Día de la boda.
Parte I.
9:25 a.m.
Mi trabajo ha terminado con lo que respecta dejar a Diana McCarthy como nueva, el alcohol sigue en su sistema después de haber vomitado como un mini Sherk, sin embargo, se encuentra mejor y calculo que como a las dos de la tarde despertará, justo a tiempo para la ceremonia que se efectuara a partir de las cinco.
El olor a perro sucios camufla el ácido de los jugos gástricos, los gemelos prometieron guardar silencio y Brayden no tiene ni idea de lo que aquí sucedió y espero siga así.
Le doy los buenos días a la Sra. Nora cuando entra a la cocina, inspeccionándome de arriba abajo.
—Te falta los interiores de Jeremy y el sostén de Sarah. ¿Café? —miro la camisa de Brayden y el short de Diana—. Te hubiera gustado haber ido.
—Ah, ¿sí? ¿Por qué? —me apoyo en la isla de mármol mientras ella prepara el desayuno.
—Unos tipos fuertes me calentaron ¡uff! Tenía años que no me sentía tan joven. Gabriela y yo nos subimos a la tarima, casi se me parte la cadera, pero valió la pena tocar ese Magic Mike.
—Parece que se divirtió bastante.
—Ni te imaginas, mija. Mis hijos me bajaron y es una lástima que ya no los pueda castigar.
Me enderece de pronto.
— ¿Cómo qué no? —increpo haciéndola reír.
La señora Nora es la única McCarthy que no me estresa, con ella siento la misma calidez que con la abuela Vanessa, mamá de mi mamá. Su imagen es igual a la de cualquier abuelita prepara galletas y lanza chanclas; bajita, rellenita, arrugadita y siento que si se quita el moño el cabello marmoleado le llegaría por la espalda.
Al poco tiempo la pequeña Dayana despierta seguido de la víbora de la hermana que quiso cagar el ambiente.
—Nova—la mire—, no sé si lo sabes, pero la boda será elegante, así que hablo por todos en la familia al pedirte de que vayas recatada, sabes lo que significa eso, ¿verdad?
Sonreí con los labios pegados.
—No usar un vestido rojo, con semejante escote que muestre mis tetas, mucho menos uno con abertura hasta la vagina haciéndome parecer una prostituta barata.
Justo como ella pensaba hacer.
En sus ojos vi reflejado como me acuchillaba cuatro mil veces mientras me prendía fuego.
Nora ahogó una risa que la enfureció aún más tomando a su hermana para salir de la cocina soltando humos hasta por las narices.
Me quede con Nora toda la mañana mientras la casa poco a poco se ponía patas arriba. Ya para la 14: 00 p.m. Fiby, Gabriela y las damas de honor se habían ido a un salón de belleza, la única que faltaba estaba sobrellevando su primera resaca dentro de una familia de locos.
Pese a haber superado el odio y ganarme un millón de insultos de Jess, no me queda más que cumplir mi promesa de ayudarla para la boda. Los chicos están abajo haciendo de todo menos preocuparse, no lo sé, creo que jugando, peleando o haciéndose trencitas.
Después de ver como Miguel o Jeremy peinaban el cabello rubio de Brayden, la idea del incesto cada vez tomaba más sentido.
Después de almorzar me adelante a ser la primera en bañarse ya que por lo visto esta gente deja todo para último momento y no quiero estar cerca cuando comience la matanza por el baño.
En la mente ya tenía listo lo que usaría, el vestido estaba planchado y guindado al lado del de Diana, con mi cabello no se puede hacer mucho, simplemente alisarlo, el maquillaje tiene que ser algo tenue ya que la protagonista es Fiby y... ¿eso que sonó fue la puerta?
— ¿Hola? —Nadie contesta, aunque si estornudo.
Me rasco la nariz con mi toalla antes de salir con ella enrollada a mi cuerpo y pegar el grito de mi vida al ver al asqueroso perro sentado frente a mí.
— ¡Bra—Bray...! —Estornudo—. ¡BRAYDEN!
Dos estornudos y cinco ladridos después, el dueño abre la puerta de un porrazo.
— ¿¡Que...?! —deja la frase a media cuando me ve.
— ¡Llévate a tu...!
Estornudo y cuando vuelvo a abrir los ojos Brayden ya se estaba quitando la camina sin dejar verme como si fue un pollo frito.
— ¡LLÉVATELO DE AQUÍ!
Mira al perro y lo agarra del collar. Aprovecho el momento en que sale para también cerrar la puerta con seguro.
Idiota ya le queda corto.
Me visto y recojo mis pertenencias. Para cuando salgo, Brayden está sentado junto con Zeus en la escalera como un niño berrinchudo sin camisa ya que la dejó en el baño, al igual que el cerebro.
—Pervertido.
Se levanta frunciendo el ceño.
— ¡Y a ver si te bronceas que ya pareces un tequeño crudo!
Me sacó la lengua antes de cerrarme la puerta en la cara. «¡Cómo se atreve!» Prácticamente volé a meterle una patada a la puerta de Diana y ni con eso despertó.
¿Cómo fue que me dijo? ¿Tequeño crudo? ¡Tan pálida no estoy!
Lancé mi bolso a la cama e intenté despertar a la Barbie basura, pero solo me gruñía. No pienso insistirle. ¡Allá ella cuando se levante! No estoy de humor para lidiar con otro McCarthy y necesito empezar a arreglarme.
Según lo que me dijo la Sra. Yahaira, la camioneta pasaría por nosotros a las cuatro para acomodarnos en la capilla, luego que la ceremonia se efectuara la celebración pasaría a un salón de fiesta a unos metros de la iglesia.
Dejo el lápiz labial cuando capto movimiento en la cama de atrás.
—Nova...
—Tienes veinte minutos—le digo levantándome del tocador—. Si no estás lista para cuando vuelva ve tú como resuelves.
Cierro la puerta ignorando sus llamados. Queda menos de una hora para que nos pasen buscando y esta ahora es que se digna a pararse.
Estoy casi lista, me pongo el vestido azul, los tacones y ya. No puedo evitar emocionarme cuando recibo una foto de Yahaira de Fiby siendo atendida por un maquillista, mientras que su esposo está ¿en la piscina? Muy relajado en el día más importante de su vida.
Editado: 27.04.2024