"En ese momento no necesitaba el amor...mucho menos de una niña".
-Adam Hamilton.
Los días pasaron con una rapidez increíble, hacía cinco días que su padre había dejado este mundo y también había dejado un gran vacío en el corazón de Adam, justo ese día su primo Albert lo había sacado de su habitación ebrio y lo había mandado a darse un baño por que debían verse con el abogado de su padre, aunque Adam no tenía ánimos de hablar con ese hombre, tenía el deber de hacerlo.
En el despacho de su padre se encontraban reunidos él y Albert para la lectura del testamento, todo había estado en orden hasta que, como siempre, había una cláusula.
-Casarme con Helen- murmuro Adam después de que el abogado terminará de hablar, no podía creer que su padre lo estuviera casando con la hija de uno de sus parientes lejano.
-Es muy bonita- comentó Albert con tranquilidad.
-Cierto, pero que imprudencia- estaba sorprendido pero también divertido por la ocurrencia de su padre.
-Sería un matrimonio de papel, como todos los son en la sociedad ¿que puedes perder?
-Nada supongo.
-Pues tendrás que volver a Londres- dijo Albert, Adam se sintió terriblemente incómodo con la idea.
-¿Acaso Helen no puede venir acá?
-Claro que no, debes de convencerla de que se case contigo.
-Dios mio- se quejó Adam- todavía debo convencerla ¿es broma?
-Lamentablemente no los es señor Hamilton- dijo el abogado - mi parte aquí ha terminado, espero saber pronto de su casamiento si no, olvídese de lo que resta de la herencia, buenas tardes- dicho esto el hombre salió con tranquilidad, Adam se levanto y se sirvió un trago.
-Me temo que será inevitable, tendré que ir para allá.
-¿Y cual es el problema? Pásaste varios años en Londres.
-Nada, debo arreglar todo para mi viaje- Adam salió del despacho maldiciendo, tenia mucho trabajo que hacer.
...
Londres
Sara estaba tratando de no gritar histérica, ya que los pequeños la estaban ignorando deliberadamente mientras les enseñaba.
_Deben poner atención o tendré que informar a su padre de su mala conducta_ les advirtió pero ellos no hicieron caso alguno.
_Mañana seguiremos, dejanos salir, hace un día muy bonito.
_Pero niños debo enseñarles...
_Te arrojaremos tierra en la cara_ dijo uno.
_O algo peor...estiércol de caballo_ dijo el otro, ambos empezaron a soltar carcajadas y ella rodó los ojos.
_No quiero eso, así que por hoy terminamos_ dijo finalmente derrotada, los creía capaces de eso y mucho más y no quería arriesgarse, ambos pequeños salieron corriendo de la habitación, mientras ella ordenaba todo y no pasó ni un minuto cuando el señor Tyler entró molesto con ella.
_Señorita Sellers me estoy preguntando que hacen mis pequeños jugando con lodo en el jardín cuando deberían estar aprendiendo.
_Señor, intente darles lecciones hoy pero ellos se negaban a prestarme atención, así que les di día libre.
_Espero que no pase muy seguido, tendremos visita mañana y no deseo que sean tan mal educados, espero que pueda controlarlos.
_Claro señor, no se preocupe_ el señor Tyler salió de la habitación con paso firme. Sara cuando terminó de recoger el cuarto fue hacia su habitación a darse un baño que lo necesitaba para retomar fuerzas y cuidar a los pequeños y seguramente mañana sería un día muy largo tratando de evitar que hicieran sus bromas, de las que había sido víctima varias veces.
...
Adam admiraba los paisajes de esa ciudad que hacía mucho no visitaba, el carruaje iba un poco a prisa a petición de él, quería comenzar con esa farsa de matrimonio de una buena vez...Helena, su prima, ni sospechaba el por que de su visita y seguramente no se negaría al verlo ¿quien en su sano juicio lo rechazaría? Si su padre viviera se burlaria de él y le hubiera dicho que todas las mujeres que lo admiraban estaban locas de la cabeza. Siempre se lo decía. Con un nudo en la garganta volvió a sentir el dolor de su perdida pero una sacudida lo hizo olvidarse de todo, y cuando se dio cuenta el carruaje estaba volcado y él algo golpeado, como pudo salió para saber que había pasado. La culpable de la voladura, una piedra en el camino, afortunadamente nadie había salido herido de gravedad.
_Lamento el accidente ¿esta bien? _ le dijo el jinete.
_No se preocupe, ¿se encuentra bien usted?
_Estoy bien, alcance a saltar. Pero esta aquí llegó mi viaje.
_Mi destino esta cerca de por aquí. Iré caminando.
_Le daré sus cosas_ el jinete como pudo saco las maletas y se las entrego, no eran muchas así que termino en unos segundos. Adam camino por las calles siguiendo las indicaciones, que lo llevarían a la casa de su prima. Comenzaba a sudar y de verdad que le estaba costando trabajo cargar esas maletas y como si el destino estuviese en su contra, una piedra se cruzo en su camino y lo mando de bruces al suelo...sus maletas volaron en el aire cayendo frente a él, maldiciendo se levantó, estaba rojo de la vergüenza la gente pasaba a su lado tapándose la boca para no soltar la carcajada, finalmente una mujer se acerco y le ayudo con una maleta que había caído un poco más lejos.
_Muchas gra..._ se quedó sin palabras al mirarla a los ojos, esos que lo miraban perplejo, Sara Miller estaba frente a él, no quedaba nada de esa joven brillante, sintió una punzada en el corazón_ muchas gracias _repitió. Ella no contestó se limitó a ignorarlo y caminar por su lado.
Adam estaba estático en su sitio, no podía creer que su suerte fuera tan mala, maldiciendo mil veces más camino hacia su destino. Esperaba no tener más inconvenientes.
...
Sara no sabía cómo había llegado tan rápido hasta la casa pero enseguida se encerró en su habitación, entró a su cuarto de baño y se arrojó agua fría que había en una vasija ¿realmente había visto a Adam? Todavía sentía su corazón latiendo tan fuerte que estaba segura de que la gente podía oírselo. Pero no podía ser, él se había esfumado, hacía tanto años, pero aunque por más que quisiera que no fuera real, lo era, sonaba imposible pero había aspirado su aroma desde antes de verlo caer al suelo, ella lo reconocía, aunque ahora tenía el cuerpo más ancho y fuerte y su cabello mar largo. Era él, quiso gritar al ver sus ojos dulces color avellana que la habían mirado con tal deseo...con tanto falso amor. Apretó los puños con fuerza, lo odiaba y deseaba con todas sus fuerza no volver a encontrarselo, por que entonces no aguantaría y le gritara todo lo que se había guardado tantos años.