Los secretos de la muerte.

Prólogo.

Hey. Denisse. Despierta.

Abriría sus ojos. El color miel que estos poseían recorrían una y otra vez la habitación con cautela.  Frenéticamente.

Intentó mover sus párpados de forma que se cerraran, y tal vez volver a poder adentrarse en aquel mundo distante al que todos llamaban sueños. Transcurrían los segundos, llegando a un máximo en el que se transformaron en minutos. El latido de su corazón parecía estar acompañando sus emociones en esos momentos. Un extraño nudo que firmaba una declaración de guerra muy dentro de su ser.

Tal como el alba, su cordura comenzó a irradiar luz en su mente. Recordando que lo que comenzaba en esos momentos era un jueves, tal vez podría ir a la escuela, pero el peso del verano cayó abruptamente sobre sus memorias. “Demonios” habló mentalmente.

¿Qué podría hacer ahora? Hizo el intento de mover sus brazos, pero no pudo. Se sentía como si un millón de manos impidieran su movimiento. Como si la apretaran contra el colchón.

Rápidamente, las millones de manos que se encontraban en sus extremidades se multiplicaron, moviéndose como una ráfaga. Exponiendo la sensación de tener incontables cucarachas marcando distintos caminos sobre su diminuto cuerpo.

Pero, ¡no! Ella no era una carretera. Quiso moverse y alejar todo ese pesar. Pero no pudo. Definitivamente no pudo. Dolía. Dolía demasiado.

Quiso llorar, pero enseguida los extraños visitantes comieron sus emociones y la dejaron seca. Vacía.

Ese vacío se llenó con el tacto de algo metálico. Húmedo y frío. Chorreado.

¿Qué era eso? No. Era un arma. ¿Qué iba a hacerle? No, no, no, no, no… Denisse, despierta.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, crimen

Editado: 27.12.2018

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