POV RAVEN
—¿Con quién discutias anoche, cielo? —cuestiona mi padre con la vista fija en la televisión.
Yo me quedo muda sin saber bien qué responder. Mierda, ¿acaso grité tanto?
Estúpido Rave.
—¿Anoche? —Tomo un sorbo de mi café para apaciguar un poco mis nervios.
Mi padre ahora sí me está mirando. Sus ojos color avellana penetran los míos y siento que puede ver todo lo que hay en mi mente.
Eso no es posible, ¿verdad?
—Sí, anoche, Raven —reafirma ahora serio—. Se escuchó como mandabas al carajo a alguien.
Mi madre me mira atenta desde la estufa donde está preparando los waffles. Aria, al otro lado de la mesa hace un baile juguetón con sus cejas como si estuviese pensando "esto se va a poner bueno".
—Oh..., anoche —repito como una estúpida. Mi padre tiene todo su interés en mí ahora y enarca una ceja.
¿Por qué no lo sueltas y ya, Raven?
—Con Jessica —digo finalmente.
Muerdo el interior de mi mejilla para no ceder a los nervios que siempre me da mentir.
—Que raro tú peleando con tu amiga. —Mi padre frunce el ceño confundido pero se lo creyó.
Mi madre deja el plato de hot cakes sobre el desayunador y se sienta junto a Aria. Esta última está reprimiendo una carcajada. Su rostro se ha puesto casi rojizo por aguantar la risa.
—Oh, Aria cariño, ¿te encuentras bien? Estás roja. —Mi madre pasa el dorso de su mano por la frente de Aria que me sigue mirándome divertida.
—Ajá, sí, mamá. Estoy bien. Solo tengo algo de calor —contesta y para probar su punto deja su café a un lado y se sirve un poco del jugo de naranja que descansa sobre la mesa.
Mi madre la mira atenta por unos momentos pero lo deja pasar. Luego me mira a mí.
—¿Y por qué pelearon con Jess? —inquiere mi madre, curiosa.
Nunca me ha incomodado hablar sobre mis temas personales con mis padres pero justo en este momento me molesta que sean un tanto entrometidos.
—Cosas sin sentido, mamá. No es nada, ya lo arreglamos. —Le dedico una sonrisa convincente y pego mi vista al televisor con la esperanza de que no haga más preguntas.
Mi madre me mira en silencio unos momentos y sé, por su mirada, que no me cree. Ella es buena leyendo a las personas y más a mí. Dudo que tenga que ver con el hecho de ser psicóloga.
—Está bien. —Se resigna, dándome una sonrisa de labios cerrados.
Sabe que tarde o temprano le contaré la verdad. Confía en mí y aprecio eso.
(***)
—Hola, ¿me puedo sentar aquí? —Dejo de trazar los apuntes sobre mi libreta cuando oígo que alguien dice aquello en un tono nada amigable.
Levanto mi vista para encontrarme con los ojos gris plomizo de Nastia.
Trago grueso.
La clase de psicología ya no la comparto con Jess así que me siento sola la mayor parte de la clases.
—Claro —respondo con una sonrisa tensa, no tengo razón para ser pedante con ella.
Toma asiento a mi lado y puedo sentir su perfume caro golpeándome las fosas nasales. Huele a rosas.
Trato de ignorar la incomodidad infernal que estoy sintiendo con esta chica a mi lado y sigo traspasando los apuntes del libro a mi libreta para la prueba de psicología que habrá en unos minutos cuando el profesor llegue.
Rhett se encuentra sentado unos dos bancos delante de mí. Él también está tomando notas.
—Parece que te llevas bien con los hermanos Ricci, ¿no? —La voz tajante de Nastia interrumpe denuevo mi intento de estudio para la prueba.
Reprimo la acción de entornar los ojos porque no quiero tener problemas con nadie.
—Sí. Somos buenos amigos. —Me limito a contestar en tono serio.
Vuelvo a mi labor pero la rubia a mi lado parece tener muchos ánimos de conversar.
—¿De Rave también? —Sus ojos de color pálido me dan escalofríos cuando me mira tan fijamente.
Siento la bilis subirme por la garganta al escuchar su nombre saliendo de sus labios de forma tan sugerente.
—No —zanjo, para dar de una vez por todas, dar por terminada la conversación.
—Disculpa, no te he oído bien, ¿qué dijiste? —dice en un tono tan añinado y burlón que me hace saber que está divirtiéndose con mi incomodidad.
—Que no soy amiga de Rave —espeto, tal vez elevando un poco el tono de voz para que me oíga.
Ahora sí la estoy mirando fijamente. Ella enarca una ceja y muerde una de sus largas uñas.
Luego esboza una sonrisa casi siniestra.
—Mejor así —finaliza y dirige su vista al frente.
Lo dijo en un tono tan petulante que logró molestarme.
—¿Habría algún inconveniente si fuera amiga de Rave? —inquiero con un tono de voz tranquilo y serio.
Mi mirada sigue el trazo que sigo haciendo en mi libreta, pero puedo sentir sus ojos estudiando mi perfil.
—No lo sé —responde impasible. Luego de eso pasa uno de sus dedos por el puente de mi nariz. Yo levanto la mirada y siento que voy a echar humo por las orejas—. Tus poros están muy dilatados, te recomendaré a un dermatólogo amigo.
Sonríe mostrando su impecable dentadura.
—Gracias por notarlo. Como agradecimiento te facilitaré el contacto de un fonoaudiólogo para tu sordera. —Esta vez es mi turno de sonreír.
Nastia parece querer echar chispas por los ojos.
—Claro. Que amable de tu parte, gracias.
—No es nada.
Minutos más tarde el profesor entra e inmediatamente se disculpa por haber llegado casi veinte minutos tarde. Nos entrega a cada uno una hoja impresa con el exámen y nos da media hora para completarlo.