Los secretos de Fos

Ceres VI

Decidí escuchar a Hades y me mantuve en silencio lo más que pude, abrazada a Cleo para que esta dejara de llorar pero solo podía sentirla estremecerse entre sollozos y sus lágrimas que caían sobre mis ropas, lo que no me ayudaba precisamente a mantenerme en silencio y en calma pese a que quería. Me mordí constantemente las mejillas desde dentro pero eso solo me hacía querer llorar más.

Pero no la solté, pensé que si estábamos juntas estaríamos bien. Yo quería creer en eso y en Hades.

Aun sentía a Hades sobre mi cabeza, dándome ánimos con sus manos y acariciando mi rostro con su cola lo que de alguna forma era reconfortante. No recordaba que oliera tan bien.

¿Los seres mágicos se bañaran? Recuerdo que hasta ahora nunca le pregunte.

Me abrace a Cleo con fuerza en cuanto pasamos por un bache de forma buscando, soltando algunas lágrimas, íbamos a estar bien. Hades lo prometió y quería creerle.  

Los hombres tenían todo el carro tapado por lo que me fue imposible ver a dónde íbamos pero a mi casa no era y pese a que sentía las incontrolables ganas de seguir llorando, me trague mis lágrimas de nuevo. Hades limpiaba mi rostro con su colpa de vez en cuando.

Esperaba no estar temblando tanto. No quería preocupar a Cleo más de lo que ya estaba.

—Todo estará bien— Me susurro Hades de nuevo.

Apreté su cola pero esta vez no con malicia aun así estaba segura de que la apreté con fuerza. De todas formas Hades no dijo nada.

Tras lo que pareció una eternidad llegamos a una especie de granero. Eso parecía, era muy grande y olía a tierra, lo que me incomodo en la nariz haciéndome estornudar. Atrás de ese edificio desgastado logre ver una mansión grande, de al menos cuatro pisos con una gran verja metálica negra. No podía ver ningún detalle y el olor a paja y tierra del granero me distrajo el tiempo suficiente como para no ver la mansión mientras nos hacían entrar a ese lugar.

Cleo no se separó de mi incluso mientras bajábamos del carro con otro, como no, fuerte empujón de los hombres. Trate de ayudar a levantarse pero parecía costarle moverse, a ambas en realidad.

Eso casi me hace llorar de nuevo. Estaba más aterrada de lo que pensaba aceptar.  

— ¿Cuánto tiempo esperaremos?— Preguntó un tipo que acaba de acercarse. Note que tenía ropa de noble, a diferencia de los otros dos tipos horribles que venían con nosotros en el carro. Esa ropa era fácilmente parecida a la de mi papá pero de menos calidad, seguro.

El hombre nos miró con atención, como analizándonos y luego aparto la vista. No recuerdo sus facciones. Seguro eran horribles.

—Una vez que se comuniquen con nosotros y pidamos el dinero por el rescate, las haremos hablar por el teléfono para tranquilizarlos y entonces tu podrás hacer lo que tengas planeado con ellas— Dijo el hombre calvo mirándonos de reojo, lo que me estremeció y me hizo abrazar más fuerte a Cleo.

Eso me dejo en claro que no nos regresarían a casa sin importar nada.

—Siendo niñas pueden ser de utilidad de muchas formas pero al ser tan jóvenes, mejor dárselas a ella— Dijo el hombre acomodando su traje con una sonrisa en el rostro. Era un monstruo definitivamente— Vístalas mejor que ella no recibirá a nadie con esas ropas tan desgastadas.

­         —Si— Dijo otro de los tipos elegantes y nos arrastró hasta el granero a la fuerza.

—Tal como sospechaba­— Me dijo Hades dándome palmaditas en la cabeza— Hay que salir de aquí ¿Qué te parece? Ahora ya sabemos que están locos y no merecen nuestro perdón.

— ¿Podemos?— Pregunté alzando la vista.

— ¿Confías en mí?— Preguntó mirándome con atención y yo solo asentí. Si no hubiera confiado en él definitivamente no habría hecho caso a sus palabras. Quería huir pero Hades y Cleo…

—Deja de hablar, niña y ponte la ropa— Dijo el hombre bien vestido tirándome prendas de color blanco. Estas no eran prendas mejores que las mías definitivamente— Y tú también… Aunque tu…

Cleo aún estaba sollozando, abrazada a mí.

El hombre la tomo del brazo y la tiro al suelo mientras esta chillaba con fuerza. Yo trate de tomarla con mis manos pero el hombre me empujo bruscamente hasta el suelo.

—Creo que jugare contigo después de todo— Dijo el hombre relamiéndose los labios mientras desabrochaba su ropa— No me importa que las necesiten vírgenes, podría disculparme y entonces te comprare para mí. Le harás compañía a un par de chicas que viven conmigo.

Al escuchar aquello no pude evitar apretar mis puños ¿Qué idioteces estaba diciendo? Yo… Hades, él…

—Hades…— Mi voz se escuchó más fría.

— ¡Me alegra escucharlo!

Entonces sentí más claramente el frio que me recorría el cuerpo, el miedo pero no solo era miedo, también sentía todo mi cuerpo caliente. Me molesto que tratara de… a Cleo, eso no podía permitirlo.

Y claro que no nos quedaríamos quietos mirándolo.

¿Esos eran mis pensamientos? En ese momento si pero debía admitir que tampoco se sentían del todo míos.

—Ve a dormir— Le dije a Cleo quien termino desmayándose. Su panda también.




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