—¿Cómo está Jose? —pregunta Ira quien me abraza de frente, yo la rodeo de la cintura, hundo mi cabeza en su cuello y aprovecho a apreciar el aroma de su perfume.
—Bien —Susurro a su oído.
La brisa mueve las hojas del sauce llorón, y en ese recorrido veo como las virutas de oro vuelan en el aire, Ira se separa de mi para apreciar el espectáculo.
Aves de todos los colores comenzaron a volar en el cielo azul, y las flores se movieron al son del aire.
—Cada segundo todo parece más surrealista —digo sosteniendo la mano de Iracema y caminando lentamente en sendero del bosque —. Ni en mis sueños más locos, o escenarios más mágicos podría describir o escribir sobre un lugar así.
>>Hasta los insectos son increíbles, sus formas y colores, nunca había visto tanta armonía.
—Sí no estuviera sintiendo tu mano tomar la mía —Ira habla bajito, como si no quisiera incomodar a los animales —. Juraría que estoy loca, esto es
... más allá de lo hermoso.
>>El aroma, el aire, la vista, las plantas, las flores, es una locura...
Ojalá solo estuviéramos aquí para disfrutar de la belleza del paisaje.
Hago una mueca, y recuerdo las palabras de la Cazadora, no sé si decirle o no a Iracema.
Preocuparla con las tonterías de una persona que solo quería torturarme, no creo que sea justo, por ella y por mi.
Los dos nos merecemos un segundo de paz, o al menos de tomarnos las manos sin tener que salir corriendo porque algo va mal.
Hay días, como hoy, en los que deseo ser solo ese adolescente de hace dos años, el chico que solo se preocupaba por las notas, y los fines de semana de salida. El que planificaba sus actualizaciones en wattpad y no la vida entera para ver cuantos segundos podría dedicarse a ser él.
Ser lo que soy, o lo que somos, es una enorme responsabilidad, y lo entiendo tan bien, es decir, no me cabe duda de que debo hacer esto, de que me eligieron a mi para una misión que cumplir, y en verdad me siento honrado por ello. Pero cuantas veces desearía ser solo el que ve al guerrero y pone sus esperanzas en él.
Alguna vez mi abuela me había dicho que el deber es un compromiso con nuestros apellidos, y el hacerlo bien con nuestros nombres.
Y cuando eso, solo me lo dijo porque había pedido que me quiten del internado porque estaba harto de no tener vida afuera, en ese momento me sonó a sermón... pero hoy tiene sentido para mi.
Al mirar al cielo y ver a todas esas aves pintando un bello paisaje, mostrándome lo hermoso que estoy protegiendo, se que mi deber es hacer todo lo que pueda por que esto siga a salvo... y debo hacerlo bien, porque hay gente que amo viviendo en este lugar.
Mi nombre, mi identidad, quien soy, puede que muchas cosas, pero lo más importante, soy Luriel, el niño enamorado que debe cuidar a su enjambre.
Y si no fuera así, seguro que jamás hubiera estado hoy con Iracema.
—¿Qué piensas?
—En cosas —contesto sonriendo
—Gianti y sus secretos.
Estiro a Iracema hacia mi en lo que me recuesto contra una gran roca de color azul, y sin preámbulos, la beso.
Ella siempre tiene los labios suaves, su piel calida y sus suspiros de locura cuando hago esto.
Me encanta que siempre que intententamos ser tiernos, terminemos rodeados de fuego intenso.
Sus manos se posan en mis abdominales, y las mías en su cintura, donde hago una ligera presión, de nuevo nos dejamos llevar por la locura, y sin embargo, la cordura vuelve a tocarnos al mismo tiempo
Nos alejamos casi sin querer y con dolor, nos miramos por un largo tiempo, y finalmente soltamos un suspiro.
—Creo que ya sé en qué estabas pensando —dice Ira dándome un beso corto y fugaz.
—A ver, señora <<Leo la mente de los demás >>
Ella me pellizca a la altura de las costillas y esto hace que me ría y retuerza al mismo tiempo.
—No sé lo que piensas Lurietonto... pero sé cuando algo te hace eco en la cabeza... tu mirada se pierde en los matices de lo que estés viendo, tu mandíbula se tensa y suspiras a cada segundo...
>>Es como cuando escribes, tu cabeza está en eso que quieres reflejar, te metes tanto en tu historia que puedo verla a través de tus ojos... cuando estás preocupado, tus poros expiran toda esa tensión.
—¿Y desde cuando me prestas tanta atención cuatro ojos? —pregunto estirándola de nuevo y besando su frente.
—Ya no uso lentes... —responde enojada —. Y desde siempre...
—Acosadora...
—Obaervadora... hasta curiosa, pero no acosadora... respeto tu intimidad... respetaba tu intimidad... ayyy ¡Aún me siento mal por aquella vez que vi tu celular!
Rio porque se pone completamente roja, me parece tierna, aunque algo loca, la beso en los labios como muy pocas veces, con ternura, y este momento se me hace tan mágico... pero también tan desolador, es como si muy en el fondo supiera que es irreal, inverosímil, fugaz.
—No sé, pero... ¿No sientes que todo va a empeorar? —pregunto sin anestesia mientras la abrazo.
—Es lo que pienso —Confiesa —. Me da miedo... pero también se que pase lo que pase, haré lo posible por salvarte a ti y al enjambre.
—Y es exactamente eso lo que a mi me preocupa, que somos capaces de lo que sea por La Colmena.
Nos miramos por un rato, volvemos a separarnos, enlazamos nuestra manos y comenzamos a caminar en dirección a la casa de los reyes.
El gran sendero baña de colores increíbles y el túnel de plantas en marca la entrada al castillo. Frente a la gran puerta, está Araresá con la manos tomadas una de la otra, como la princesa que es, tras ella, está otra chica, como si fuera su guarda espaldas, el cabello de color celeste, la piel morena, y ropa muy ceñida al cuerpo, ambas hacen una reverencia al vernos.
—Princesa Guerrera, Cario... Igualdad y respeto —Araresá habla con la cabeza gacha.