Capitulo 38

Elena

—¿Estás segura de que quieres ir? –pregunto con preocupación Madison

—Si Madi–afirme con una sonrisa para tranquilizarla– Además así te ayudo–y eso era verdad no dejaría que ella cargara con todas mis cosas

—Ellos van a estar ahí lo sabes verdad–asentí sin ganas, pero tenía la esperanza de que esta vez fuera uno de esos días donde la mansión se encontraba sola, aparte de los empleados.

—Si lo sé, pero es mejor que esto se termine de una vez por todas ya hemos tardado bastante y es mi culpa y lo sé.

—No es tu culpa….

—Si lo es Madi–no deje que terminara–pero ya es hora vamos.

—Vamos–asistió para salir de su casa.

El camino a la mansión se hizo más largo de lo normal, no había pronunciado palabra y agradecía a Madi que ella tampoco, ella me conocía lo bastante como para saber cuándo quedar callada, y cuando la mansión se vio desde la lejanía suspiré soltando el aire que tenía retenido y ni siquiera me había dado cuenta.

 Ya era hora, tenía que hacerlo, solo es entrar y sacar mis cosas nada más, no hay motivos para que las cosas se complicaran ¿cierto?

Estaba tan abrumada con mis pensamientos que no me di cuenta que el auto ya no se movía observe a Madison y ella me regalo una sonrisa, nos bajamos en silencio y caminamos hacia la entraba sentía mi corazón acelerarse y las manos me sudaban, tocamos el timbre y una de las empleadas nos recibió.

—Bienvenidas Señorita Elena, Señorita Madison—nos recibió con una sonrisa dándonos paso –¿en que las puedo ayudar señoritas?  ¿quieren que les suba algo de tomar a su habitación? –me pregunto amable.

–No te preocupes estamos bien

–Señorita Elena por si pregunta los jóvenes no se encuentran en la casa

—Solo vengo a llevar unas cosas, no te preocupes–saber que no estaban me aliviaba

—Vamos— le dije a Madison llevándola hacia las escaleras

Estábamos guardando todas mis cosas, cuando el sonido de unas voces desde la sala se escuchó, no podía percibir que decían, pero si sabía quiénes eran.

—Son ellos—aviso Madi observándome con pena.

—No quiero verlos—susurre lentamente

—No te… — la puerta fue abierta y ahí estaban ellos mirándome de pies a cabeza, los observe a cada uno, analice sus rostros tenían ojeras y por lo que veía se habían dejado crecer la barba y maldije a mis hormonas porque se veían tan bien que sentía mis piernas como gelatinas, ellos también me analizaban mientras que una sonrisa se formaba en sus labios y mi corazón se aceleró ¿parece que me extrañaron? Me reí de mis propios pensamientos, era tan idiota, ellos no me querían, ellos me engañaron, me repetía una y otra vez no caería de nuevo, ya no.

—Elena—susurró Ethan avanzando hacia mí, instintivamente retrocedí unos pasos y negué, él se detuvo y sus ojos reflejaron ¿dolor?

—Solo escúchanos por favor–rogo Erick 

—Y luego puedes hacer lo que quieras, pero escucha.

—Está bien–dije y tanto ellos como Madi se sorprendieron ante mis palabras– pero ya no habrá nada que me digan que hará que cambie de opinión—dije para darle una mirada a Madison, que entendió y ella salió de la habitación dejándonos solos.

—Bien que sea rápido–tome asiento en la cama observándolos sin ninguna expresión.

—Fue 2 semanas después de que Gabriela llegara a Hill Lane, fuimos a hablar con ella queríamos dejar en claro las cosas, desde que había llegado habíamos recibido llamadas de ella y algunos mensajes, queríamos que entendiera que estábamos contigo y que eso no cambiaría, fuimos a su casa y charlamos, ella nos escuchó y dijo que no había problema que no tenía idea de que estábamos en una relación, luego nos ofreció unas bebidas y aceptamos no queríamos ser descortés con ella. Primero fue una copa, luego otra y en un instante ella ya se estaba acercando a nosotros, no sabíamos en qué momento sucedieron las cosas, pero ella ya estaba en ropa interior y nosotros….

—Ya es suficiente—lo interrumpí enojada, no quería escuchar como follaron con ella.

—Fue un error caímos estábamos…

—No Ethan–negué con rabia– Ustedes no son idiotas fueron a dejar en claro las cosas cuando la verdad era que no sabían lo que querían. Y al final de la noche lo supieron, se había acostado con ella y no pensaron en mí—dije con la voz temblorosa, sentía la vista borrosa y sabía que estaba a punto de llorar, trague el nudo que se había formado en la garganta y cerré con fuerza los parpados no lloraría no otra vez, no enfrente de ellos.

—No, te equivocas nosotros te queremos a ti.

—No Elliot…

—Elena te ama…–solté una carcajada que lo desconcertó a él como a sus hermanos.

—No no no, no lo digas cuando la verdad es que si eso fuera cierto nada de esto hubiese ocurrido. Y saben algo —mencione mirándolos con una sonrisa—Es mejor así.

—¿De qué hablas Elena? — interrogaron confundidos

—Por qué todo sentimiento de amor que estabas creciendo en mi hacia ustedes ya no está y ya no regresara–me encogí de hombros, mientras que sus rostros perdían color.

—¿Dices que ya… no nos quieres? –me quede pensando en la respuesta a esa pregunta, quizás todavía los quería, quizás en este momento la respuesta seria lo que ellos quieren escuchar, pero sé que al pasar los días todo sentimiento ira desapareciendo así que...

—Si–respondí sintiendo como algo dentro de mí se liberaba–Al parecer si me equivoqué al pensar que podrían ayudarme a ser feliz. ¿O quizás al final sí lo hagan? —dije mientras tomaba el ultimo bolso en mis manos y salía de esa habitación dejándolos ahí solos, quietos sin mover ningún musculo, y aun así sentía sus miradas penetrantes a mi espalda, quizás pensando que giraría y les diría que los perdonaría y que volvería con ellos, al bajar sentí sus pasos siguiéndome por las escaleras y también el susurro de mi nombre, pero eso no impidió que una sonrisa se formará en mi rostro al marcharme de aquella mansión.