Los Ricci

33. Mi lugar (+18)

POV RAVEN

Intento quitarme de encima del italiano para cerrar la puerta de su habitación, pero él nota mi intención -me regala una sonrisa encantadora-, y se para conmigo aferrada de brazos y piernas a su cuerpo, dirigiéndose a la entrada para patear la puerta, haciendo que esta se cierre provocando un sonido ensordecedor.

Una risita eufórica se me escapa.

Al fín está pasando.

—¿Rave? ¿Qué fue eso? ¿Raven, estás bien? —Escuchamos la voz preocupada de Rhett al otro lado de la puerta.

No respondo. Sería muy vergonzoso hacerlo.

—Lárgate, Rhett —espeta Rave, mientras se sienta al borde del colchón, por lo que quedo a horcajadas sobre él.

Delinea con sus nudillos el contorno de mis labios perezosamente y deja un beso fugaz allí que me revoluciona todo.

—Voy a entrar —anuncia Rhett, que es hasta ese momento que recuerdo, está al otro lado de la puerta.

—¡No! —exclamo, cuando escucho como gira el picaporte.

Rave me mira con una sonrisa divertida en su rostro.

—¿Raven?

—Rhett, solo, vete. —Las ansias son las que hablan por mí.

No hay respuesta de su parte y oímos sus pasos alejarse por el pasillo segundos después.

No termino de procesar bien lo que acabo de decir cuando Rave me voltea, dejando caer mi espalda sobre el mullido colchón.

Acto seguido comienza a besarme ávidamente, me toma unos segundos poder seguirle el ritmo a su beso hambriento, feroz y necesitado.

Siento todo el vello de mi cuerpo erizarse cuando recorre todo mi costado con la palma de su mano, y a pesar de tener todavía la sudadera puesta, mi piel se encuentra muy sensible a cualquier tacto que provenga de él.

—Eres tan sexi cuando te pones mandona —susurra con voz ronca junto a mi oído, y una punzada en mi vientre bajo ataca.

No soy capaz de responder nada.

Lo que hago en respuesta es separar más mis piernas y enredarlas en su cintura, haciendo que su pelvis se pegue a la mía, dándome una deliciosa probada de su erección. Cierro los ojos cuando él pasa sus manos por todo mi cuerpo, deteniéndolas en mis pechos. Me arqueo, dándole pie a que me toque todo lo que él desee, solo a cambio de que él me permita hacer lo mismo.

—Creo que tienes demasiada ropa, niña. —Mi temperatura corporal se dispara todavía más cuando habla en mi oreja y muerde el lóbulo de esta luego de eso.

—Rave... —Mi tono es suplicante.

—Sí, esta vez sí soy yo, hermosa —suelta una risotada cuando lo miro de mala manera por su innecesario comentario.

—Ya te dije que eso fue un malentendido. —Le empujo el hombro desnudo y dejo mi mano ahí cuando esta goza de la suave piel del italiano.

—Los dos sabemos que eso nunca fue verdad.

Voy a retrucarle cuando me acalla con un beso violento que correspondo al instante. Nuestras lenguas se encuentran y juguetean entre ellas mientras saboreo el gusto a menta y cigarrillo que caracteriza la de él.

Rave presiona el bulto dentro de sus boxers contra mi entrada, puedo sentirlo a pesar de tener puesto el Jean de tela gruesa. Cierro los ojos mientras seguimos besándonos bruscamente.

—Si no estás lista podemos parar, no necesitamos apresurarnos si no quieres. —Él deja de besarme y ahora sus ojos verdes me miran con detenimiento, expectantes por mi respuesta.

Esbozo una sonrisa divertida e incrédula en partes iguales, ¿en serio me está tratando como si fuera una virgen en su primer encuentro sexual?

Lo quito de encima mío y me paro hasta quedar al pie de la cama.

Él me observa confundido y yo —todavía con una sonrisa en mi rostro—, comienzo a deslizar hacia arriba el remerón que traígo puesto. Los ojos de Rave recorren con deseo todo mi torso ahora descubierto. Desabrocho el botón de mis pantalones y bajo lentamente la cremallera sólo para torturarlo, termino de quitármelos y ahora estoy en nada mas que ropa íntima, igual a como lo encontré a él.

Noto como traga grueso, mientras recorre con sus bonitos ojos toda la extensión de mi escuálido cuerpo.

Me trago los nervios que quieren abrirse paso en mi estómago y hablo:

—¿Acaso parece que quiero parar, Rave?

—Gracias al cielo, no —contesta, con sus ojos puestos en mis pechos.

—Mis ojos están aquí arriba, Nacho.

El italiano ladea una sonrisa que justo en este momento me resulta más atrayente de lo normal y aparta, luego de unos tortuosos segundos, la vista de mis senos para clavar sus ojos en los míos.

—No sé qué hice bien para tener esta suerte. —El corazón se me comprime en el pecho al escucharlo.

El pulso se me dispara y esta vez no es por la excitación al verlo semidesnudo.

Sin previo aviso, y sin dejarme contestar nada, me toma del brazo y me jala hasta que caígo sobre su cuerpo con violencia. Hago una mueca cuando mi cuerpo golpea contra sus firmes músculos.

—Lo sien... —Intenta disculparse pero lo tomo por la nuca y pego nuestros labios con brusquedad, dejando que él introduzca su lengua en mi boca.

Abandona mi boca para hundir el rostro en mi cuello y atacar justo ahí con sus besos y mordidas. Ladeo la cabeza para darle más acceso y siento sus dedos viajar al broche de mi sujetador. Lanza a un lado mi sostén y otra punzada a mí vientre bajo ataca cuando observa con lujuria mis pechos expuestos.

—Ya los extrañaba —murmura y se lleva uno a la boca en lo que yo suelto un pequeño gemido.

Comienza a mordisquear y succionar la cima de estos mientras sus manos ahuecan mi trasero, presionando mi pelvis contra su miembro. Vuelve a voltearme sobre la cama quedando encima mío.

—¿Te gusta que te hagan sexo oral? —Abro los ojos, anonadada por su crudeza.

—S-sí. —Es lo único que puedo articular con la respiración agitada.

Siento como soy despojada de mis bragas y mis piernas son abiertas por las callosas y fuertes manos de Rave. El italiano empieza dejando pequeñas mordidas en la parte interna de mis muslos que me electrizan todo el cuerpo y calientan mi sangre, su lengua recorre el camino donde antes dejó sus mordidas y siento lo mojada que estoy en este momento. Me sonrojo al caer en cuenta que él también estará consciente de eso.




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