ya pierde demasiado el tiempo y no quiero que vengas ahora tú a distraerla.

Soledad aprovechó que Celia bajó su guardia por estar discutiendo con su amante y usó la legeremancia para entrar en su mente. Fue sólo cuestión de segundos para obtener lo que buscaba y entonces vio a una criatura con cuerpo de sal. Era todo lo que necesitaba ver, así que los dejó discutiendo y se fue a clases.

Por la noche, los más jóvenes se reunieron en el castillo. Cada uno había cumplido su misión ese mismo día y hablaban al respecto.

―Pude entrar en la mente de Josué ―comentó Atziri―. Es un caso muy curioso, parece ser un casanova, pero en realidad es homosexual.

―¿Es homosexual? ―preguntó Soledad con asombro.

―Su madre es una fanática religiosa y obvio nunca verá con buenos ojos el deseo homosexual de su hijo. Él teme decepcionarla, así que va de una mujer tras otra para ocultar sus verdaderos deseos. La realidad es que él odia a las mujeres, y por eso busca enamorar a tantas, disfruta mentirles, hacerles daño. Para él, es una especie de venganza por no poder “salir del closet”. Aunque es curioso, Beatriz, su novia, es una especie de excepción, a ella sí la ama, pero es porque le recuerda mucho a su madre.

―Una especie de complejo de Edipo ―intervino Agastya―. Seguro la ama por sentirla como su madre, pero su deseo sexual sigue siendo para los hombres.

―En efecto ―continuó Atziri―. Su mundo se basa en tratar de complacer a su madre. Por eso también tiene tanta fijación por Celia, parece que el hecho de que una mujer mayor lo desee, lo hace desahogar más ese deseo incestuoso.

―Vaya que su madre le causó muchos problemas psicológicos ―comentó Citlalli―. ¿Encontraste alguna criatura en él?

―Sí, un diidza, era de esperarse, son criaturas embusteras y la vida de él es una mentira constante.

―Es algo similar con Celia ―comentó Soledad―, traumas familiares. Ella tiene 4 hermana y aparentemente todas heredaron la belleza de su madre. Celia heredó más el físico de su padre y siempre se vio minimizada por las demás, incluso su madre, mayor y ya casada, tenía más pretendientes que ella. En algún momento de su vida logró seducir al marido de una de sus hermanas y para ella fue como ganarle una batalla, aunque la hermana terminó perdonándolo y regresó a ella, para Celia fue un triunfo. A partir de ese día ella sólo busca hombres casados con la fútil idea de que, si logra quitarle el marido a una mujer hermosa, será como derrotar a sus hermanas. Tiene dentro una criatura hecha como de sal, me parece que es atraída por su envidia.

―Citlalli y yo viajamos a la ciudad capital para entender a los que tomaron la decisión de dejar a los maestros sin trabajo ―dijo Shouta.

―Es asqueroso ―comentó Citlalli―. Avaricia, seres como los que invadieron Horlwin también están en esta dimensión y están en los corazones de la mayoría de nuestros dirigentes políticos. Decidieron recortar los gastos de la educación para quedarse ellos con esos recursos, por eso tomaron esas decisiones de las escuelas de tiempo completo, para deshacerse de la mitad de los maestros.




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