Narrador omnisciente
El tiempo pasa, y con él los sentimientos también cambian, el dolor disminuye lentamente hasta que llegara un día en el que simplemente sean recuerdos.
Ya había transcurrido un mes desde que la relación de los hermanos Hamilton y aquella joven de cabellos negros se terminará, un mes donde el llanto y el arrepentimiento se hacían presentes cada noche en la soledad de sus habitaciones bajo la luz de la luna.
Y ahí en medio de tantos jóvenes recorriendo los corredores de la universidad estaba un grupo que sin saberlo su destino ya estaba siendo escrito por la mano de la venganza.
—¿Han hablado con Elena? —fue la pregunta que salió de los labios del mejor amigo de los Hamilton, aquel que también poseía la belleza de los ángeles, Daniel observaba con intriga y curiosidad a sus amigos, aunque todavía estuviese un poco molesto por lo ocurrido con Elena, él era su amigo y así lo seria hasta la muerte, siempre habían sido los 4 y así seguiría.
—Si—contestó arisco el mayor de ellos sin tomar la molestia de levantar la mirada.
—¿Y? — cuestionó aun con más curiosidad
—Se acabó, ella ya no quiere estar con nosotros— Elliot respondió seco y sin ganas, quedando la mesa en un total silencio.
Y a unos metros de ahí, otra conversación se daba, descubriendo verdades que deberían estar ocultas por lo menos por ahora
—Al final lo hiciste Gabriela–dijo Adán observando con intriga y un poco de orgullo a la mujer que se encontraba junto a él.
—Te dije que nadie iba a tenerlos Adán–aseguro ella con una sonrisa maliciosa
—Y destruiste a Elena para que al final no volvieras con ellos–se burló mientras la sonrisa que adornaba el rostro de la joven desaparecía en segundos.
—Solo es cuestión de tiempo, Elena era una piedra en mi camino y sabes qué hacemos con ellos.
—Los destruimos–contesto– ¿pero en verdad la destruiste? recuerda que una mujer despechada es peligrosa.
—No ha vuelto a la mansión y ni siquiera se ha acercado a ellos. Le rompieron el corazón y está muy ocupada llorando y lamentándose con su amiguita. Para hacer algo contra mí.
—¿Y tú como vas con tus planes? — preguntó Gabriela, haciendo que la conversación cambiara rápidamente como ella quería
—Bien nadie sospecha nada, ¿en verdad no te importa que tu padre esté muerto? — preguntó Adán.
—Sabes bien que no, era un maldito y además quizás pueda quedarme con el negocio si mi madre también desaparece—dijo mientras que la idea de tener todo el poder en sus manos le hiciera imaginar a su madre muerta, aquella que al final de cuentas no era más que una simple mujer florero de su padre, sin voz ni voto, pero si una maldita con ella, lo era desde su niñez.
—No puedes…—guardaron silencio al escuchar a una persona hablando en un rincón y mientras más escuchaban más reconocían aquella voz, así que no dudaron en acercarse cuidadosamente sin que nadie los notara, y al llegar al lugar afirmaron sus sospechas, no se equivocaban ahí se encontraba Madison la mejor amiga de Elena.
—Ya estoy harta—dijo con molestia hablando con alguien por teléfono—Lo sé— respondió de nuevo frunciendo el ceño cada vez más—Pero admite que Elena ha estado más insoportable que antes, todo el día llorando y lamentando lo que le sucede–ante la mención de ese nombre Gabriela y Adán se observaron con asombro—Jajaja tienes razón ni siquiera puede solucionar sus problemas ella sola. Ya no la aguanto más te lo advierto…. Si estoy en eso
Y Madison continuaba aquella llamada sin saber que alguien la estaba escuchando, y así revelando uno de los tantos secretos de Hill Lane
—No lo puedo creer— dijo Gabriela asombrada a Adán
—Al parecer las traiciones y mentiras rodean la vida de Elena Stone —dijo Adán observando el rostro de Gabriela que era inundado por la alegría, él sabía que Gabriela odiaba a Elena la odiaba por haber ocupado su lugar con los imbéciles de los Hamilton, y aunque a él Elena le parecía una buena persona, no haría nada para salvarla, cada uno tiene su propio verdugo y al parecer Gabriela era el suyo.
—Pobre, sufrirá tanto al saber que su amiguita ni siquiera la aguanta, nadie la quiere en verdad, está sola y así se va a quedar— mencionó Gabriela con una sonrisa burlona en su rostro.
Y tenían razón pues en algún lugar de Hill Lane en aquella habitación tan elegante y amplia rodeada de lujos y dinero se encontraba Elena lamentando las decisiones que tomó aquellas que la llevaron a confiar en personas que no debía y que la traicionaron y la traicionarían pues ningún cariño que recibió fue verdadero y ninguna amistad es tan cierta como cree.