Sr. Apestoso.
Una de las pocas cosas que disfruto de Belmont es cuando sus pasillos están solos y reina el silencio. Los profesores en clases, el director en su oficina encima del profesor Víctor y los delegados en reunión. Caminar por donde quisiera era seguro.
—Repíteme otra vez, ¿Cómo es que lo conseguiste? —le pregunto a Luke con la caja en mano sin creerme que enserio lo había conseguido, y tan rápido.
—La amiga "especial" de un amigo, tiene un refugio de animales.
Dejo la caja con agujeros a un lado y me recuesto de las taquillas, esperando que mi víctima salga. En estos momentos debería estar en deporte según el horario que Sombra me pasó, solo hay que esperar pacientemente hasta que salga.
—Oye... —dejo de leer los datos confidenciales de Diana—. No me dejaras solo en el examen, ¿o sí?
Enarco una ceja, él eleva su labio inferior y agranda los ojos, casi como un perro sarnoso que fue atropellado.
—Una buena obra te dará un pase al cielo.
Sé que dije que había que esperar pacientemente, pero ahora con Luke a punto de empezar otro de sus dramas y discurso de súplica para que no repruebe el examen, será imposible tener paciencia.
Arrugo la cara esperando hacer una mueca de desagrado y confusión. Capta el mensaje y por pocos segundos me sentía como un trozo de pastel ante Kirby.
— ¿¡Cómo es posible que me abandones?!
Dramatic Scene.
—Baja la voz.
—Te ayude cuando se te rompió el sostén. Aquella vez que "jugando", el imbécil de Rafa Wells las amarro con cinta adhesiva a Debrah, Megan y a ti.
» Cuando hiciste explotar el laboratorio solo para culpar a Tasha Cambert fui yo quien te siguió la corriente.
» Falsifique la prueba de embarazo de esa otra. Y sobre todo cuando mi preciosos Nayet te pidió para salir la primera vez y tuve que venir YO (el más pendejo) a romperle el pobre corazoncito...
— ¡¿Si hago el maldito examen contigo podrías callarte!? —le grito, aguántenme las ganas de meterlo en el casillero más cercano.
El de Jess por suerte.
La imagen de la cabeza de Luke desprendiéndose de su cuerpo me pasa por la mente al ver lo rápido que asiente. Guardo mi teléfono en el bolsillo con rapidez al escucha una puerta abrirse. Tomo la caja y me escondo en el baño de hombres. Y, con Luke sujetando la caja, me asomo por el umbral de puerta.
La Basura ha salido.
Espero impaciente a que entre al baño y no siga de largo. Cuento hasta diez para cerciorarme de que ya no estuviera en el pasillo; no siguió de largo así que tengo la posibilidad de que este en el baño.
—Ya sabes lo que hay que hacer.
Antes de cometer el crimen, me aseguro que todo salga tal cual como lo planee. Luke saca la llave para tenerla a la mano a la hora de salir corriendo.
Doy una última bocanada de aire e instintivamente una sonrisa diabólica se apodera de mi rostro. Entro, cerrando la puerta detrás de mí sin hacer ruido alguno. Diana está lavándose las manos y al cerrar el grifo da un paso hacia atrás al verme.
— ¡No-Nova!
—Hola —saludo, gozando la patética expresión de mosquita muerta que se borra por el pánico—Se me olvido darte las felicitaciones el sábado —sus ojos me escanean buscando la trampa—. Cuando cumplí los dieciséis Rafa planeó una fiesta en la playa. Feliz cumpleaños atrasado.
—No... No es necesario. Gracias. Yo... lo de tu amiga...
— ¿Sabes quién es Nicolás? —la corto.
—¿El que da regalo?
—¿Que? ¡No!
Es más tonta que su hermano.
—Entonces no...
—Él si—puntualizo—. Y muy bien, dice que te mueves como una diosa. Qué cosas ¿No? ¿Quién pensarías que fueras una cualquiera?
—Él y yo no... ¡Ni siquiera sé quién es!
—Es un compañero de mi clase y parece dispuesto a decirle lo contrario a Alexandra Parker. Y sabes lo lengua floja que es—le comento, como si fuésemos las mejores amigas criticando a la chismosa más grande de todo Belmont.
—Pero yo no...
—Tú lo eres es una basura. Te mereces que barra con tu imagen y más, y si no lo hago es por...
¿Por qué es?
¿Por qué me contengo?
Tengo las armas en mis manos.
Los cómplices dispuestos.
Y los chismes de sobra.
Tengo las maneras y las ganas de arruinarle incluso estos dos años que le quedan en Belmont. Y si me lo propongo, puedo hacer hasta que hablen de ella después de la graduación.
Puedo arruinarle hasta la oportunidad de optar a una universidad privada.
¿Por qué le tengo lastima?
¿Por qué me resisto?
Sus ojos azules brillan, su labio inferior tiembla. Aunque era muy satisfactorio verla aterrada, no pude evitar imaginarme a Brayden con esa expresión, ese temor.
La sonrisa de niño siendo remplaza por esa mueca. Su mirada curiosa siendo corrompida por el miedo.
¿Por qué pensaba en eso?
De algún modo, ver a Diana McCarthy llorando era como ver a su hermano. La razón por la cual no hago más que esta simple jugarreta de niños es por Brayden.
—Si llegas a soltar esa lagrima le marco al teléfono para que lo divulgue ya mismo—sus manos volaron a sus ojos para limpiarlo.
Eche la cabeza hacia atrás para soltar aire.
Con las manos en mi espalda, doy un paso al frente y ella da otro hacia tras. Su vista recorre desde la puerta de los inodoros hasta el espejo, ahí se detiene con los ojos extremadamente grandes.
— ¿Qué... qué hay en esa... caja? —intenta no sonar deplorable, pero falla al señalar el espejo mostrarme su terrible pulso.
Me inclino para dejar la caja en el suelo.
—Tu regalo de cumpleaños.
Al momento de quitar la tapa y dejar al descubierto al animal, su rostro—antes rojo a causa del deporte—ahora se encuentra descolorido. Tapa su boca con las manos para ahogar un grito y retrocede a tal punto de golpearse la cabeza contra la pared.
Editado: 27.04.2024