Morgan observó que su maquillaje cubriera cualquier marca en su mejilla y bajó de su auto.
Caminó a su salón de clases abrazaba las llaves del carro contra su pecho, como si aquel llavero con gas pimienta le diera el valor que necesitaba para seguir caminando. Apenas y había dormido la noche anterior. Antes de partir a la universidad esa mañana, le había pedido a la señora Alana que no tocara las maletas. Que nadie lo hiciera.
Apenas entró al salón de su clase recibió desde silbidos, comentarios obscenos y miradas. Demasiadas miradas.
Fingió que aquello no le afectaba y se sentó en su lugar.
—Oye, Morgan— ni siquiera se giró a ver a Milton quien estaba al lado de Logan —¿QuÉ tengo que hacer para que me mandes una de esas?—
La pelirroja no dijo nada. Tomó su mochila y sacó su libreta y un bolígrafo. Pero seguía aferrándose a las llaves de su automóvil. No se sentía capaz de apartarse de ellas.
—Vamos Morgan, te estoy hablando— insistió el castaño.
—Tendrás que insistir un par de años— bromeó Logan. Y aquello fue la gota que derramó el vaso.
—¡Se supone que tendrías que estar defendiéndome, pedazo de idiota!— exclamó Morgan molesta en un grito.
Algunos chicos rieron y algunas de las chicas miraron sorprendidas en dirección a la pelirroja.
—La gatita sacó las garras— se burló Milton mientras se acercaba a Morgan.
—Ha de estar en sus días— soltó Logan.
Entonces Milton se acercó demasiado a Morgan, pasó uno de sus dedos por la mejilla de la chica y esta explotó. No pudo más con aquello. Se puso de pie y lo roció con el pequeño frasco de gas pimienta que estaba en sus llaves. Después le soltó un puñetazo justo en la quijada del chico.
—¡¿Estás loca?!— iba a seguir golpeando al muchacho pero alguien la sujetó a sus espaldas.
—TranquilÍzate Morgan— le pidió Giles apretándola contra su pecho. La pelirroja seguía forcejeando y propinándole golpes con sus codos. A pesar de ello, se las ingeniaba para mantener a la chica sujetada.
—¡Le romperé la cara!— gritó perdiendo la compostura. Logan reía a carcajadas.
—No lo dudo— soltó el castaño. —Morgan ya basta, te expulsaran—
—Ya cariño— dijo Logan entre risas —Detente—
Morgan dejó de forcejear, pero no por quÉ se lo hubiera pedido. Sino por qué comprendió que se burlaban de ella.
—Necesitamos hablar— sentenció mientras Giles se apartaba.
—Hoy en mi casa— le recordó el rubio.
La chica miró a su alrededor. Había demasiadas miradas curiosas, susurros y sobre todo risas. La mitad de los chicos de aquel salón se burlaban de ella. No iba a tolerarlo sin explotar. De mala gana y lo más rápido que pudo guardó sus cosas. Después salió de ese salón.
Con paso bastante apresurado.
Como si alguien fuese a arrastrarla de vuelta y obligarla a quedarse.
Aunque así fuera, no lo haría.
Escuchó pasos detrás de ella y no se detuvo. Así fuera Logan o quién fuese, no tenía las energías como para tratar con alguien después de lo que acababa de ocurrir.
—Maldita sea Morgan, no quiero correr para alcanzarte— escuchó decir a Giles detrás de ella.
No.
No se detuvo.
De hecho se sintió aún más molesta, e inclusive aceleró su paso mientras se aferraba a su mochila. Tan fuerte que sus manos dolían. Iba maldiciendo una y otra vez en susurros.
—Basta, Morgan—espetó el castaño mientras tomaba uno de los brazos de la pelirroja.
—¡No!— exclamó ella apartando su brazo con un golpe —¡No me toques!—
—¡Lo siento! Solo quería...—
—¡No!— gritó al interrumpirlo, —¿Ahora si quieres hablar?—
Morgan estaba al borde de las lagrimas en aquel instante. Y el castaño se percató de ello.
—Creo hoy lo necesitas...—
—¿Y crees que ayer no?—
Dejó al chico con la palabra en la boca y continuó con su camino.
*
—Vamos arriba— le dijo Logan al abrir la puerta de la entrada —Mi padre esta trabajando en el comedor y mi madre en la cocina hablando con la señora Evans—
Asintió.
Dejó su bolso junto con sus llaves en aquella mesa que estaba en la entrada como todas las veces que iba. Logan se apartó y le cedió el paso, así Morgan terminó guiando a la habitación del muchacho.
Algo en ella estaba demasiado alerta. El menor movimiento le provocaba un gran sobresalto.
—¿De qué quieres hablar?— el tono de Morgan sonó bastante seco. Y no pudo evitar el sobresalto que llegó cuando el chico cerró la puerta.
—Quería decirte que a partir del domingo probablemente estaremos comprometidos—
Morgan lo miró sin poder creer lo que acababa de decir.
—¿Qué?—
—Lo que escuchaste, no te lo repetiré—
Fue como un bajón.
Tuvo que sentarse en aquella cama por que sintió que la fuerza de sus piernas la abandonó y sus manos empezaron a temblar demasiado. Inclusive sintió que el respirar se le complicaba. Todo pareció ganar demasiado peso y caer sobre ella de golpe.
Logan reía, mientras que Morgan solo pensaba en cómo haría para huir de aquella situación. Y la idea de huir junto con Darcy y Aydan regresó.
—Vamos Morgan, quita esa cara— dijo el chico colocando una de sus manos en la pierna de ella.
Se sintió asqueada.
Pero no se apartó.
Dirigió su mirada directo a la de el chico, esperando que notara lo incómoda que estaba. Por supuesto que a él no le interesaría. Era igual de egoísta como lo eran los padres de ella.
Morgan sentía como el nudo en su garganta crecía conforme el chico iba repartiendo besos en su rostro y cuello. No quería aquello. Y por primera vez la idea de no evitar que ocurriera le pareció aún más desagradable que lo que ocurría.
—No— le dijo apartándose.
—¿No?— se burló él volviéndose a acercar, —Venga Morgan, un pequeño adelanto—
—Debería irme— iba a ponerse de pie cuando Logan la tiró en la cama y se puso sobre ella.