La última tienda que mirarían en el día, debido a su distancia con la fortaleza (su hogar), estaba en pie y a simple vista no tenía ninguna criatura rodeando. Al ingresar con cautela comenzaron a registrar que no hubiera ningún mutante escondido y cuando se dieron por satisfechos comenzaron a buscar los objetos y materiales de la lista. Las cosas parecían estar mejorando y con ello el ánimo de los miembros. Gran parte de lo necesario estaba en el lugar, a pesar de ser en pocas proporciones. Emmanuel argumentó que miraría el depósito, mientras que David y Laura se centraban en debatir que herramientas podrían llevarle a Takehiko, el mecánico e inventor del refugio. Martin continuó tranquilamente anotando la cantidad a la vista de bolsas de material junto al papel donde estaban anotados (Victor le había entregado una lista muy detallada de lo que tenían que tener esos lugares para ser útiles), comprobando que estuvieran sanas susodichas y no abiertas –y por ende húmedas- por el tiempo.
Debieron de notarlo antes, fue obvio en retrospectiva. Emmanuel estaba tardando mucho en regresar y se habían escuchado un par de objetos caer, pero también David había embestido torpemente un exhibidor así que lo atribuyeron a esto y no otra cosa. No fue hasta que un fuerte estruendo pusiera sus pelos de punta y saltaran, casi tropezando entre sí, hasta la parte trasera del lugar. El moreno estaba luchando con lo que se considera un canimut, sinceramente no están seguros si es una mutación de perro o de lobo, la cosa es que son criaturas fuertes y muy violentas; uno solo de ellos podría acabar con una manada de grismut sin dudarlo y salir casi indemne. Para la suerte de todos esto era un simple cachorro, aunque no por ello menos peligroso; Em no había gritado debido a que tenía su pistola entre dientes y sus manos sostenían firmemente un palo que retenía la fuerte mandíbula del mutante; susodicho se había prendido al elemento y agitaba su cabeza con terquedad haciendo flaquear al humano. David intentó atacarlo con su espada sin dudar un segundo o realmente planear nada. El lugar tenía varias estanterías de metal y dónde no estaban susodichas había pilas de ladrillos o elementos similares formando cuadrados masivos; el techo era bajo y las pocas lámparas que tenía este colgaban peligrosamente bajas (Martin casi choca con una de ellas). El movimiento de alzar el arma y bajarla para golpear una de las patas superiores del animal produjo una serie de desastres previsibles; golpeó una de las lámparas que la llevó a agitarse y a él mismo perder equilibrio por su mal planteamiento de pies, trastabilló y golpeó con su espalda una de las estanterías que cayó hacia atrás forjando un estruendo que alertaría hasta a los vammuts que cruzaron hace horas. Pero la terquedad (o humillación por fallar) lo hizo intentar un golpe de costado para que su espada golpeara una de las pilas de ladrillos y quedara trabada entre dos hileras. Todo este desarrollo llevó a que el canimut soltara el palo y lo apuntara como próximo objetivo.
Laura se preparó para socorrer al rubio sacando su propia arma –una lanza- y se abalanzó contra el animal que corría hacia su nuevo interés. Golpeó el pecho del animal con el borde no filoso en espera de quitarle el aire momentáneamente, pero apenas logró que retrocediera, siendo ella empujada en el impulso. Martin sacó su cuchillo de caza, pese a tener una pistola con él, prefería las peleas cercanas y se corrió para no ser golpeado por el cuerpo de la chica en retroceso.
— Si no usarás la parte filosa de tu arma, no ataques —Gruñó el líder. La misericordia de la fémina podría costarles la vida algún día. Su posición de defensa era militarizada, cortesía de una ardua lección con Victor, su comandante, mientras medía rápidamente la mejor táctica de batalla. El espacio era limitado y muchos obstáculos, el animal a ser una cría era de menor tamaño y podía movilizarse mejor, pero ellos eran humanos y torpes (claro ejemplo era David aun intentando sacar su arma de su prisión). Antes de que pudiera siquiera idear el mejor plan de ataque el canimut se abalanzó sobre él y por puro instinto alzó su propia arma para bloquear los dientes voraces, pero no fue necesario. El sonido de un disparo ensordeció a todos los presentes. Emmanuel se recompuso, jadeante y apuntando con su arma sin dudar disparó. La bala penetró parte de la pata delantera izquierda, rozando su pecho y parte de la derecha; el disparo terminó pegando a pies de David para consternación de este.
— ¡Imbécil!
Poco le importó a Martin que ambos estén regresándose insultos actualmente, mientras usaba la ventaja del desvío por el disparo para terminar el trabajo. Mientras el animal caía al suelo e intentaba rápidamente recomponerse, él tomó su cuchillo y penetró una de sus cuencas oculares hasta su cráneo; no había mejor eliminación que una rápida. Los dientes del animal apenas rozaron su brazo antes de quedar inerte en el suelo. Tardó unos momentos en quitar el cuchillo y limpiarlo contra su raído y sucio pantalón antes de enfundarlo. El silencio siguió, conjunto de unos jadeos por parte de Emmanuel, quien cubría su lado derecho ahora con rigidez y la sangre se colaba lentamente.
Laura fue la primera en salir de su aturdimiento, con piernas temblorosas debido a la frialdad con la que su líder acaba de exterminar una criatura, se acercó hacia el herido intentando de persuadirlo para poder mirar bien la herida. No era profunda, una rasgadura en la ropa y piel de garras, pero nada que no podría ser sellado; seguramente necesitaría apenas unos puntos de sutura. David, por otro lado, ahora sin la prisa del ataque terminó de quitar su arma mientras murmuraba cosas similares a “yo pude hacerlo” o “era solo un cachorro”, aunque difícilmente se podían entender debido a su bajo tono. Lejos de realmente sentirse mal por la situación, el ceño de Martin se junta y su atención se centra en el rubio.