Lanzo mis almohadas con desgano hacia un costado de mi cama para poder destaparla, dejando mi teléfono en la mesita de noche para que continúe cargando.
Lo sabía, había sido algo extraño que me pidiera mi teléfono, era obvio que no iba a escribirme. Había pasado media hora desde que llegué a mi casa y ni siquiera un mensaje de “este es mi número” se hallaba en mi bandeja. Estoy segura que apenas me fui, encontró a alguna chica de pechos grandes y poca ropa que merodeaban por ahí para hacer lo mismo que hacia su primo unos cuantos metros más allá con mi mejor amiga, y la excusa del teléfono solo era para no terminar nuestra extraña conversación con un seco adiós.
El sonido de la puerta capta mi atención mientras me meto a la cama. La cabeza trenzada de mi madre se asoma por ella dedicándome una sonrisa antes de entrar por completo a mi habitación y dirigirse a mi cama, sentándose en el filo.
— ¿Y bien? — Pregunta acomodándose la bata de dormir — ¿Cómo te fue? Pensé que Agus se quedaría a dormir.
—Me fue bien — le muestro una sonrisa no muy convincente — Y pues Agus está castigada mamá, no la dejan dormir fuera de casa, cuando está castigada.
—Gustavo tiene unos castigos tan extraños.
—Tu deberías imitarlo — rio.
—Debería ¿no crees? — me da unas palmaditas en la pierna bajo mis frazadas — Pero para eso, tu deberías ser una universitaria normal, para poder castigarte. Pero como no lo eres…. — suspira.
– ¿Me estás diciendo que soy anormal? — cuestiono indignada. No era novedad para ellos, de que no me gustaran las fiestas. Es más, se alegraban demasiado cuando pedía permiso para alguna, dándome pase libre para beber hasta quedar inconsciente y descontrolarme con un montón de hormonas con patas.
— ¿Yo? — Le resta importancia con la mano — Que va. Solo eres un poquito rara. Pero recuerda, ser raro es un efecto secundario de ser genial.
Mi teléfono vibra en la mesita de noche ocasionando cosquillas en mi estómago, vuelvo a ver a mi madre acercándose para darme un beso de buenas noches en la frente.
—Y te habrás dado cuenta que nosotros somos geniales — continua — Que duermas bien mi pastelito, mañana tenemos un gran día. Holden estaba emocionado — habla desde la puerta antes de cerrarla detrás de ella.
Veo el vestido colgado detrás de mi puerta sintiendo un repentino nerviosismo recorrerme el cuerpo. Era increíble como el tiempo pasaba tan rápido, parecía como si fuera ayer cuando mi hermano menor estaba aprendiendo a nadar. Ahora es un jodido adolescente de dieciocho años con una extensa lista de universidades que lo quieren en sus ligas acuáticas.
Tomo mi teléfono encontrándome con un mensaje de mi mejor amiga.
Queen Agus: Que amable de tu parte encargarme a un desconocido que acababas de conocer, para que me lleve a casa. ¿Por qué te fuiste estúpida?
Yo: Sabes que mañana es la entrevista de Holden, y tengo que levantarme temprano. No podía esperar a que terminaras de tener sexo en el sofá.
Queen Agus: Hoy estas con un sarcasmo…. ¿Llegaste bien?
Yo: Mi virginidad sigue intacta, así que supongo que sí. ¿Sigues en la fiesta?
Queen Agus: Que payasa -_-
Queen Agus: Ya que el primo de Jean Luca nos llevará puedo divertirme mucho más. Por cierto, ese chico está caliente.
Dejo mi teléfono a un lado porque no quiero seguir hablando del chico desconocido que me pidió mi número y hasta ahora no me escribe. Agarro el libro que estaba leyendo hasta hace algunas horas, y abro en la página que me había quedado, el teléfono vuelve a vibrar unas cuantas veces más, sin embargo yo ya no le presto atención y me sumerjo en las palabras de mi escritora favorita, haciendo que me olvide por completo del mundo y la hora.
***
Una pequeña punzada sobre mi párpado hace que abra los ojos de golpe, sin saber en qué momento me pude haber dormido, un sonido seco suena contra el suelo, haciendo que me sobresalte. El reloj de pared, indica las tres de la madrugada, e inconscientemente las palabras de Holden llegan a mi mente.
¿Sabías que cuando te levantas entre las tres y las tres y media de la madrugada, ya sea porque tienes ganas de orinar o porque ya no puedes seguir durmiendo, es porque un alma en pena te está observando? Es la hora muerta.
En ese instante no le había creído, es más, nos habíamos enfrascado en un acalorado debate acerca de que la hora muerta era una falsa suposición de la gente, que terminó con una guerra de harina en la cocina y una señora Karla muy enfadada por utilizar sus ingredientes para el pastel que tenía que entregar en unas horas. Lástima que en este momento, pensara todo lo contrario.
Mi teléfono volvió a vibrar, ocasionando que me caiga de la cama del susto, ganas no me faltaban de jalar la frazada y quedarme en el suelo hasta que el sol salga, por todo el miedo que me empezaba a recorrer el cuerpo. Estaba en esos momentos donde en el que cuanto más te quieres calmar, todas esas leyendas, historias de terror y falsas suposiciones, llegan a tu mente haciendo que la tensión se haga mucho más grande. Se te agudizan los cinco sentidos, escuchando claramente a un grillo, o sintiendo a la perfección el viento que pasa por debajo de la puerta.