Aléjate.
Decir que Jess está bien y que la gente olvidó el bochornoso momento de la fiesta sería hipócrita y muy poco realista de mi parte.
Lo que transcurrió del domingo se resume en lloriqueos, mocos sueltos, bolsas de frituras y la repetición de un video que sacaron al momento en la que la Basura—como apodamos a Diana—derramó todo el ponche en Jess.
A esta hora Diana estará leyendo por todas las redes su escenita en la fiesta enrollándose con un fulano, los detalles lo saben Sombra.
Sombra me explicó que el nivel de ebriedad de ambos fue tal, que jamás se sabrá si se besó o no al novio de su amiga. Con pasarle esa información a la chismosa correcta el rumor correría como, no sé, ateo a testigo de jehová.
— ¡Ey! —volteo a ver quién grita, y me petrifico al ver a Brayden correr hacia mí.
— ¿Qué haces aquí? Tienes carro—hablo cortante, cuando siento sus jadeos a mi lado.
—Si lo hubiese usado no me hubiera encontrado contigo—responde con una agotada sonrisa—. A demás, está en el taller.
Existen los taxis.
Ruedo los ojos y apresuro el paso esperando vagamente dejarlo atrás.
—No camines tan rápido—gimotea intentando alcanzarme—. ¡Espera! —lo miro de reojo, su frente se arruga y su labio recto daba a entender que en esa cabecita sucedía algo.
Su mirada esta fija en mi pecho. En otro momento pensaría que es un pervertido de no ser que recordé que traía puesto su collar.
— ¿Cómo está tu amiga? —tartamudea, ocultando su emoción por la joya.
— ¿Como tú crees? —Escupo—. Por el bien de tu hermana será mejor que no se le acerque. No quiero que tenga nada que ver con un McCarthy—examino mis palabras. Mordiéndome el labio como un auto castigo por no haber dicho lo que pienso ahora—. Más bien, aléjate de mí también.
Sigo caminando, dejándolo atrás. No me molesto en voltear, hasta que recuerdo algo y me detengo para devolverme, formando una sonrisa esperanzada en su rostro.
—Ten.
Paso mi mano por mi nuca, le entrego el collar y su característica sonrisa de niño desaparece.
Mira la pieza que queda en su mano. Una sensación extraña en la garganta me hace tragar grueso y elevo el mentón antes de voltear y seguir mi camino. No me molesto en mirar atrás, pero si se sentía incómodo que caminara a pasos detrás de mí hasta llegar a Belmont.
Donde por fin me pude separar de él.
—No intentes cubrir el color número 13 de tu cabello que aún se sigue viendo—Luke le quita la capucha a Jess de un jalón—. Si fuesen un reno Nova seria los cuernos y tú la nariz.
Le lanzo un manotazo en la nuca.
—Resérvate los comentarios a tu abuelita.
—Quiero pasar desapercibida hasta toparme con la madriguera de un topo —farfulló, volviendo a encerrarse en su capucha.
—Pues no te funciona —la mire harta.
Me daba rabia, mi mandíbula comenzaba a doler en un intento fallido de tragarme las ganas de ir a buscar a la Basura.
Mi libro cae por el estornudo repentino. Me arrodillo con la intención de tomar mi cuaderno.
—Quiero enmendarlo.
Me pongo de pie, ignorándolo.
A unos pasos de entrar, me dan la vuelta en contra de mi voluntad, fueron solo unos segundos los que me conectaron con los ojos de Brayden, pero me suelto de su agarre siguiendo con no hablarle.
Entro al salón e hice que la silla rechinara por lanzarme en ella.
¿Por qué se me hace difícil alejarlo?
Los murmullos cesan en cuanto el profesor cierra la puerta para comenzar la clase.
En un momento en el que el profesor descansaba su voz, mis compañeros hicieron de las suyas y yo me dedicaba a dibujar a Beta.
Su pequeña mancha en la espada termino siendo un rayón por culpa de un idiota que terminó cayendo encima de mí. Fulminarlo con la mirada fue poco en comparación con el pánico que tuvo al darse cuenta sobre quien había aterrizado.
Nunca necesite decir algo para que los demás hicieran lo que quisiera. Se apresura en disculparse y a tropezones se largó a donde sus amigos que me miraban ansiosos.
Que divertido, no necesito mover un dedo para imponer miedo. Puede que los rumores no me afecten después de todo.
Sacarle provecho a lo que muchos consideran una desgracia.
Me quedo pensando en eso toda la tarde mientras termino de secar a Beta en la cama.
Ta vez, impidiendo que admitan a Diana McCarthy en la banda escolar por lo que le hizo a Jess. Tengo entendido que se lo ha solicitado a la líder de la banda.
Del bolso saco el cargador de mi teléfono dándome cuenta que una cadena se encuentra enrollada en él, la misma que le devolví a Brayden.
La observo, sin pensar en más nadie que en McCarthy.
Pero... ¿en qué momento...?
Abro la gaveta botando el collar sobre un antiguo diario y una rosa ya marchita. Esta última la mire por lo que parecían ser siglos.
Agito la cabeza y cierro el cajón provocando que la foto de mi padre caiga al piso. La recojo y miro la fotografía detrás del vidrio roto, parpadeo un par de veces antes de tomar la decisión de botarla a la basura.
Vuelvo mi vista a la cama y mi intento fallido por dibujar a Beta sobresale de mi cuaderno. ¿Mi coneja blanca con una línea en su espalda?
Lo tengo.
Rápidamente le escribo a Sombra y este no tarda en mandarme la información que le pido.
Editado: 27.04.2024