(Alía)
Tras lo cual Erik me dio su brazo y nos fuimos del jardín seguidos de Melina
-iré ahora mismo a preparar las nuevas habitaciones de la pareja. – dijo Melina, creo que desea llevar a cabo o el plan de mi padre.
-Melina tomate tu tiempo, debe ser perfecta.
-si alteza. – me respondió y desapareció.
Más tarde en mi habitación, estando atendida por mi doncella, tomando un baño, Erik, toco a mi puerta y la doncella, le dejo entrar y salió sin decir una palabra, ya todos sabían que era una mujer casada por una costumbre extranjera, pero aun así, yo ya era una esposa; la esposa del Comandante de la guardia imperial. Así que cuando la llame y no volvió, me sorprendí
-Tara, dame mi bata, el agua esta fría ya. – como no respondió
-Tara, he dicho que me des mi bata, el agua está enfriándose. –volví a llamar
Escuche el movimiento y me Salí de la bañera, cuando sentí la bata subir por mis brazos, y al llegar a mis hombros vi que no eran las pequeñas manos de Tara.
-espero que mi esposa no se moleste por que sea yo quien la atienda? – me dijo cerrando la bata desde detrás mío.
-bueno, creo que después de hoy, mi cuerpo desnudo no será una sorpresa para mi marido; que sucede Erik, porque has venido a mis habitaciones.
-deseaba hablar con su alteza, al parecer la noticia de que estamos casados por juramento, una costumbre de mi país, se ha esparcido más rápido que la plaga, y por lo que escuche, todos esperaban ver a qué horas vendría a tus habitaciones, así que he venido; es mejor mantener la fantasía del matrimonio.
-bien y ahora que propones que hagamos, yo pensaba dormir al menos un par de horas, y si lo pienso tu tampoco has dormido en toda la noche, Erik, por cierto será mejor que me llames por mi nombre, o nadie te creerá que eres mi marido. – le digo llendo al vestidor
-soy su marido alteza, pero también su subordinado, como comandante de la guardia imperial, y debo respetarla.
-por favor, deja la formalidad, y llámame por mi nombre, si eres y serás mi marido, será mejor que nos aprendamos a conocer y nos tratemos por nuestro nombre con familiaridad, no lo crees? – le respondo mientras me vestía con un camisón de diáfanas telas para dormir un poco.
-está bien, ahora trata de dormir, yo estaré aquí cuidando tu sueño, te despertare una hora antes de la cena, para que te prepares.
-gracias, dime te has lavado desde anoche, ya que me fui la mayor parte del día?
-sí, lo hice, puede que sea un hombre del lejano norte, pero no soy un hombre sucio, querida Alía.
-no lo decía por eso, sino para que te recostaras unos minutos, tú también debes estar cansado, y podrías dormir un poco.
-dormir en tu cama?
-bueno en algún momento la compartirás o no?
-bueno, sí pero será en algún tiempo, no tiene que ser ahora mismo Alía, será cuando nos conozcamos mejor si así lo deseas.
-Erik, ya guarda silencio y recuéstate al menos un momento a dormir, estoy tan cansada que no sería buena compañía de cama te lo aseguro y veo que tu estas igual que yo; deja tu espada a un lado y recuéstate a mi lado, descansaras más que sentado en esa silla.
-muy bien como tú digas, ahora entra en la cama. – Me ordeno –Erik, y sin discutir le obedecí.
Vi como él se quitaba la espada y el cinto con la daga, se quitaba las botas y se recostaba a mi lado, yo me gire en la cama para verle de frente, él se había quitado la chaqueta y se había quedado en la camisa, y al recostase y verme girada hacia él, solo sonrió.
-Ven aquí, en mi hombro sentirás mi calor y podrás relajarte, no hay peligro alguno.
-eso lo sé, tú no eres un peligro para mí, olvidas que puedo ver, el fondo de tu alma? – le digo, mientras me acerco a el bajo las ropas de cama, y apoyo la cabeza en el hueco de su hombro, dejando que su brazo me rodee, la espalda.
-duerme, yo estaré aquí. – me dice
-gracias por cuidarme y apoyarme .- le respondo.