- Violeta -
(5 años atrás)
Lucia terminaba de empacar para el viaje de su esposo, Roberto por su parte no dejaba de caminar de un lado a otro. Pensaba en el golpe que le dio a Violeta hace 3 semanas, su mirada llena de miedo y rabia le partió el corazón y era algo que lo acompañaba cada noche. Se sentía arrepentido y quería enmendar su error, pero no sabia como, en todo ese tiempo no había tenido el valor de entrar a su habitación. Ahora debía viajar y aunque no tardaría en volver, no quería irse sin hablar con su pequeña.
- Si sigues dando vueltas en el cuarto vas a terminar haciéndole un agujero al suelo, y acuérdate que estamos en el segundo piso - el comentario de su esposa lo saca de sus pensamientos
- No puedo evitarlo, no quiero irme sin hacer las paces con Lila pero no sé cómo hacerlo - dice desesperado
- Solo abrele tu corazón, no olvides que ella lo heredó - le recuerda mientras lo abraza - y como si de dos imanes se trataran son capaces de unirse. Solo hay que acercarlos del lado correcto, de lo contrario se repelen -
- Eso es justo lo que no quiero Lucy - acepta haciendo un puchero
- Entonces muéstrale tu lado amoroso, sabio y comprensivo que tanto te caracteriza - le aconseja - y por una vez en tu vida deja de lado tu actitud sobre protectora -
Roberto se lo pensó un momento, sabiendo que su amada tenía razón. El detalle era saber cómo hacerlo sin perder a su princesa en el intento.
- Tienes razón, iré a verla ahora mismo - dijo decidido
Sin más preámbulo salió de su habitación para encaminarse a la de Violeta y aunque al principio mostraba una actitud decidida, al acercarse su valentía fue reemplazada por los nervios y el temor. Aún así no dio marcha atrás, tocó a la puerta varias veces y al ver que nadie respondía decidió entrar. Al hacerlo pudo percibir el rápido movimiento de las sábanas, supo entonces que Lila estaba despierta y una luz de esperanza se encendió en su corazón.
- ¿Duermes cariño? - preguntó aún sabiendo la respuesta
Como era de esperarse no recibió respuesta, aún así se acercó a ella sentándose en la cama. Sentía miedo de no saber qué decir, de cómo reaccionaría ella, extrañamente eso le recordó al día en que tuvo a Violeta entre sus brazos por primera vez. Igual que ahora, aquella ocasión tenía pánico de lastimar a su pequeña con solo estar cerca de ella. Fueron esos recuerdos los que quiso compartir con ella, quería transmitirle su incertidumbre, impotencia, miedo, pero también euforia, paz y amor. Quería que su pequeña Lila supiera y sintiera todo lo que él sintió al saber que tenía el privilegio de criar a un hermoso ángel convertido en flor, como lo era ella.
Cuando terminó de hablar sintió la tranquilidad en la respiración de Violeta y al caminar al otro lado de la cama para mirarla de frente, pudo ver que aunque "dormía" tenía una sonrisa enmarcada en los labios y supo que no solo lo había escuchado, sino que también lo perdonaba.
- Te amo mi hermosa Lila y siempre te amaré - se despidió de ella dándole un beso en la frente
Sin decir más salió del cuarto, pero antes de que siquiera diera un paso pudo escuchar el sonido hueco de unos pies descalzos, seguidos de un ligero movimiento de la perilla. Se quedó quieto esperando a que Violeta saliera, pero al ver que no lo hacía se acercó pegando su oreja a la puerta. Esperaba oír algún movimiento o algo parecido, pero lo que escucho hizo desbocar su corazón como nunca lo había hecho antes.
- También te amo papi - la escucho decir - no tengo nada que perdonarte, has sido y siempre serás el mejor padre que alguien haya tenido la fortuna de conocer. Has sabido cumplir tu promesa y es momento de que yo haga la mía -
Sintió la necesidad de entrar para poder abrazarla y llenarla de besos como lo hacía cuando era pequeña, pero prefirió quedarse en su lugar y escuchar al corazón de su hija hablar.
- Te prometo que me convertiré en la mujer de la que te sientas orgulloso, seguiré a cada paso el ejemplo que me has dado y buscaré no solo mi felicidad, sino también la de cada miembro de esta familia, como tú mismo lo has hecho - la seguridad que notó en su voz ya lo hacía sentir orgulloso y no pudo evitar hacérselo saber
- No puedo estar más orgulloso de ti de lo que ya lo estoy ahora y sé que sin importar el camino que tomes serás feliz en el - dicho eso se alejó de la puerta para volver a su habitación
En ella se encontró con su esposa ya con sus maletas listas.
- ¿Hablaste con ella? - preguntó llena de curiosidad
- Fue la conversación más hermosa que hemos tenido - respondo con lágrimas en los ojos
Y con todas las emociones a flor de piel le contó todo lo que había pasado.