Los Recuerdos Perdidos de Jackson

PRÓLOGO

17 de Noviembre del 2017

Ahora que lo pienso con más calma, con la música reventándome los oídos y los adolescentes hormonales con olores extraños, saltando y bailando a mí alrededor, no era tan mala idea traer mi libro para poder leer un rato. Y aunque, el ruido y la poca iluminación de la casa, no iba a dejar que me concentre como es debido, cualquier cosa sería mejor que estar en un mullido sofá; sola, en una fiesta donde no conozco a nadie, mientras espero a que mi mejor amiga termine de enrollarse con su conquista de esta noche.

Sin embargo, internamente agradezco a mi diablillo de la guarda, de que no haya algún depravado sexual a mí costado, mientras se come a una de esas muchachas con poco ropa —las cuales abundan en esta fiesta —a mi costado. Eso sí sería el colmo, y todo sería culpa de Agustina.

Y sé que la mayoría de la gente, en este lugar, me ve como bicho raro, preguntándose qué demonios hago en una fiesta de fraternidad, cuando se nota a leguas que no encajo para nada, y que los reventones no son lo mío. Simple, Agustina, mi mejor amiga, me usa como carnada para que su padre la deje salir de fiesta cuando está castigada, alegando que yo soy una persona que puede hacer de buena influencia para su hija, aparte de impedir que termine junto a un barranco, drogada y con una zarigüeya que duerme a su costado. 

Por un momento me entraron las ganas de preguntarle porque dijo eso, pero viéndolo de un modo más inteligente, yo no quería escuchar ninguna historia donde Gustavo, me explicaba cómo había terminado en la misma situación, cuando atravesaba su adolescencia.

Así que aquí me encontraba yo, viendo a lo lejos como un tipo rubio, que seguro está lleno de esteroides, le metía la lengua hasta la garganta con sus manos deslizándose por dentro de su blusa, mientras que mi mejor amiga toqueteaba sobre la parte delantera de su pantalón. ¡Joder! ¿Es que acaso no podían hacerlo en otro lugar?

Aparto la mirada con una mueca de asco, para meter la mano en uno de los bolsillos de mi casaca y sacar mi teléfono. Pero tengo tan mala suerte que lo único que encuentro es un teléfono con una mísera cantidad de batería. Lo vuelvo a guardar con desgano y me levanto para ir hacia la cocina por algo de beber.

Luego de una serie de empujones y pisotones que me reparten en todo el trayecto, al fin llego al único lugar donde, al parecer, la gente no está ebria y con ganas de reproducirse sin consideración alguna. Entrecierro un poco mis ojos acostumbrándome a la iluminación del lugar, que a comparación de la sala, es mucho más fuerte. Unos cuantos chicos conversan sobre la encimera con algunas botellas alrededor, al menos parecen un poco sobrios.

— ¿Estas soltera? — preguntan detrás de mí. Agarro una coca cola y me levanto rápidamente, no puedo permitir que este tipo siga mirándome el trasero.

Alto, de cabello castaño, ojos azules y sonrisa arrogante, es lo que me encuentro al voltear. El típico chico universitario, que se cree el centro del mundo con la casaca del equipo, que estoy segura que no se quita ni para dormir, y una gorra con la visera hacia atrás, que oculta los mechones de cabello castaño, que carecen de limpieza.

—Para ti, estoy casada, soltera, viuda, divorciada, y con hijos si es posible – hago una mueca de desagrado y paso por su costado dejándolo con la palabra en la boca. Una sonrisa triunfante se dibuja en mi rostro al saber que acabo de rechazar a uno del equipo de bádminton de la universidad.

Una vez más, paso por el tumulto de gente, con mayor éxito al llegar a mi asiento sin ningún golpe adicional y con una lata de Coca Cola intacta.

— ¡Hey! ¿Dónde estabas?

Un tipo rubio la rodea con los brazos mientras ella me mira con fastidio. Debía admitirlo, el chico no era feo, su cabello rubio era un poco largo pero no a tal extremo en llegarle hasta los hombros, podía notar que sus ojos eran claros pero por la poca iluminación, no podía determinar exactamente el color, dudaba entre verdes o celestes. Él me sonríe y puedo ver que tiene unos cuantos lunares en el lado derecho de su rostro. Regreso mi mirada a Agustina quien espera una respuesta con las cejas alzadas.

Alzo mi Coca Cola en repuesta— Fui por algo de beber — respondo abriendo la lata. — ¿Ya nos vamos?

Ella niega con la cabeza — Un rato más ¿Si? — Se gira ligeramente hacia el chico rubio y lo separa de su cuerpo — Mira, te presento a Jean Luca, ella es mi mejor ami…

—Mucho gusto Jean Luca — la interrumpo antes de que empiece a dar más información de la necesaria — Te agradecería mucho que termines de hacer lo que hacías con ella, que mañana tengo una reunión importante y no puedo levantarme tan tarde. Así que si van a tener sexo, háganlo rápido que tengo que irme.

Agustina abre la boca indignada mientras el chico ríe y da media vuelta antes de volver a perderse entre la gente. Me dejo caer sobre el sofá notando la presencia de alguien más.

Su cabello, que podía notar que era oscuro, estaba tan alborotado, que parecía como si se hubiera estaba jalando el cabello toda la noche…O quizá alguien más lo hizo. Su rostro reflejaba el mismo aburrimiento que reflejaba el mío, y veía directamente hacia donde se había ido mi mejor amiga. Como si sintiera mi mirada, gira su cabeza y sus ojos se posaron en los míos.  Alza una de sus cejas esperando una explicación al porque lo miraba tanto. ¿Quién en su santo juicio podía dejar de hacerlo? Si de perfil era atractivo, verle el rostro completo podía hacer babear a cualquier chica, su quijada marcada y una nariz recta, era lo único que me faltaba por analizar. Y sin pensar, solté la mayor pachotada de mi vida.



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En el texto hay: humor, romance, recuerdos perdidos

Editado: 17.05.2018

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