Los trillizos del gobernador

Capítulo 7: Escondes algo

Artur:

Clara tomó su teléfono y le marcó a Vanesa, una de las amigas que estaban presentes en la casa cuando los niños llegaron:

—Tenías razón—dijo cuando su amiga tomó el teléfono—esos niños son hijos de Artur y ahora él quiere que vivan en esta casa.

—¿Por qué?¿ La madre los abandonó? —preguntó su amiga al otro lado de la línea deseosa por saber el chisme completo.

—No, ella también vivirá aquí—afirmó Clara—pero le dejé clara mi postura a Artur, no aceptaré que esos mocosos recién llegados se adueñen de todo lo mío

—Y que dijo.—cuestionó Venesa.

—Que me adaptara o me tenía que ir que esos niños son sus hijos y no puede simplemente dejarlos desamparados. No sé qué demonios hacer, pero esos niños tienen que irse de esta casa —afirmé.

—Clara, cariño estás haciendo todo mal—dijo Vanesa.

—¿Mal? Quieres que le acepte a mi prometido tres hijos en la casa y a su ex. Es demasiado—expuso Clara sincerándose con su amiga.

—Claro que no—comentó Vanesa—pero él tiene que creer que los aceptas, que lo apoyas, que eres la buena, la víctima y que esa mujer y esos niños son los malos, que solo quieren acabar con su matrimonio y con su carrera política y con su vida. Eso hará que te quiera más.

—Entiendo—suspiró Clara.

—Son sus hijos, si te ve como el enemigo para él y para ellos, te echará de ahí y buscará una mujer que lo acepte con hijos, con ex y con todo lo que carga a remolque. Recuerdas quién es tu pareja, Artur Conor, no solo se trata del gobernador sino también del segundo hombre más rico del país y que además de rico es jodidamente apuesto. Cualquier mujer de cualquier edad moriría por ser la madrastra de esos tres mocosos.

—Tienes razón no he sido inteligente. Mañana me disculparé con Artur y trataré de fingir que me caen bien esos estúpidos niños mientras me ideo un plan para librarme de ellos—afirmó Clara.

—Yo también iré pensando en como ayudarte—dijo Vanesa—Ho cariño y no olvides que mañana en la tarde iremos de compras con las chicas y luego al espat.

—Ok nos vemos mañana—dijo Clara colgando la llamada, entró a la casa y se sentó en la sala pensativa.

**************************************

Artur:

—Buenos días mi amor—escuché la voz de Clara que estaba sentada en la cama con una bandeja con mi desayuno, eran las seis de la mañana y eso era algo muy inusual en ella. Normalmente, me iba a trabajar y ella continuaba durmiendo. Hoy era viernes y tenía varias reuniones importantes.

—Buenos días—la miré extrañado y ella me besó.

—Perdóname—pronunció—ayer me comporté como una persona tonta e inmadura, cuando en este momento tan difícil para ti solo necesitas mi apoyo. Juro que te voy a apoyar siempre y que todo, cualquier situación por muy difícil que sea la resolveremos juntos. Si esos niños son tus hijos, te apoyaré y haré que me amen, seré como una madre para ellos.

—Está bien—suspiré tomando un poco de café.

—¿Solo está bien? No vas a decir que me amas y que siempre estaremos juntos.

—Te amo—dije levantándome y tomando una tostada que comí aprisa para ir a bañarme. Ella se quedó allí pensativa y suspiró. Clara bajó las escaleras y Eliza estaba allí sentada con los niños en el comedor, ella los observó atentamente y luego a Eliza. Se sentó a la mesa frente a ella y le sostuvo la mirada.

—Quieres preguntarme algo—rompió Eliza el incómodo silencio.

—¿Cuánto tiempo piensas quedarte en esta casa?

—¿Cuánto tiempo piensas quedarte tú? —le devolvió la pregunta Eliza.

—Si viniste aquí para separarme de Artur...

—Mujeriego, infiel, mentiroso... No cariño no, prefiero estar sola que estar con alguien así—dijo Eliza tranquilamente mientras Clara tragó en seco. Ella tenía claro que yo no era un santo aunque prefería hacerse la de la vista gorda—Desde ya te digo: no soy el enemigo, no tengo nada contra ti a menos que te lo busques. Te dejaré vivir tranquilamente bajo el mismo techo que mis hijos mientras respetes mis límites.

—Buenos días—dije llegando, luego de haber escuchado las palabras de Eliza, no dejaba de preguntarme cómo alguien tan amable y dócil pudo convertirse en un arma humana. —Qué bueno verlos a todos desayunando tranquilamente. Ya que viviremos juntos, lo mejor es que nos llevemos bien —las miré a ambas que suspiraron inconforme.

—¿Te gusta el cereal Ahidem? —le pregunté a uno de los niños.

—Soy Anthony—me corrigió.

—Ho disculpa Anthony—los miré a los tres que eran complemente iguales y no conseguía diferenciarlos bien aún

—Yo soy Ahidem —dijo el del medio —y ese que tiene un lunar cerca de la oreja es Hasher.

—Gracias—dije—ya me acostumbraré a diferenciarlos.

—Ya vamos niños—dijo Eliza—se nos hace tarde para la escuela, Artur—dijo y nos pusimos de pie, todo esto era tan raro para mí, tenía la familia grande y numerosa que cualquier hombre rico soñaba tener, la familia que yo nunca había imaginado. Señalé uno de mis autos en los que cabíamos todos atrás y el chofer iba manejando.

—Cuando dejemos a los niños en la escuela necesito que me dejes en un lugar.

—Sí por supuesto—respondí.

—Te presentaré a la maestra de los niños... —dijo cuando detuvimos el auto.

—Es muy pronto, si se filtra esa información—hablé y ella me interrumpió.

—Solo te importa tu imagen Artur. Ni esperando nada de ti logras decepcionarme—exclamó llevando los pequeños a la escuela y al poco rato allí estaba de nuevo.

—Mañana podemos hacerle una prueba de ADN a los niños, puedes escoger el lugar que quieras—dijo segura —luego le darás tu apellido necesito hacer eso lo más rápido posible también necesito que veamos un abogado para lo de la custodia compartida.

—No necesito hacerle una prueba de embarazo a esos niños. Te conozco Eliza sé que nunca mentirías con algo así. Así como sé también que escondes algo y es por eso que te comportas de este modo tan extraño, siempre a la defensiva, con las garras afuera, si tan solo hablaras claro conmigo de por qué actúas así…




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