Los secretos de Fos

Hades XI

—Y tú…— Aquiles camino hacia Ceres y Cleo quienes se quedaron de piedra por la sorpresa. Yo solo pude mirarlo con atención— Tu ser mágico le faltó el respeto al mío, por lo que me conto así que espero una disculpa, señorita Bianchi.

—Hablador— Dije en voz alta mirando al pavo real y apareciendo con una mueca de aburrimiento y molesta flotando sobre la cabeza de Ceres.

Todos en el salón se sorprendieron.

— ¡Hades!­— Ceres golpeo la mesa con las dos manos abiertas. Se notaba nerviosa pero ¿Quién no? El príncipe conocía su nombre y por ende, conocía a su padre— ¡¿Qué haces?! ¡Es el ser mágico del príncipe!

—Solo di mi opinión ¿Eso está mal? Ningún ser mágico se ha mostrado, en ningún lado ¿O sí? Eso solo lo hacen los presumidos— Señale al salón.

— ¡Hades!— Me grito Ceres con insistencia.

—Parece que no le has enseñado modales a tu ser mágico, señorita Bianchi por lo que te recomiendo que lo hagas, porque si no, podríamos tener problemas— Dijo el príncipe con severidad, lo que provoco en Ceres un escalofrío casi visible que hizo sonreír un poco al rey.

Eso me enojo un poco. Ya habíamos pasado por esto antes. 

Este tipo se cree mucho y la verdad no sé cómo les gusta a las chicas de la vida real, un alzadito, bueno, es verdad que tiene un desarrollo decente más adelante pero ¿Por qué esperar? ¿Por qué no ponerlo en su lugar de una?

— ¿Realmente puedes ser un rey si eres débil? Si, podrás tener la corona y lo que quieras pero no eres más fuerte que yo así que ve a intimidar a alguien más ¿Quieres? El pollo y tú no merecen nuestro tiempo— Dije con el mismo orgullo que él.

Ceres me miro con los ojos de un perrito.

—No esperaba esto, Bianchi— El príncipe estaba rojo de furia— Si de verdad crees que eres más fuerte que yo, bien, entonces enfréntame, será algo oficial ¿Qué te parece? Hoy mismo, cuando las clases terminen.

—Pero yo…— Comenzó Ceres.

—Lo haremos— Dije con confianza y me senté en la cabeza de Ceres para calmarla— Cuando ganemos, aceptaras que eres débil frente a toda la escuela y si tu ganas entonces…

El silencio se formó pero note que Ceres apretó su puño.

—Nos iremos de la escuela con toda la vergüenza que acarrea ser expulsada de este lugar tan prestigioso— Termino Ceres, viéndose un poco más motivada.

—Bien— El príncipe asintió con una sonrisa de suficiencia.

Cuando se fue, Ceres me tomo del cuello y me llevo al baño.

— ¡Espera…!— Logré escuchar la voz de Cleo.

— ¡¿Qué mierda hiciste?!— Ceres se pasó las manos por el rostro varias veces cuando se encerró en uno de los baños.

— ¿Yo? ¿Te escuchaste? Tú prometiste que nos iríamos como si nada— Dije yo, encogiéndome de hombros.

La chica a veces hasta a mí me sorprendía con sus arranques.  

— ¡Por el calor del momento, tonto! ¡Es tu culpa! ¿Y si perdemos? A veces siento que estar pegada a ti me vuelve estúpida…

—Te aseguro que ya lo eras…— La chica apretó mi cuello.

—B-bien, calmémonos…— Dije con dificultad, tocando su mano para que me soltara.

— ¿Realmente crees que vamos a perder?— Dije sentándome sobre ella— Entrenamos mucho juntos ¿Lo olvidaste? Te enseñe técnicas secretas milenarias… Los movimientos de un idiota y la magia de un pollo no nos ganaran.

—Es verdad pero…

—Estamos juntos y somos fuertes, además, iremos con todo desde el inicio ¿Qué te parece?

— ¿Con todo? ¿Te refieres a…?

—Así es…— Dije acariciando su cabeza— Solo no te pongas nerviosa, por favor y confía en mí.

—Confió en ti pero es el príncipe, si ganamos, podría mandar a matar a mi familia o a mi…— Dijo ella, apretando los labios.

—No lo hará— Dije dándole toquecitos a su cabeza—  Creo.

— ¡¿No estás seguro?! ¡¿Eres idiota o qué?!

—No lo hará, vamos, tu familia es muy importante para la burocracia, no solo para el rey y si llega el caso, haremos algo para protegeros— Le tranquilice— Mejor regresemos que Cleo debe estar preocupada.

Ceres empezó bastante nerviosa, se notaba por el cómo tomaba nota y pese a que me sentaba cerca de ella para tranquilizarla, no parecía cesar su ansiedad e incluso había veces en que me acariciaba, lo que parecía relajarla.

A eso me rebaje, a ser un muñeco anti estrés aunque aún no se me salen los ojos cuando me aprieta.

Creo que Ceres ni entendió lo que vieron en clase pero no la culpo. No me gustan las matemáticas en ningún mundo.

— ¿Estas bien?— Preguntó Cleo, apretando la mano de Ceres quien tenía los labios apretados.

—No lo sé…— Acepto la chica.

—Mucha suerte, mi querido Hades— Me dijo Leonardo.

—Gracias, saldremos victoriosos… 

—Puntos por haber asistido al encuentro— Dijo el príncipe, dándoselas de grande, mirando a todos con una gran sonrisa. Como esperaba, toda la escuela se había enterado del combate— Te perdonare si te disculpas. Olvidaremos esto, estas a tiempo.




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