Súcubo.
BRAYDEN's POV.
La cabeza me retumba mientras el olor a stripper sigue en mis fosas nasales. Usé la excusa que me sentía mal para que Carlos no anduviera con las burlas y le demostrara a mi padre que no soporto una tercera cerveza.
Cuando cierro la puerta detrás de mí un cuerpo aterriza de espalda luego de rodar por las escaleras.
Me pego a la pared de la impresión mientras una risa malévola resuena en la segunda planta de la casa.
¿Qué mierda...?
—Día—no me responde—. ¿Te moriste?
Luego de unas cuantas carcajadas mi hermana pierde el conocimiento y me doy cuenta del pijama oscuro que le queda un tanto flojo, no tiene puesto su típico short de niña.
¿No es de Nova?
— ¡Ahora que sea Rafa y no tú la que caía! —la hermosa voz me distrae de cargar a mi hermana dejándola acostada en el sofá.
Huele a vodka.
La risa que tiene a medio Belmont a sus pies me atrae como un canto de sirena.
Lo primero que veo es a Nova entrando al baño con un diminuto pijama rosa. Pregunto dos veces si se encuentra bien antes de irme a mi habitación.
— ¡Que sí, joder! —me rio porque sé que si Diana esta colada, ella debe estar igual.
Me pongo el pijama pese al calor que siento. El hecho de que el alcohol este aun en mi sistema no me ayuda a sobrellevar la erección que cargo después de ver su figura semidesnuda corriendo por el pasillo como un fantasmita rosado.
Acaricio un poco por encima de la tela hasta que, sin ningún aviso, la puerta se abre haciéndome quitar la mano del pantalón.
—¡No—Nova!
Me siento en la cama con la almohada entre las piernas al ver que no tiene la intención de entrar.
—Literalmente lanzaste a mi hermana por las escaleras. ¡No te juzgo! Puedes que tengas razón porque hasta a mí se me ha antojado.
Ella no responde, sus penetrantes ojos azules me miran con una intensidad que me intimida.
— ¿Esta todo...?
—Quita la almohada—me congelo ante sus palabras.
La orden no pudo ser más que clara.
Me niego, trato de hacerla entrar en razón, pero es mi cordura la que se pierde cuando cierra la puerta con pestillo y vuelve a repetir la orden.
—Quita la almohada, Andrea —sabía que no iba a dejar pasar mi nombre—. Muéstrame qué tanto te gusto.
Trago saliva, haciendo lo que me dice.
—Mucho—la sangre fluye más rápido—. Me gustas mucho.
La dejo ante ella y aun con la vergüenza se mantiene recta y dura.
No hay ninguna reacción de su parte y eso hace que empiece a sentirme ansioso.
La luz azul neón de la pared se refleja en ella mostrándome más que nunca que es la personificación perfecta del peor súcubo con el que me pude haber topado; endemoniadamente bella y jodidamente tan sexy que parece un sueño.
Debe de ser otra fantasía de la cual Zeus me despertará, y rezo porque sea así, pero no pasa. No despierto y ella se acerca a mí sonriéndome como nunca pensé verla.
Aprieto la sábana ya que no sé qué hacer. Ella tiene el control, es lo único que está claro.
Veo sus ojos brillar con cierta malicia que me eriza la piel.
— ¿Ahora no dices nada? —Sigo sin poder hablar y su sonrisa se ensancha—. ¿Y la confianza con la que te me insinuabas, Brayden?
Se fue a la mierda en el instante en que entraste a la habitación.
—Mejor ve a dormir —ni yo sé cómo logre decir eso.
—¿No me quieres aquí?
Y el hecho de que Nova haya eructado confirma todas mis sospechas.
—No estás en condiciones, no haría nada con una ebria.
La creía con más tolerancia al alcohol¾¿Cuánto habrán bebido esas dos?¾Nova se endereza y me mira con una determinación que hasta a mí me da escalofríos.
— ¿Eso te quitaría las ganas?
Antes de que pueda decir nada, arrastra su mano por mi pierna provocando una corriente eléctrica que va a parar justo en la ingle.
—¿Me rechazas a mí? —provoca.
Se aferra al borde de mi camisa y me la quita bruscamente antes de estampar sus labios contra los míos. En automático llevo mis manos a su cintura, sentándola encima de mí.
Nova me aprieta y se acomoda como le place.
Empuja mi pecho obligándome a acostarme mientras se sube colocando ambas piernas a los lados de mi cadera.
Solo reacciono ante los impulsos y me arrastro al espaldar de la cama con ella sentada encima de mí, con sus ojos sobre los míos antes de bajar a mi boca y atraparme.
Ella comienza a mover sus caderas en un vaivén que roza con la dureza sobre la tela haciéndome ahogar un gemido.
Pierdo la concentración cuando mete su rostro en hueco de cuello y se queda ahí depositando besos que me calientan la piel y mordidas que me hacen soltar gruñidos que ahogo apretándole el trasero.
Mi corazón se acelera al ver su rostro tan cerca del mío, con su respiración hecha un desastre, pero no más que la mía. Con su mano toma mi rostro y sonríe antes de hablar:
—Eres tan idiota—con la punta de su lengua lame mis labios con una lentitud tortuosa—. También muy rico.
La beso con desesperación, las ganas que le tengo son indescriptibles, gobiernan mis acciones y profundizo el contacto. Me está correspondiendo y es lo que menos me creo.
Me aparto unos breves segundos para ver cómo se desliza la diminuta camiseta por encima de la cabeza y sus pechos rebotan frente a mis ojos dejándome con la saliva afuera. Una de mis manos va directo a pecho cuando me lanzo a saborear su cuello.
Mi nombre saliendo de su boca con ese tono rendido.
Me dificulta no correrme ahí mismo.
Es mucho mejor que en mis sueños.
De repente se va volviendo suave, nova se relaja y sus movimientos van perdiendo fuerza, su legua se ablanda y en el momento que pienso que pasaremos a segunda base escucho unos ronquidos que me descolocan.
Editado: 27.04.2024