Cuando inicia un conflicto de cualquier tipo en el mercado negro, nadie es tan estúpido como para involucrarse con el objetivo de ayudar o detener las peleas, en lugar de eso prefieren apostar a quien vaya a ganar, pero en ese momento no era el caso ni de cerca, porque Dante lucía lo suficientemente intimidante como para no querer meterse con él; el error recayó en la decisión de Eleanor al incluirlo en la búsqueda del ladrón, mostró sus habilidades y ahora está cultivando lo que sembró en cuestión de minutos.
El agarre de Dante era fuerte, mientras que el filo se su espada se mantenía firme contra su cuello, amenazándola con herirla si se llegaba a resistir. Los escoltas de Eleanor se veían nerviosos y a la vez enojados por el atrevimiento del pirata.
—... quite sus manos de a señora Eleanor, ¡ahora! —gritó Sir Albert, apretando los diente al ver la sonrisa burlona de Dante.
—¿Y qué harás si no hago lo que quieres? No creo que sean lo suficientemente estúpidos como para acercarse, pretendiendo que no le haré nada a su señora —dijo sólo para mantenerlos a raya.
Él iba a llevársela porque dice necesitarla, por ende no iba a matarla y eso Eleanor lo sabía muy bien, pero eso no significaba que no se atrevería a herirla de alguna manera; teniendo en cuenta esos detalles, La pelinegra no se atreve a arriesgarse a tratar de escapar por la fuerza, debe encontrar el momento exacto para huir y reunirse con Noah, sólo así podrá volver a casa y estará completamente a salvo.
—... n-no se preocupen, yo estaré bien —aseguró Eleanor, pero no parecía convencer a sus escoltas—. Y-yo iré con este hombre, pero volveré con ustedes.
La idea no le gustaba a sus escoltas, y el hecho de que dijera que iba a volver con ellos pronto, le sacó una carcajada a Dante.
—Que tonto de tu parte creer que vas a volver, ¡ahora camina, no tenemos todo el día! —exclamó ahora sin sonreír, sólo empujándola hacia la dirección que él marcaba—. En cuanto a ustedes, más les vale no seguirnos, o me aseguraré del marcar permanentemente el rostro de esta mujer.
—... ¡mantengan la compostura! —gritó al ver la desesperación de sus escoltas—. Vayan al punto de encuentro... les prometo que los alcanzaré, vuelvan y esperen las órdenes de Noah...
Poco a poco, Eleanor y Dante se fueron perdiendo entra la multitud. Uno de los escoltas se mostró más tensó y con la decisión de seguirlo, pero fue detenido.
—Hagamos lo que nos ordenó la señora Eleanor —dijo Sir Dorian.
—¿¡De verdad la vamos a dejar con ese hombre!?
—Nunca hay que subestimarla, si fuera una mujer débil no sería la esposa del duque.
Sus palabras lo dejaron callado, y a regañadientes cambió de opinión para seguirlo hacia el punto de encuentro, pero la frustración aún estaba presente, están fallando en su deber de proteger a la señora del ducado.
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Ace estaba completamente seguro de que nunca había visto un tipo de magia como la que Noah acababa de emplear, no podría saber a dónde mandó a esos estafadores, obviamente a algún calabozo, pero la ubicación era un misterio. El pelirrojo se mantenía a una distancia considerable de Noah mientras lo veía caminar y hacerle una que otra pregunta a la gente, incluso usando amenazas con algunos que se veían más sospechosos que otros, pero que parecían saber aquello que el pelinegro buscaba; aquella agresiva actitud le recordaba un poco a su capitán, pero a la vez eran tan diferentes, y por diferentes se refiere a que la agresividad de Noah lo estaba provocando de alguna manera.
Noah suspiró luego de confirmar que nadie más sabía sobre aquel hombre al que buscaban, tal vez puedan trabajar con lo que aún podrían decirle las personas que mandó al calabozo de la mansión, pero la verdad esperaba poder conseguir más información, no queda más que regresar al punto de encuentro y mandar el aviso a Eleanor.
—Entonces... ¿qué hacemos ahora, compañero? —preguntó sonriente, pasando a detenerse y casi chocando con la espalda ajena cuando se detuvo abruptamente.
—... ¿todavía sigues aquí? —preguntó con el ceño fruncido, dándole a entender que se había olvidado de él y hasta pensaba que finalmente lo había perdido de vista.
—¿¡Por qué eres tan malo conmigo!? —se quejó antes de ver cómo el ajeno rodaba las pupilas y volvía a caminar, pero Ace no era alguien que se rendía tan fácilmente, así que ahí estaba, colocándose en el camino de Noah—. No seas así... al menos déjame saber tu nombre, después desapareceré de tu vista.
La expresión de Noah ya no mostraba ni enojo, pero era claro que se estaba cansando del pelirrojo, y a él no se lo conoce por tener el mejor carácter de todos.
Las personas dejaron sus labores y conversaciones para ver lo que estaba ocurriendo, todo comenzando por el intento de Noah de patear Ace, el cual esquivó el ataque con gran agilidad. El pelirrojo soltó una carcajada antes de sonreír con emoción, realmente no estaba buscando que el ajeno lo atacara, pero tampoco estaba tan mal la situación.
—Esto no es muy amable de tu parte, niño bonito —comentó como si nada estuviera pasando.
—¡Vete a la mierda, me tienes harto! —vociferó, dejando salir todo su disgusto—. No sé quién seas y la verdad me da igual, ¡pero no pienso perder mi tiempo con un pirata insignificante como tú!