Narrador omnisciente
La noche oscura con la luna iluminando las calles vacías y silenciosas daban un aspecto tenebroso a las calles del pueblo Hill Lane.
Pero en la mansión Hamilton un sonido se escuchó, un disparo fue el comienzo de un tormento.
Y Evans Tyler fue el primero en morir y quizás no sería el único.
—¿Qué es lo que buscas? —preguntó uno de ellos observando a aquel hombre, Porque eso era ¿cierto?
—¿Qué busco? Una buena pregunta, es demasiado simple, pero a la vez complicado, podría simplemente querer eliminar a mi competencia, u obtener dinero y más poder, pero lo que quiero es venganza—contesto de manera hostil aquel anfitrión del caos.
—Venganza ¿Por qué? ¿Contra quién? —esta vez fue Elías Hamilton el que pregunto acercándose a aquella persona que sabía que lo estaba observando fijamente no podía ver sus ojos, pero lo sabía. Pero antes de que pudiera avanzar más escucho unos pasos acercándose para luego percibir el contacto de un arma en su cabeza.
—Es mejor que no te muevas a menos que quieras perder la cabeza, y eso sería una lástima—era un amenaza y Elías Hamilton, se detuvo de golpe y sintió como cada musculo del cuerpo se tensaba.
—Bien, quizás deba explicar qué hago aquí, y porqué están aquí, les contare algo dicen que la venganza es el motivo por el cual un corazón pierde toda humanidad, que te marchita el alma, que es mejor olvidar y seguir, como si fuera fácil, pero para mí la venganza me hará libre y a ustedes los llevara donde merecen estar.
—¿Y por quien te vengas? — preguntó Ethan calmado podría ser la última noche con vida y no demostraría miedo un miedo que ni siquiera tenía, las miradas fueron a parar a él.
—Por un hombre, una mujer y unas niñas que asesinaron, por destruir a personas inocentes—le contesto mientras se paseaba alrededor de ellos como león cazando a su presa, percibía el miedo que desprendían cada que se acercaba a alguien, que irónico personas que maltratan y se burlan de los demás que engañan a niñas para luego venderlas, que violan y realizan actos más horribles ahora temblaban de miedo.
— ¿Quiénes? No sé contra quien es tu venganza, pero no puedes asesinar a todos. —una mujer fue la que habló con la voz entrecortada.
—Y ese es el problema–inquirió con molestia– que en sus manos corren tanta sangre que ya no recuerdan a quienes le arrebataron la vida—el enojo era latente y el odio hacia ellos aumentaba.
—y en algo te equivocas si puedo matarlos a todos, pero no lo hare— dijo mientras hacia una seña hacia sus hombres dando una orden y sus hombres atacaron la realizaron sin dudarlo. Cinco cuerpos fueron arrastrados y puestos de rodillas frente a su verdugo. Entre ellos estaban Mariela Andrade, Gonzalo Peña, Rubén Ávila, Raúl Velarde y Esteban Hamilton. Jefes de la mafia, asesinos y criminales con todas sus letras. eso eran ellos y eran uno peores que el otro. Trataron de huir, pero era imposible estaban totalmente rodeados.
—¿Qué es lo que planeas hacer? —cuestiono Elías Hamilton, viendo a sus socios en el suelo, y peor a su hermano.
—Que planeo hacer, pues no es obvio invitarlos a la hora del té —mencionó con burla.
La verdad era que no necesita responder porque ya lo sabían, todos lo sabían, sabían que aquellos que se encontraban arrodillados morirían.
Los hermanos Hamilton miraban la escena en silencio, quietos observando el alcance de su enemigo. Había interrumpido una fiesta privada, había asesinado a todos los de seguridad y ahora tenía a sus pies a 5 de los líderes del narcotráfico, lavado de dinero y tratado de blancas.
—El juego se hace interesante, ¿no es así? —preguntó mirando a Elías Hamilton con burla
— Lamentarás todo esto, porque no das la cara cobarde— una carcajada se escuchó a través de aquella máscara.
—No lo creo— el sonido de una llamada se escuchó y la sala quedo en total silencio.
—No contestas la llamada quizás sea algo importante Señor Hamilton— la llamada seguía y un confundido Elías atendió la llamada
—Si—su rostro palideció, sus puños se apretaron y de un momento a otro lanzó con furia el teléfono haciendo que este se rompiera con el golpe.
—Alguien tiene problemas de ira —se estaba divirtiendo viendo perder los estribos de Hamilton, escuchar los sollozos en la sala y ver el miedo en los ojos de aquellos que se encontraban arrodillados le producía un placer incontrolable
—Bien, ya me aburrí—dijo para apuntar al primero de su lista a Mariela y se acercó a ella y antes de disparar susurro un apellido el rostro de aquella mujer palideció y el disparo salió y un cuerpo más callo, otros tres le siguieron el mismo apellido escucharon y por la misma mano murieron.
Los disparos eran lo único que se escuchaba, la sangre había bañado los trajes y vestidos de todos, los muertos los rodeaban.
—Y para el final Esteban Hamilton, la familia más poderosa —se acercó a él.
—La cabeza de la familia un hombre sin escrúpulos —menciono en dirección de Elías Hamilton y luego se acercó a ellos.
—Los tres hermanos Hamilton los reyes de Hill Lane, no es así— dijo para alejarse de ellos.
—Y por último Esteban Hamilton la mano derecha de su hermano siempre a su sombra, pero no te preocupes eso se terminará.
—Lo lamentarás, te arrepentirás de lo que haces– mencionó este en un fallido intento de escapar.
Se acercó al hombre arrodillado y le susurro algo en el oído Esteban Hamilton negó repetidas veces con la cabeza.
—Eso es imposible, es imposible— repitió una y otra vez perdiendo la cordura, negó tratando de creer que lo que había escuchado era una mentira, y lo era o eso esperaba, mientras que un arma era puesta en su dirección, el seguía balbuceando, sintiendo el miedo en cada parte de su ser, estaban perdidos, los destruirán, y el ya no podía decir nada, ni advertirles pues la muerte había llegado por él.